HOY, 22 de noviembre, en muchos países de influencia católica se conmemora desde 1594 a Santa Cecilia como patrona de la música. En la actualidad muchas ciudades de países europeos lo celebran y en Euskal Herria parece oportuno con tal ocasión referirse a una pequeña y característica arquitectura de muchos de nuestros pueblos construida para la divulgación de la música: el kiosco.
El kiosco es un templete sobre elevado del terreno que proveniente de China y de la influencia de los Tholos, templos circulares griegos, inicialmente se instalaba como exótico mirador y elemento decorativo en los jardines desde la segunda mitad del siglo XVII.
En el período de la Ilustración coincidente con la urbanización de ciudades surgieron plazas en estilo Neoclásico y especialmente parques y alamedas dotados de jardines e impregnados de romanticismo. Con el progresivo uso de estos espacios por la implantación de novedosos hábitos populares se crearon posibilidades y aficiones diferentes, entre ellas, el disfrute de la naturaleza y de los recintos públicos con el gusto por el paseo y el recreo de los sentidos. En estas circunstancias, se situaron en dichos lugares pequeños elementos realizados en madera o metálicos, llamados kioscos, para la venta de caprichos como refrescos, tabaco, flores, periódicos y también de necesidad, como retretes.
A su función de equipamiento añadían un compromiso estético con el lugar convirtiéndose en una construcción elegante de decoro urbano. Los principales por su envergadura, trascendencia y permanencia han sido los dedicados a la música. Una edificación impulsada por los ayuntamientos destinada a la popularización de la cultura musical que había estado reducida a los ambientes palaciegos, los conciertos para la burguesía, ceremonias religiosas y desfiles militares, y coincidente con su reconocimiento como materia de enseñanza con la creación de escuelas de música.
El asentamiento de guarniciones militares en determinadas poblaciones tuvo una trascendencia además de política, social ya que poseían agrupaciones musicales y sus actuaciones creaban un interés popular. También la condición de lugar de veraneo con playas, balnearios y casinos junto con la necesidad de ofrecer un divertimento fue el estímulo para la creación de las bandas municipales de música que celebraban de modo público todo acontecimiento notable con un concierto en la plaza. Se instauró el placer de escuchar música de óperas, marchas, valses, melodías populares o bailables que se interpretaban con unas secciones musicales reducidas a instrumentos de viento y percusión ya que los demás son muy sensibles a la intemperie.
El kiosco es una pequeña arquitectura que generaba una importante actividad social a su alrededor, siendo cuatro sus emplazamientos habituales: en la plaza principal por su centricidad y representatividad monumental; en un parque o jardín evocando sus orígenes de relación con la naturaleza; en paseos y alamedas; y en la cercanía del agua junto a una playa o un río, todos ellos lugares de gran belleza panorámica. Se situaba en un espacio amplio ya que requería una cierta capacidad de estancia, el uso al que se destinaba, la difusión sonora en todas direcciones y que como hito se colocaba centrado en el mismo.
Inicialmente eran simples estructuras de madera y posteriormente de hierro por su robustez, ligereza y posibilidades de moldeado siendo industrializados por empresas de fundición. En determinadas poblaciones fueron proyectados por los arquitectos municipales con propuestas de nueva invención y también modificando como referencia elementos de dichas fábricas.
La adecuada combinación de materiales, proporción, especialmente su diafanidad y el refinamiento de los detalles en una construcción tan simple era fundamental para lograr una obra bella que no colapsase las visuales y estuviese correctamente integrada. A su vez, el lugar circundante le otorgará como elemento de ornato urbano un notable valor monumental convirtiéndose en un símbolo de distinción cultural del municipio.
Su tipología es muy similar, manteniendo unas características constructivas comunes: basamento, columnas y cubierta, ofreciendo la sensación de solidez en su base y ligereza en el resto. Abierto con el suelo elevado del terreno para facilitar la difusión de la onda sonora en todas direcciones y la contemplación de los músicos. Tradicionalmente son de planta octogonal, pero también circular y en algún caso cuadrada. Construidos sobre un zócalo en piedra de sillería o de ladrillo con los vértices enmarcados en piedra. Sobre este basamento se apoyan habitualmente ocho esbeltas columnas en hierro fundido delimitado por una balaustrada metálica y con los capiteles enlazados por arcadas.
Soportan la liviana estructura de la cubrición normalmente apiramidada o cónica, en ocasiones rematada por una cúpula o casquete esférico sobresaliendo a modo de alero de donde se suspenden candelabros para iluminación adornándose con rosetones y espigas contribuyendo a la belleza del conjunto que tiene como elemento decorativo recurrente la lira. Acabada por el exterior tradicionalmente en cinc y sobre su centro en ocasiones una linterna aportando claridad a su interior siendo la parte que más singulariza al kiosco.
A su vez tienen una importante razón de ser acústica en su construcción y materiales empleados ya que al situarse en un lugar abierto su limitación espacial es lejana y apenas contribuye a la reverberación. El basamento como caja de resonancia debe poseer una cierta flexibilidad y el interior se reviste con madera prolongándose el alero creando como caja acústica, una superficie absorbente del sonido que permita un correcto equilibrio de reflexión y difusión de la onda sonora.
En espacios reducidos o de poco uso, existen otras versiones simplificadas reducidas al zócalo delimitado por una barandilla. En ocasiones son el basamento de alguno que no llegó a completarse o bien que se deterioró quedando sólo el pedestal. Asimismo, aprovechando desniveles del terreno se construirán en un extremo a modo de palco sobresaliendo en voladizo y también aparecerán modelos en forma de templetes.
Habitualmente, en casi todos los lugares se ha sustituido el kiosco original por envejecimiento por otro en ocasiones de características muy similares más amplio y moderno pero menos ligero y en algunos casos por segunda vez o han sido trasladados de su emplazamiento inicial. Los realizados a partir de 1940 serán de otra tipología de mayor envergadura con menor esbeltez de los pilares construidos en hormigón armado y en los que la escalera adquiere un mayor rango. Más recientemente, al estar situados en espacios en los que en numerosos casos se construyeron aparcamientos subterráneos supusieron su absurda desaparición sin ningún esfuerzo por conservarlos a pesar de su excepcional valor patrimonial.
Actualmente debido a su escaso uso y cierto descuido municipal en su mantenimiento que en ocasiones los considera como una simple peana multiusos padecen una preocupante desfiguración. Desafortunadamente, casi ningún municipio los destaca como una construcción de valor arquitectónico y apenas están protegidos culturalmente. Simplemente cuando se insertan en un centro histórico quedan referenciados como un elemento más de interés. Confiemos en que estas consideraciones contribuyan a su mayor apreciación social y de las administraciones.
El kiosco es una arquitectura que aún en la soledad de su silencio armoniza un lugar.