Jornadas de Alicante

En la ciudad de Alicante, de vocación marítima con su flamante Casa del Mediterráneo con su transbordador a la cercana Argel, de donde recuerdo llegaron a refugiarse los «pieds noirs» españoles tras la guerra de liberación del FLN contra Francia; tierra de grandes escritores, como Azorín, Miguel Hernández, Gabriel Miró en cuyas «Figuras de la pasión del Señor» recreó el paisaje palestino, nos reunimos medio centenar de periodistas isralíes, palestinos, españoles para tratar de la cobertura del problema original contemporáneo de la Cuestión de Oriente, el interminable conflicto palestino-israelí. La casa Sepharad Israel de Madrid impulso la organización de este encuentro.

Al calor de los polémicos debates, del estudio comentado sobre el antisemitismo en España, de la forma en que la prensa hispana -los diarios El País, Abc, El Mundo, La Vanguardia, El Periódico- trata el conflicto, de las dificultades y limitaciones ante las que se encuentran periodistas palestinos e israelíes, de la constante implicación política en el tratamiento de este tema, surgió a través de la voz de algunos colegas del Estado judío la cuestión de por qué motivo este problema acapara la opinión pública, por encima de otros graves conflictos como los genocidios tribales de Africa, a pesar que es mucho menos mortífero que el de países como Ruanda, Uganda, la Republica Democrática del Congo. ¿Por qué hay entonces, argumentaban, que cebarse con Israel?

Tal como se repitió en estas jornadas hay alrededor de dos mil corresponsales extranjeros acreditados en Jerusalén, que en alguna ocasión como durante la agonía y el entierro de Yaaser Arafat, primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina, llegaron a seis mil. Esta gran concentración de periodistas extranjeros de esta parte del Oriente Medio -en cambio solo hay un puñado de corresponsales occidentales en Beirut, en Damasco, en Teherán, aunque más en El Cairo- hace que resuenen con potencia sus noticias en todo el mundo.

Una vez dijo Mahmud Darwiche, el gran poeta palestino en un documental filmado por Jean Luc Godard que la «causa palestina era célebre porque los judíos eran sus enemigos, porque el interés por los palestinos tenia sus raíces en el interés por la cuestión judía. «Se interesan por vosotros no por mi. Nuestra desgracia es tener como enemigo a Israel, que cuenta con un apoyo sin limites. Pero también tenemos la suerte de tener a Israel como enemigo, ya que son los judíos los que se encuentran en el centro de esta atención. Vosotros nos habéis derrotado y nos habéis hecho célebres».

En las reuniones donde eran más numerosas las voces israelíes que las palestinas, entre las que destacaba el vozarrón del corpulento correponsal de Al Jezira, Walid Omari, este tema quedó siempre latente. Los israelíes se lamentaban de la atención, que estimaban excesiva, que provocan, olvidando el simbolismo y las trascendencia del problema de Palestina, este pequeño territorio dividido y troceado de Cisjordania y Gaza. «¿Esta fijación en Palestina oculta una nueva forma de antisemitismo -ha escrito Hugues Serraf-, permitiendo la expresión sin vergüenza ni remordimientos, de este «odio eterno» a los judios»?

Palestina, como fueron el Vietnam, el Africa del Sur, se ha convertido en una causa universal, que conmueve. Al margen del poder de sus mensajes religiosos, de su situación estratégica en una región rodeada de yacimientos de petróleo, es el fruto del dominio colonial de Occidente, sufre la injusticia permanente, porque no se aplican ninguna de las resoluciones internacionales adoptadas. En el cruce histórico de caminos entre Occidente y Oriente, entre el Norte y el Sur, Palestina es el símbolo a la vez del mundo antiguo marcado por la hegemonía del Norte y la gestación de un nuevo mundo que se funda sobre la ilusionada igualdad de los pueblos.

La cobertura periodística del conflicto palestinoisraeli es peculiar. Israel de hecho es juzgado de acuerdo a principios especiales, porque no se tiene en cuenta su ocupación condenada inútilmente desde hace cuarenta años por la ONU, ni su continua política de expansión de colonias de poblamiento judío, considerada «un crimen de guerra» que solo suscita reprobaciones verbales. Si el Vietnam fue el símbolo del llamado Tercer Mundo contra EE.UU., la primera potencia de la tierra, el Africa del Sur representaba la rebelión ante un sistema segregacionista mundial, dominado por los blancos, Palestina es el ultimo eslabón, como ha escrito Alaín Greisch, en la cristalización de las aspiraciones del mundo que ha dejado atrás dos siglos de poder de Occidente…

A partir del 11 de septiembre del 2001, y especialmente desde el golpe de fuerza del Hamas en Gaza, es considerada a menudo como uno de los campos de batalla del pretendido «choque de civilizaciones» entre Occidente y el terrorismo islámico. De acuerdo con este contexto, Israel volvería ahora a desempeñar su misión de vanguardia de Occidente ante los «bárbaros» de Oriente. Son todas estas circunstancias que hacen que este conflicto ocupe tan amplio espacio en las informaciones internacionales y provoque tan profundas pasiones.

En la exposición de la encuesta sobre el antisemitismo español quedó claro que a pesar de que el 34,6% de los interrogados expresaban una opinión desfavorable de los judíos, era porque les asociaban al estado de Israel y a su política con los palestinos. Los musulmanes también son percibidos desfavorablemnte por un 53,6% de los encuestados que les responsabilizan de provocar problemas en el ámbito de la sociedad española.

En la prensa estudiada no hay un discurso islamófobo pero sí que es conveniente, tal como indicaban las recomendaciones del final de este encuentro, evitar expresiones estereotipadas como terrorismo islámico en vez de terrorismo de Al Qaida, o jihadista, de la misma manera que no se habla de terrorismo vasco sino de la ETA. Una gran mayoría de los encuestados, el 80,7%, creen que la única solución del Oriente Medio es la coexistencia entre el estado de Israel y un estado palestino independiente.

Si bien las recriminaciones entre periodistas palestinos e israelíes fueron muy frecuentes -mientras estos se quejaban de no poder visitar países árabes vecinos para escribir sus reportajes, aquellos deploraban su situación que les impedía entrar en el estado judío, en Jerusalén, desplazarse por su propio territorio autónomo con libertad- coincidieron en que los nuevos canales de información y las redes sociales podían fomentar la coexistencia. En lo que sí todos los participantes a este encuentros internacional estuvieron de acuerdo fue en tratar temas culturales, económicos, literarios, artísticos, sociales y no solo los acontecimientos relacionados con el exasperante conflicto palestinoisraelí. Todos denunciaron la ignorancia y desconocimiento mutuos en que vivían, en esta cita mediterránea de Alicante.

 

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua