El cultivo de la caña azucarera fue introducido en la península ibérica en el siglo X por los árabes y las referencias al mismo son muchas en los siglos XIII al XV en el Reino de Granada. Sin embargo la cantidad cultivada no era muy importante ya que para los árabes el principal producto endulzante era y sigue siéndolo la miel. Pero, la producción de azúcar fue aumentando en las tierras dominadas por el cristianismo y se hizo importante a partir del siglo XV en la costa levantina. De esta forma, se llegó a producir el azúcar suficiente para la península y exportar a gran parte de Europa. En el siglo XVII y en gran parte a causa de la expulsión de los moriscos peninsulares, la producción fue disminuyendo de forma paulatina hasta hacerse casi testimonial. Pero la planta de caña de azúcar fue llevada por los españoles a Cuba y otras colonias antillanas en donde se adaptó fácilmente. El cultivo de la caña y la producción de azúcar fue importantísimo en la Cuba de la primera mitad del siglo XIX con grandes cantidades exportadas a Estados Unidos, España y a otros estados europeos como Inglaterra, Francia y Alemania, llegando a cubrir una cuarta parte del consumo de azúcar del mundo occidental. La abolición del sistema esclavista en 1880 desmoronó la producción cubana especialmente en lo que respecta a la elaboración del azúcar. A partir de entonces una gran parte de la caña producida en Cuba se enviaba en crudo a Estados Unidos, en donde se refinaba y se comercializaba.
Coincidiendo con el declive de la producción cubana, en el último tercio del siglo XIX se inició en España el cultivo de la remolacha azucarera. Semillas llevadas hasta Granada desde Alemania y Polonia, países pioneros en la industria azucarera tanto en el cultivo como en la fabricación de maquinaria específica para la producción de azúcar, fueron el comienzo de una industria que llegó a ser importante especialmente en la primera mitad del siglo XX. En 1882 se construyó en Granada la primera fábrica de azúcar de remolacha, el llamado “Ingenio de San Juan”. Para finales de 1891 ya existían en la península trece fábricas de azúcar de remolacha, diez de ellas en la Vega de Granada. En los años siguientes la producción de remolacha fue extendiéndose por la península haciéndose especialmente intensa en la ribera aragonesa y navarra del Ebro. Los precios del azúcar bajaron hasta un cincuenta por ciento pero la aparición de nueva maquinaria y la revolución que supuso en aquellos años la llegada del vapor le dieron un nuevo impulso para superar la crisis.
Fig. 1 Postal comercial de comienzos de siglo XX. Colección VME
En este contexto, el siglo XX trajo consigo a Navarra la industria de la producción de azúcar de remolacha con la fundación de la azucarera “La Concepción” en Marcilla y casi simultáneamente, de la Azucarera de Tudela en 1900 (Fig. 1). En aquellos años Navarra llegó a ser, tras Granada y Zaragoza, la tercera región productora de azúcar del Estado. Pocos años más tarde, en 1917 se construyeron la Regional y la Raperie en Cortes y en 1927 la de Carlos Eugui en Pamplona. Ninguna de ellas llegó al siglo XXI como veremos.
LA AZUCARERA DE TUDELA
Aunque desde unos cinco años antes se venía trabajando en los estudios previos de viabilidad, presupuesto etc. la Sociedad Azucarera de Tudela se constituyó como tal el 9 de Noviembre de 1899. Su valedor más importante había sido el tudelano D. León Guallart, Diputado a Cortes por el distrito de Tudela, junto con el abogado también tudelano Tomás Moreno y el farmacéutico zaragozano Antonio Miguel. Fue precisamente León Guallart (Fig. 2) el primer presidente del Consejo de Administración de la sociedad cuyo capital social inicial fue de 3.000.000 de pesetas en acciones de quinientas. En el acto constitucional ya se designó a D. Manuel Abascal como ingeniero de obras. Los terrenos elegidos para la instalación fabril entre el río Ebro y la estación del ferrocarril, aseguraban el suministro de agua, imprescindible para la fabricación de azúcar, y el desagüe de las residuales. Por otra parte una vía-apartadero propia aseguraba la recepción de la materia prima y el posterior transporte del azúcar y otros productos elaborados en el ferrocarril hacia sus destinos comerciales. El 7 de Febrero de 1900 comenzaron las obras, adjudicadas al constructor Blas Morte, y el 6 de Diciembre fue inaugurada oficialmente aunque ya llevaba casi un mes produciendo (Fig. 3). La fábrica ocupaba unos treinta mil metros cuadrados contando con una gran nave central con la torre de prensado, filtros y sala de calderas, el horno de cal y la chimenea de ladrillo de 45 metros de altura. La maquinaria, bombas de pistón y de vacío a vapor, motores etc. fue traída desde Sangerhausen en Sajonia vía marítima hasta Pasaia y después en ferrocarril hasta Tudela. Alemania estaba entonces a la cabeza en la construcción de maquinaria para fabricar azúcar y las máquinas traídas a Tudela habían sido recientemente presentadas en la Exposición Universal de Paris por la empresa constructora. También sus dos primeros directores fueron alemanes, los ingenieros Otto Reimbrecht y Frans Murke aunque poco después les sustituyó el también ingeniero tudelano Manuel Abascal. Proyectada inicialmente para una molienda de 100 toneladas diarias, en su primera campaña 1900-1901 ya molturaba 300 toneladas al día.
