La carta de Brest

Ha pasado inadvertido, con más pena que gloria, el 50 aniversario de esta interesante declaración, conocida como la Carta de Brest, al sellarse en esa localidad bretona. Ninguna fuerza de las izquierdas nacionalistas adherentes supervivientes tras el maremágnum de siglas, que sucumbieron al volcán de la Transición, le han dedicado algún acto, recuerdo o jornada. Semeja que el abandono de memoria histórica aqueja también a organizaciones que la reivindican continuamente en sus proclamas. Resulta todavía más extraño este silencio, ya que vive al menos unos de los firmantes, el gallego Luis Gonçales Blasco Foz, residente en Galiza. Con el otro gallego, Carlos Díaz, ya fallecido, gocé de una intensa amistad, que mantengo con su viuda, Alicia Castro, quien me proporcionó documentos y fotos del evento. Desconozco cuál ha sido la aventura de los otros dos iniciales firmantes, el bretón, Hervè Grall, de la Unión Democrática Bretona (UDB), y el irlandés, Eoìn O’Murchu, del Sinn Féin-IRA.

El texto en cuestión fue rubricado por las dos fuerzas mencionadas y la gallega Unión do Povo Galego (UPG) el 3 de febrero de 1974, en los estertores, por tanto, del franquismo. El 21 de abril de 1974 se adhirieron a la Carta los galeses del Cymru Goch (Gales rojo), los vascos de H.A.S.I. (Herriko Alderdi Sozialista Iraultzailea) y ETA pm y en julio los sardos del Su Populu Sardu.

Lutte Occitane se adhirió en mayo de 1975 en la tercera asamblea de la Carta de Brest y completarían la lista en la misma asamblea el vasco EHAS (Euskal Herriko Alderdi Sozialista), posteriormente HASI, ETA pm, ECT (Esquerra Catalana de traballadors) y el PSAN (p) (Partit Socialista D’Alliberament Nacional provisional). En junio de 1977 firmaría la carta un nuevo partido el SPS (Movimiento contra el colonialismo del Pueblo Sardo).

Se celebrarían ocho asambleas ordinarias de la Carta, alguna de ellas en Donostia (12-11-1977), otras en Catalunya Nord, en la Universitat Catalana de Estiu, en Prada, alguna en Barcelona (9 y 10 de junio de 1978) y la última en febrero de 1980. A partir de esa fecha la Carta fue sumergiéndose en el reino insondable del olvido, sin que haya sido mencionada en eventos posteriores como fundamentación ideológico-práctica de organizaciones, fuerzas y partidos.

Por parte vasca intervendrían en diferentes reuniones, actos y asambleas: Eduardo Moreno Bergaretxe Pertur, Iñaki Pérez Beotegi Wilson y Javier Garaialde Erreka. Por los Paisos Catalans lo harían: Ignasi Fortuny, Carles Castellanos, Blanca Serra, Carrere, Mir y Joam Miquel Pla. Y por la parte gallega, además, de los citados, Díaz y Foz, participarían Bautista Alvarez, Henrique Harguindey y Xosé Vilas Nogueira, los tres últimos fallecidos.

El texto bebía de las corrientes marxistas de la época y de las ideologías y prácticas anticolonialistas y antiimperialistas de los años 60 del siglo pasado, donde se aprecia la evidente influencia del Gevarismo y de teóricos como Cesaire, Fannon, Menni, Sengor y Robert Lafont.

Está compuesto por una introducción y cuatro apartados. El primero de ellos se titula Situación imperialista en Europa. Y está dividido en dos subapartados: El imperialismo como sistema y Los efectos del imperialismo. El segundo apartado lleva por título Cuestión nacional y socialismo. El tercero estaba dedicado a medios de lucha revolucionaria y el último, la Declaración Final, establecía once tesis como base teórica para una práctica revolucionaria.

Eran por este orden las siguientes: derecho inalienable a la autodeterminación; lucha por la defensa y afirmación de los caracteres nacionales de los pueblos en los aspectos económicos, sociales, políticos y culturales; combate por el establecimiento oficial de las lenguas y culturas nacionales; pronunciamiento a favor de la necesidad de los pueblos oprimidos de sus propias organizaciones revolucionarias; condena de todas las formas y estructuras perpetuadoras de la alienación, explotación y degradación de la persona humana, particularmente del fascismo, racismo y sectarismo; posicionamiento a favor del establecimiento en nuestros países de un régimen político democrático y popular; reafirmación de la necesidad de destrucción de todas las estructuras capitalistas e imperialistas; instauración de una economía planificada al servicio de los trabajadores y bajo su control; solidaridad con la lucha de todos los pueblos oprimidos de la Tierra para conseguir sus libertades nacionales y construir el socialismo; llamamiento a la solidaridad revolucionaria de todos los pueblos oprimidos y de todos los progresistas del mundo en la lucha contra el enemigo común, el imperialismo mundial bajo sus diversos aspectos y finalmente apuesta por una Europa socialista de todos los pueblos que la componen bajo un plan de igualdad, respeto y reconocimiento recíprocos.

Cabría lanzar sin jabalina al regazo del viento sin rubor algunas preguntas a estas alturas desde las que oteamos un mundo preocupante y desasosegante. ¿Qué queda de aquellos ilusionantes presupuestos? ¿Qué pervive de aquellas utopías que encandilaron a muchos jóvenes de aquella generación? ¿No siguen rigiendo los destinos del mundo imperialismos y colonialismos de viejo y nuevo cuño? ¿Qué hemos hecho o no para que pululen los trumpismos, fascismos, neoliberalismos y sus parentelas?

https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/opinion/2025/02/22/carta-brest-9311386.html

NOTICIAS DE GIPUZKOA