Iruña-Veleia me recuerda a Altamira

Santxikorrota

Doctor en Filología, profesor, traductor y escritor, Juan Martin Elexpuru es una de las caras visibles que defienden la veracidad de los hallazgos arqueológicos junto al río Zadorra. Ha publicado recientemente Qué está pasando en Iruña-Veleia, crónica y denuncia de la indefensión en la que se encuentran los supuestos culpables del fraude. Diez años después, y con el prestigio profesional destruido, Eliseo Gil, Rubén Cerdán y Oscar Escribano todavía no han tenido la oportunidad de defenderse en un juicio. Las acusaciones solicitan entre siete años y medio y dos años y medio de cárcel, y entre 300.000 y 12.000 euros de multa. Unos castigos sin precedentes en el mundo de la arqueología.

Fotografia Ione Arzoz

¿Cómo te enteraste del descubrimiento? Yo ya lo había visitado en los años ochenta, antes de que se iniciara la etapa moderna de las excavaciones. De los hallazgos me enteré por la prensa, en 2006. A partir de los dictámenes de falsedad de la comisión de expertos, en 2008, empecé a interesarme en el tema, a leer los informes y a documentarme.

¿Qué solicita la plataforma Iruña-Veleia Argitu? En primer lugar, que se hagan análisis de arqueometría -la especialidad relacionada con las dataciones, en tres laboratorios diferentes. Hemos contactado con centros de Reino Unido y EEUU que están dispuestos a llevarlos a cabo, y sabemos que también sería posible en Bélgica y Alemania. En segunda instancia, que se hagan excavaciones controladas en lugares contiguos o próximos al lugar donde Lurmen (la empresa arqueológica profesional) encontró las ostraka. Por último, tampoco estaría de más comprobar el estado de las piezas, dado que fueron depositadas en el Museo Arqueológico de Álava en 2006 y no hemos vuelto a saber de ellas. Desde que se retiró al equipo de Eliseo Gil todo se ha vuelto oscuro.

¿Por qué? El yacimiento estuvo un año inactivo, luego se nombró director a Julio Núñez, profesor de la UPV y autor de dos de los informes profalsedad, o sea, juez y parte. Elaboró un Plan Director para 10 años, cuya redacción costó 100.000 euros. Estuvo cinco años excavando en campañas de verano con un equipo muy reducido. Se le aparto de la docencia y del yacimiento durante seis meses por ir «en condiciones indebidas” a impartir clase según denuncias del alumnado. Luego se cogió la baja y no ha vuelto a trabajar. Nominalmente es todavía director, pero ahora mismo el yacimiento está gestionado directamente por el Museo Arqueológico de Álava. Se dejó de excavar un año y durante los tres veranos siguientes intervinieron tres equipos diferentes. No ha vuelto a publicarse nada, solamente memorias arqueológicas. En 2012 se encontró un altar con un “Veleian”, entre otras palabras.

¿Por qué son verdaderas las inscripciones? No hay mente humana capaz de idear una falsificación de esta envergadura, tan variada en soportes, idiomas y temas. No hay precedentes que se le parezcan, ni remotamente. Las falsificaciones suelen referirse a una o dos piezas. Además, lo que suele ocurrir es que se trata de imitar lo conocido. Si falsificas un cuadro de Goya lo haces parecido a como pinta Goya. Si yo quisiera falsificar euskera antiguo lo haría parecer a los textos de La Rioja o de Aquitania. Y, por último, ¿a quién beneficia? A Eliseo Gil e Idoia Filloy desde luego no. Tenían un contrato en vigor. Tampoco son euskaldunes ni especialmente euskaltzales ni, por lo que sé, gente beata.

En tu libro afirmas que “Cerdán pudo haber engañado a todos”. No ha presentado los análisis y, por tanto, tenemos motivos para sospechar que no los ha hecho. Tampoco sabemos si es físico nuclear. Empezó a colaborar con la Diputación de Álava con el ámbar de Peñacerrada, un yacimiento paleontológico muy mediático. Fue, incluso, ponente en el Congreso Internacional que se organizó. En 2008-2009 impartió un máster en la UPV. Si ha engañado a Lurmen, también a la Diputación y a la UPV.

Distintos profesionales de la arqueología han defendido que es inverosímil que no se descubrieran las 400 inscripciones en el momento de ser desenterradas. Son piezas pequeñas recubiertas con barro que se encuentran entre miles de fragmentos. El protocolo normal es que, aunque se entrevea algo, se deje para el lavado. Yo creo que si Lurmen hubiera tenido la más mínima sospecha de que se iba a armar tal follón hubiera limpiado todo in situ, con baldes o como fuera. En su momento, yo le pregunté a la directora del Museo Romano de Oiasso cuántas de las ostraka con inscripciones que tienen expuestas fueron fotografiadas en el estrato el día que se encontraron. ¿Sabes cuántas? Ninguna.

Los 26 expertos de la comisión concluyen la falsedad o la imposibilidad de demostrar la veracidad. Henrike Knörr, Juan Santos Yanguas y Joakin Gorrotxategi, los primeros que ven las piezas, las dan por buenas. El gran protagonista de esta historia es Gorrotxategi, porque después de proclamar en rueda de prensa solemnemente que son verdaderas, un jueves, pasa un fin de semana en los Pirineos y al lunes siguiente envía una carta diciendo que los 65 grafitos en euskera son indudablemente falsos.

¿Alguna hipótesis? No sé si hubo presiones académicas o políticas. En todo caso, tanto su opinión como la de Lakarra han sido determinantes.

¿Por qué? Muy pocos miembros de la comisión hablaban euskera. Supongo, y me parece comprensible, que los otros especialistas habrán considerado particularmente su opinión. De todas maneras, es obvio que el tema de la euskaldunización tardía es un debate académico que tiene implicaciones políticas.

Algunas personas ven un cierto paralelismo entre Iruña Veleia y el fraude de las pinturas rupestres de Zubialde. Yo los veo de naturaleza totalmente distinta. Aquí se trata de una excavación profesional, con arqueólogos que llevan toda una vida en el gremio, y más de una década en el lugar. Lo otro es un descubrimiento casual, y con una persona que pedía 40 millones de pesetas por detallar dónde se encontraban las cuevas. En todo caso, y de parecerse a algo, a mí me recuerda a Altamira. Marcelino Sanz de Sautuola y su hija descubrieron el primer gran conjunto pictórico de arte prehistórico en 1879, pero la comunidad científica los descalificó hasta que en 1902, Émile Cartailhac, una de las máximas autoridades en la materia, reconoció la veracidad. Aunque en ese caso, por lo menos, no quisieron meter a los descubridores en la cárcel.

¿Cuál es la situación actual? El manifiesto que pide análisis arqueométricos y excavaciones controladas ha sido firmado por 140 personas relevantes de la cultura, entre ellos varios arqueólogos. Hay otros que nos han dado apoyo pero que no han querido significarse públicamente porque trabajan para las administraciones y dependen de contratos y de becas. Saben que se la juegan, aunque la firma no suponga avalar las tesis de Lurmen. El texto se ha aprobado en los ayuntamientos de Bergara y Hernani y lo vamos a llevar a las Juntas Generales y al Parlamento vasco. Pero la verdad es que los acusados lo están pasando mal. Son diez años sin trabajo, sin reputación, y con la espada de Damocles encima. Una injusticia terrible.

Iruña-Veleia. El solar de la antigua ciudad romana de Veleia tiene los restos de época romana más significativos de Araba. Las investiga ciones de Eliseo Gil comenzaron en 1994.

El Salto