Fig. 2 León Guallart, médico y principal valedor de la Sociedad Azucarera de Tudela en 1900
Fig.3 La azucarera en construcción en 1900.Foto N.Salinas
El primer gran cambio social que supuso la instalación de la azucarera en la Mejana fue el cambio en los cultivos. Esta zona en donde hasta entonces se había cultivado principalmente vid y alfalfa tuvo que cambiarse por la siembra de remolacha. Lo mismo ocurrió en las riberas del Arga y Aragón con la apertura de la de Marcilla. El cambio fue favorecido por la plaga de filoxera iniciada en 1892 y que destruyó grandes extensiones de viñedo. La caída de precios de la alfalfa, hasta entonces principal alimento del ganado de tiro, y ahora en franca decadencia por la progresiva y rápida sustitución de los animales por tracción eléctrica o de vapor, fue otro factor favorecedor del cambio. Las empresas azucareras habitualmente adelantaban al cultivador simiente y abono con lo cual estos tenían asegurada la venta de la remolacha, el producto final -azúcar- estaba entonces bien cotizado y además se aseguraba trabajo para un buen número de temporeros. Una de las innovaciones que requería el cultivo de la remolacha era la necesidad de labrar la tierra a más profundidad que para otras siembras y voltearla para conseguir mayor meteorización. Para ello se necesitaba el arado “brabant” que sustituyó al clásico arado romano de reja. Esta fue una de las causas del ya iniciado e importante desarrollo de la industria de maquinaria agrícola en Navarra en aquellos años. Por otra parte, en 1900 en Tudela la presencia de la industria era testimonial, con dos pequeñas industrias eléctricas y una fábrica de cerillas que apenas daban trabajo a dos decenas de trabajadores y alguna otra pequeña empresa familiar. Aunque, sobre todo en los primeros años, el personal cualificado venía de fuera, la instalación de la Azucarera supuso trabajo para unos 315 obreros sin contar con un buen número de eventuales en las campañas de recogida y máxima producción. La aparición del obrero industrial fue de esta forma, el otro gran cambio social consecuencia del inicio de los trabajos de la empresa (Fig. 4).
Fig.4 Obreros y directivos en el interior de la fábrica. Foto tomada de Audera 1999
En 1903 la Azucarera de Tudela se integró junto con otras 45 empresas en el trust Sociedad General Azucarera de España (SGAE) que, con un capital cercano a los 100 millones de pesetas, suponía una de las primeras sociedades estatales. Las otras 11 empresas que no se integraron terminarían formando años después otras dos grandes sociedades azucareras, la Compañía de Industrias Agrícolas (CIA) y la Azucarera del Ebro. Sin embargo el contrato de fusión con la SGAE fue recurrido poco después ya que no daba derecho a la opción de mejora. Tras un largo pleito, la azucarera tudelana se salía de la SGAE para junto con un grupo de capitalistas navarros formar en 1916 la sociedad Agrícola Industrial Navarra S.A. (AINSA). En 1952 pasó a formar parte de la Compañía de Industrias Agrícolas recuperando su nombre de Azucarera de Tudela hasta su cierre definitivo en 1985. Para el agricultor de la mejana el cultivo fue inicialmente muy ventajoso ya que cobraba por tonelada de remolacha entregada, independientemente de su calidad. Además al terminar la campaña invernal de recogida recibía de forma gratuita la semilla y el abono para la temporada siguiente. Esto supuso un grave problema en la campaña de 1916 cuando la azucarera abandonó la SGAE y se transformó en AINSA. Los agricultores habían recibido ya la semilla y el abono de la SGAE que pretendía que después se entregara la remolacha en alguna de sus azucareras mucho más alejadas de la ya escindida tudelana. Con los años el panorama cambió y la empresa pagaba la remolacha al agricultor a un precio diferente en función de la calidad del producto, especialmente la cantidad de sacarosa contenida. Esto hizo que el agricultor tuviera que preocuparse ahora, de cuidar sus cultivos y luchar con las enfermedades propias de la planta, la llamada “amarillez” enfermedad viral transmitida por el pulgón y el ataque del hongo Cercospora. También debían competir con los productores de los pueblos riojanos de Alfaro y Rincón de Soto que contaban con muchas hectáreas cultivadas que también vendían en Tudela.
