De manera completamente inesperada, el célebre eslogan antinuclear de los ‘verdes’ alemanes de los años 70 resurge de lleno en la campaña electoral alemana de las elecciones generales que se celebran a finales de este mes. El detonante fue una avería que, el 4 de julio de 2009, se produjo en la central nuclear de Krümmel, en el norte de Alemania.
También se produjeron una serie problemas de almacenamiento de residuos radioactivos con lo que se agudizó el debate entre partidarios y opositores a la eliminación de la energía nuclear, prevista para 2021. Las elecciones generales del 27 de septiembre de 2009 serán determinantes a la hora de fijar la política energética de Alemania de los próximos años.
Según el ‘consenso atómico’, siete centrales nucleares, de las diecisiete con que cuenta actualmente el país, deberían cerrarse en los próximos cuatro años. Este cierre de centrales nucleares no supondría una salida teórica de lo nuclear, pero sí un abandono real de la energía nuclear por parte de Alemania. Esta posición divide al actual gobierno.
El todavía ministro de Medio Ambiente, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ha sido tajante al afirmar que Krümmel no debería volver a funcionar nunca más. Una opinión que comparte su colega de ejecutivo, el titular de la cartera de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier. El candidato del Partido Socialdemócrata, SPD, a la cancillería ha reclamado también la desconexión definitiva de la central nuclear.
Todos ellos consideran que la avería ocurrida en la centra nuclear de Krümmel llueve sobre mojado. Un cortocircuito en un transformador obligó a cerrar la central el 28 de junio de 2007. Tras unas labores de reparación que se prorrogaron por espacio de dos años, la central atómica volvió a conectarse a la red hace apenas unas semanas. El pasado 4 de julio de 2009, un nuevo cortocircuito en un transformador obligó a detener la actividad del reactor nuclear.
De cualquier modo, el llamado ‘consenso atómico’ es un acuerdo que se remonta al año 2000. En aquel entonces, el gobierno formado por socialdemócratas y ‘verdes’ negoció el famoso ‘consenso atómico’ con los grupos más grandes y energéticos del país que prevé la salida de la energía nuclear en 2021.
Para compensar la baja de producción de energía, el gobierno de la época escoge entonces jugar plenamente la carta de las energías renovables adoptando el mismo año la ley sobre las energías renovables —EEG— en los inicios del aumento espectacular de las energías renovables y de las tecnologías sobre las que se apoyan.
Según las últimas cifras del Ministerio del Medio Ambiente, los trabajos sostenibles, propiamente dichos, representan 1,8 millones de empleos. Es decir, el 4,5 % del total de empleo a nivel de Alemania. Cerca de 250 000 personas trabajan en el sector de las energías renovables. Un sector ampliamente dominado por la pymes. Las centrales nucleares existentes abastecen cerca del 22% de la electricidad que consume Alemania. Las energías renovables representan ya el 15% y este porcentaje mantiene una continua subida.
Con la celebración de las elecciones del 27 de septiembre, los conservadores alemanes del CDU, si ganan las elecciones, piensan alargar la duración de la explotación de las centrales nucleares. A resaltar que algunas de estas centrales nucleares son ya bastante viejas pues llevan funcionando más de 25 años.
Para la centro-derecha alemana, la energía nuclear es una energía ‘ecológica’ —que no quiere decir sostenible— pues evita emisiones de GEIs. Podría parecer que los pro-nucleares se posicionan también a favor de las energías renovables pero éste no es el caso. Han optado por el alargamiento de la duración de explotación de las centrales nucleares pero ponen muchos pegas a un crecimiento rápido de las energías renovables en la producción de electricidad.
En este debate abierto, la federación de empresas del sector de las energías renovables también se plantea si Alemania va a continuar apoyando a las energías fósiles, cada vez más agotadas y cada vez más caras, o si va a ser reponsable y actuar con visión de futuro y, en este último sentido, va a desarrollar, de manera consecuente, el sector de las energías renovables y va a hacer posible que, de verdad, Alemania sea energéticamente independiente.
Por su parte, los defensores del ‘consenso atómico’ que plantea el cierre de las centrales atómicas denuncian que el alargamiento de la explotación de las centrales nucleares serviría sólo a los intereses financieros de los cuatro oligopolios —EnBW, E.ON, RWE y Vattenfall— produciéndoles más de un millón de euros al día.
Y, a su vez, denuncian la construcción prevista de 29 nuevas centrales térmicas de carbón que llegarían a emitir un total de 189 millones de toneladas de CO2 al año. Actualmente, están en construcción nueve centrales de carbón y las asociaciones de vecinos pudieron impedir la construcción de otras nueve más, demostrando así las reticencias de los ciudadanos a este tipo de centrales y la fuerza con que cuestionan las energías contaminantes y peligrosas.
La batalla por el nuevo mix de la energía primaria ya se ha iniciado. El debate político sobre la energía es uno de los grandes temas de las elecciones alemanas. Generación distribuida versus generación centralizada. Líneas y redes eléctricas poco eficaces y eficientes como las actuales versus redes eléctricas inteligentes o ‘smart grids’. Energías renovables versus energías tradicionales. ¿Cuál será la opción ganadora? La respuesta la sabremos, el día de las elecciones generales alemanas, el 27 de septiembre próximo.