Josep S. Nye: “Necesitamos más Europa”

El profesor Josep S. Nye ha dedicado su vida a entender la compleja red de relaciones interdependientes que mantienen al mundo dando vueltas. A sus 83 años sigue vinculado a la Universidad de Harvard y escribiendo libros. El último se titula Do morals matter? y aborda el perfil moral de los presidentes estadounidenses. Este defensor de la cooperación entre las naciones y del uso del poder blando de la seducción por encima del poder duro de la coacción militar, económica y política no es muy optimista sobre el mundo que nos deja la pandemia. Nos responde aquí al cuestionario que le enviamos por correo.

Cooperación internacional

-Parece que China y Estados Unidos van a salir de la crisis del coronavirus bastante perjudicados. Ambas economías van a acusar el fuerte golpe. Pero también sus gobiernos. Hemos visto en China críticas veladas al presidente Xi, mientras que en Estados Unidos Trump ha demostrado que no ha sido capaz de controlar la pandemia.

-Ambos han sufrido tanto en el plano económico como el político. Los dirigentes de China y Estados Unidos afrontaron la pandemia con negativas y desinformación que hicieron perder un tiempo crucial para realizar pruebas de diagnóstico y contener la propagación del virus. Con ello, la oportunidad de afrontar este reto desde la cooperación internacional saltó por los aires desde el primer momento. Las dos principales economías del mundo se han enzarzado en batallas de propaganda para culparse mutuamente del origen del virus. Estados Unidos acaba de retirar la financiación a la Organización Mundial de la Salud. Todas estas medidas, sin embargo, las podrá corregir un nuevo presidente estadounidense.

 

-El orden internacional liberal que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial ya estaba en crisis antes de la pandemia. China plantaba cara a Estados Unidos, a su poder económico y militar, así como a su liderazgo mundial. Trump erosionaba las relaciones con sus aliados europeos y criticaba el multilateralismo. El Brexit y los nacionalismos en Europa oriental debilitaban a la UE. El mundo se había quedado sin ese gestor que usted considera tan importante para mantener el orden internacional. ¿Vamos hacia la anarquía?

-Los términos “orden liberal internacional” y “Pax Americana” que se han utilizado para describir el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial ya no sirven para describir el lugar que Estados Unidos ocupa en el mundo. Aún así persiste la necesidad de que los países más grandes asuman el liderazgo en la producción de bienes públicos. Si no es así, nadie los producirá. La crisis de la Covid-19 ha demostrado que a partir de ahora no será posible aislase de los problemas del mundo. El aislacionismo no es una opción.

 

-Antes de 2017 parecía crucial establecer una relación estratégica con China. ¿Aún estamos a tiempo? ¿Puede Estados Unidos, incluso con una nueva administración, poner en marcha esta relación o debemos prepararnos para un enfrentamiento todavía más intenso con Taiwán como el peón principal? ¿Debemos prepararnos para una nueva guerra fría?

-Me parece que hablar de una nueva guerra fría es algo exagerado. No estamos en los años sesenta. Sin embargo, es evidente que la relación con China se está deteriorando. Y la pandemia ha empeorado las cosas.

 

-La pandemia ha impulsado el nacionalismo en países como China, Rusia, Turquía, Filipinas, Brasil, Hungría, Polonia y Estados Unidos. ¿Vamos de regreso a los años treinta, a un mundo más fragmentado, nacionalista y beligerante?

-Es verdad que ya había un resurgir del nacionalismo populista antes del coronavirus. Pero la pandemia, de nuevo, lo ha empeorado todo, y esto es irónico porque el virus es indiferente a las fronteras o la nacionalidad de los seres humanos que mata. Quizás deberíamos aprender una lección de todo esto.

 

-Ahora que el orden internacional se transforma, ¿cree usted que nuestros dirigentes tendrán la legitimidad suficiente para poner en marcha las medidas que necesitamos para salir de la crisis? En su último libro sobre la moral en los presidentes norteamericanos, usted sostiene que las medidas políticas deben diseñarse con humildad y teniendo en cuenta los intereses de la otra parte, ¿es posible conseguirlo con los dirigentes que tenemos, con presidentes como Donald Trump que tienen dificultades con la verdad?

-No creo que Trump vaya a cambiar. Pero es posible que una administración Biden se una a la corriente de los presidentes estadounidenses posteriores a 1945 que describo en el libro Do morals matter? , me refiero a presidentes como Franklin Delano Roosevelt, Harry Truman y Dwight Eisenhower. Estados Unidos, por ejemplo, podría lanzar un grandioso programa de ayuda contra los estragos de la Covid-19. Podría ser una versión sanitaria del plan Marshall. En lugar de competir en propaganda, los líderes podrían articular la importancia de compartir el poder en lugar de imponérselo a los otros. Podrían crear marcos bilaterales y multilaterales para impulsar la cooperación. Si un presidente de Estados Unidos escogiera esta vía, la de la cooperación y el poder blando, seguramente pondría en movimiento una inercia geopolítica que nos llevaría a un mundo mejor. Lo más probable, sin embargo, es que el coronavirus acelere las tendencias que ya están en marcha hacia el nacional populismo, el autoritarismo y a una relación más tensa entre Estados Unidos y China.

 

-¿Qué importancia tiene una actitud política moral para afrontar los retos que tenemos por delante como el cambio climático, la ciber delincuencia y las enfermedades infecciosas?

-No hay duda de que la globalización económica y los mercados abiertos van a verse alterados. Aun así, no se puede ignorar que van a seguir creando riqueza. Asimismo, la globalización ecológica va a seguir adelante a pesar de que el retroceso político frene la globalización económica. Los gases de efecto invernadero y las pandemias nunca respetarán las fronteras soberanas de los estados. Por mucho que se adopten medidas que renieguen de la ciencia, las fuerzas físicas no van a verse alteradas. Hemos de esperar cierto declive en la interdependencia económica. También es previsible que las economías de China y Estados Unidos se desacoplarán de manera selectiva en el epílogo de la pandemia de la Covid-19. A pesar de todo ello, los estados seguirán necesitando un marco en el que acentuar la cooperación para un uso compartido del mar y el espacio, para afrontar la emergencia climática y las pandemias.

 

-¿Sería bueno para el orden internacional tener una Unión Europea más influyente, un tercer poder entre China y Estados Unidos? La UE, al fin y al cabo, es una alianza de países basada en la cooperación pero también en la competencia. ¿Ve usted posible que la UE llegue a liderar esta necesaria cooperación internacional que usted menciona?

-La Unión Europea, con una economía que tiene un tamaño equivalente al de la estadounidense, vaciló cuando se vio enfrentada a la desunión. Y así permaneció hasta que Francia y Alemania finalmente tomaron las riendas. Si ahora puede resolver la tensión entre el norte y el sur será un lugar mucho mejor para liderar. Una buena señal es su apoyo a la Organización Mundial de la Salud y a la conferencia de donantes de los países pobres. ¡Necesitamos más Europa!

 

-Si algo bueno tienen las crisis, especialmente una tan grave como esta, es que ayudan a unir a un país, pero en Estados Unidos parece que divide aún más a una sociedad que ya estaba muy polarizada. Puede que esta fractura aún se haga más grande a medida que se acercan las elecciones de noviembre.

-La política en Estados Unidos se ha visto más y más polarizada bajo la presidencia de Donald Trump. Si sale reelegido, hemos de esperar que va a haber más de lo mismo. Pero si no, un nuevo camino es posible.

LA VANGUARDIA