No se trata de la de Joxepo, que feneció tras su ida a Madrid a intentar el éxito en la Corte. Me refiero a la del columnista Aingeru Epaltza y el presidente del Napar Buru Batzar del PNV, José Angel Aguirrebengoa, pues ambos se refirieron a Nafarroa Bai en esos términos a la hora de hablar de los posibles acuerdos a darse entre esta coalición y Batasuna. Decía el primero: «Vale, que se le deje volver a entrar en el bar a Batasuna y hasta le pagaremos una caña si hace falta. Pero una cosa es eso, y otra hacer cuadrilla con él». Y Aguirrebengoa repetía al día siguiente: «Al final, una cosa es admitirle en la barra del bar e invitarle a una cerveza y otra admitirle en la cuadrilla». La cuadrilla, en ambos casos, era Na-Bai.
En mi opinión, el nacimiento de esta coalición vino acompañado de indudables aspectos positivos: el agrupamiento de distintas fuerzas y personas de izquierda y abertzales; la apuesta por marcos unitarios de trabajo; el intento de romper el mono-bipartidismo de UPN-PSN, dando una voz en Madrid a la Nafarroa excluida… Así lo entendieron decenas de miles de personas que, al margen de las influencias derivadas de la ilegalización de Batasuna, dieron el voto a esta opción. Aún con todo, la moneda tenía dos caras, pues las grandes afirmaciones del proyecto envolvían contenidos bastante más vacíos, como la evolución de los hechos ha mostrado. Veamos.
En la página web de Na-Bai se puede ver la intensa actividad parlamentaria de esta coalición en Madrid: deslocalización industrial en Navarra, cesión del fuerte de San Cristóbal, accidente aéreo en Ablitas, rehabilitación de las murallas de Pamplona, TAV en el tramo Castejón-Zaragoza, desembalse de agua en el pantano de Eugui, centrales térmicas en Castejón, medidas de seguridad en torno a Itoiz. Poca información, sin embargo, de las posturas de Na-Bai en relación a los más importantes proyectos que han pasado por el Congreso en este último curso.
A comienzos del mismo Na-Bai anunció su voto favorable a los Presupuestos Generales del Estado 2006, si bien luego optó por la abstención (PNV votó a favor y EA se abstuvo); es decir, ni frío, ni calor: cero grados. Más tarde, en la votación del Estatut de Catalunya, Na-Bai repitió jugada (PNV votó a favor y EA en contra). A pesar de criticar la falta de respeto a «la expresión de la voluntad de la máxima representación del pueblo catalán, que es su Parlament», Na-Bai optó por la abstención. La cosa tiene su importancia, porque, ¿cuál sería su postura caso de que ocurriera en Nafarroa algo parecido a lo sucedido en Catalunya y se «cepillaran» la voluntad expresada por el pueblo navarro? ¿Se abstendría?
Luego llegó la Ley Orgánica de Educación (PNV y EA votaron a favor), en donde, de nuevo, el voto de Na-Bai fue un no sabe, no contesta: más abstención. El tema es importante en Nafarroa, pues la enseñanza privada campa aquí a sus anchas, como en ningún lugar del Estado, y la pública y la euskaldun se ven sometidas a una política de marginación creciente. Por último, en el actual debate so- bre la reforma fiscal, el proyecto económico más importante del Gobierno en esta legislatura, de claro ca- rácter neoliberal, en el que se prevé, entre otras, una importante rebaja del impuesto de sociedades para las grandes empresas, y que cuenta con el apoyo de CiU, PNV y Coalición Canaria, y el rechazo de ERC, IU, BNGŠ aún no sabemos cuál será la postura de Na-Bai: ¿la abstención, quizás, para no variar?
A la indefinición sobre todos estos y otros importantes temas (silencio en el referéndum de la Constitución europea) se suma la relativa a los temas más locales. ¿Cuál es la postura concreta de Na-Bai ante proyectos como el TAV, el pantano de Itoiz y el Canal de Navarra, la política cementera en materia de autovías y grandes infraestructuras, el actual proceso de paz…?
A principios de febrero Na-Bai anunció que concurriría a las elecciones municipales y forales de 2007 y que en el plazo de un mes estarían cerrados los acuerdos políticos y organizativos correspondientes. Sin embargo, a día de hoy, nada de esto ha ocurrido, o, al menos, nada ha sido publicitado. Por el contrario, cualquier persona que cuente con algún conocido en los grupos que componen Na-Bai sabe de los fuertes epítetos, codazos y descalificaciones propinados últi- mamente entre los mismos. La cuadrilla, que dirían Epaltza y Aguirrebengoa, no parece andar nada bien avenida.
Un proyecto no se construye sólo sobre la base de decir que hay que echar a UPN. Tocando turutas no se va a derrumbar el bunker de Sanz. Esto no es Jericó. Hay quienes llevan dos años con el reloj parado y se aferran a los resultados trucados de las últimas elecciones generales ilegalizaciones…, para intentar fabricar y vender falsos crecepelos. Sin embargo, todo el mundo sabe que, tanto cuantitativa como, sobre todo, cualitativamente, es imposible echar a UPN y abrir vías a un futuro diferente para Nafarroa sin contar con Batasuna. El PNV lo sabe, pero para él, y para algún otro grupo, Na-Bai, más que un proyecto en el que crean, es la tabla de salvación política y electoral que precisan en estos momentos. Ni más, ni menos. Puro interés partidario.
La necesidad imperiosa de echar a UPN y su política del Gobierno Foral pasa hoy en día por levantar una alternativa asentada en tres pilares básicos: la recuperación y profundización de la democracia y libertades en nuestro pueblo; la defensa de un proyecto de izquierdas con un fuerte contenido social y, por último, la ruptura con el españolismo institucional que ha encadenado Nafarroa en las últimas décadas y la apuesta por un proyecto abierto al conjunto de Euskal Herria. Con estos mimbres sí puede hacerse un cesto alternativo al de UPN y PSN, y no vendiendo humo o santas abstenciones.
Y termino. A pesar de las ilegalizaciones, bloqueos de cuentas, multas y fianzas, la izquierda abertzale no está necesitada de nadie que le pague las cervezas. Que sepa el PNV que con su «talonario-bide» podrá comprar muchas cosas en Nafarroa, pero muy pocas en la izquierda abertzale. –