A lo largo de sus 85 años de historia la empresa procedió a muchas mejoras y ampliaciones. En 1917 se montó una destilería de melazas que fue mejorando en su estructura hasta constituir en 1935 una completa destilería de alcohol por fermentación de melazas con capacidad para producir 20.000 litros de alcohol por día. La pulpa seca de remolacha se reciclaba para alimento del ganado. En 1920 AINSA adquirió la central térmica de la Electra Industrial Navarra lindante con la azucarera y cuya chimenea aun se conserva en la actualidad. La Electra Industrial de Navarra había sido fundada en 1899, contaba con dicha central térmica y una hidroeléctrica en el río Ebro y producía electricidad para el alumbrado de Tudela y de casi todas las poblaciones circundantes así como para elevar agua de riego en la vega de Tudela. En las instalaciones de esta térmica se instaló en 1923 una fábrica de regaliz. A partir de la cocción en autoclave de la raíz del regaliz o palodulce, planta herbácea leguminosa, se extrae un jugo y por evaporación una masa espesa a la que se le añade sacarosa y fécula consiguiendo así el producto final de consumo. La fabricación de regaliz se abandonó en 1965 (Fig. 5). En 1924 se instaló una pequeña fundición de hierro y bronce con un horno cubilote de 3.000 kilos de capacidad que permitía fundir las piezas necesarias para la reparación de materiales de todas las fábricas del grupo. Junto a ella un pequeño taller de confección de moldes de madera. De esta forma el complejo fue creciendo con gran cantidad de edificios y almacenes hasta llegar a los 160.000 metros cuadrados contando hasta con cuatro altas chimeneas de las que hoy sólo quedan en pie dos de ellas, las construidas en 1899 y 1916. Podríamos decir que la azucarera alcanzó sus máximos de producción a finales de los años sesenta con casi 70.000 toneladas anuales de remolacha molturadas.
Fig.5 Tapa de caja de regaliz AINSA. Colección VME
En los años 70 la maquinaría fue quedándose obsoleta, la producción de remolacha de los pueblos de la ribera navarra fue disminuyendo hasta que la traída desde localidades de la provincia de Zaragoza quintuplicó la cantidad. Además rápidamente el cultivo de la remolacha se fue desviando hacia la ribera del Duero mientras que en la del Ebro se comenzó a cambiar por maíz y cereales de invierno, de menor coste de producción. En la campaña de 1973 se realizó la última molienda y a partir de ese año se mantuvo una actividad residual con trabajos para otras factorías de la C.I.A. La fábrica de destilación de alcoholes de melaza siguió funcionando doce años más hasta que el 25 de Mayo de 1985 cesó totalmente su actividad (Fig.6). Quedaban sólo nueve trabajadores de plantilla incluyendo el director en los últimos años Mariano Audera que había ingresado en la empresa como químico en 1918. En 1987 se desmanteló la instalación y hubo un intento por parte del Sr. Audera de que el Ayuntamiento de Tudela se hiciera con la maquinaria para crear un museo industrial en el molino viejo de la ciudad. Finalmente, por falta de apoyos e interés real, no pudo realizarse el proyecto. Una de las bombas de pistón alemanas construida en 1894 terminó en el Museo de la Técnica de Euskadi, el resto de maquinaría fue vendida como chatarra. De las dos locomotoras americanas Baldwin que la empresa compró en los años 20 para realizar sus trabajos de carga y descarga por las vías secundarias entre la Estación y la propia factoría una de ellas fue vendida en 1951 y terminó sus días en la localidad turolense de Andorra. Hoy pertenece a la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril (AZAFT) que busca financiación para su restauración y nueva puesta en marcha. Su gemela se desguazó en 1963 y una tercera locomotora marca Henschel utilizada en las mismas labores fue traída desde el Tarazonica y hoy está expuesta en el cercano Parque de Otoño de Tudela.
Fig.6 Viejas y nuevas instalaciones desde la Peñica. Foto Iris fotógrafos.
Finalmente se destruyeron las instalaciones para construir una urbanización de viviendas unifamiliares bajo el nombre de Barrio de la Azucarera. Se respetaron el edificio de oficinas y viviendas de empleados y la casa del director y como en otras ocasiones quedaron en pie, como decíamos, dos de las cuatro chimeneas de ladrillo como testimonio (Fig.7). Para entonces, también cerrada la azucarera de Marcilla en 1979 y a la que nos referiremos en otro capítulo, había desaparecido en Navarra todo rastro de la fabricación de azúcar de consumo a partir de la remolacha, que había marcado toda una época de la historia de su agricultura.
Fig.7 La chimenea más antigua del complejo en la actualidad. Foto JJ Lorza
Bibliografía básica:
- Audera Inma (1999). La Azucarera de Tudela. Edit. Castell Ruiz. Tudela
- García Guillen J.A. (2001) La industria azucarera y el sector remolachero en Navarra: un siglo de historia. Edit. Institución Príncipe de Viana. Pamplona Iruñea