¿Qué quieren?, ¿violencia?

El poder, si puede imponer su voluntad engañando, lo hace. Si el engaño no es posible, trata de inventar argumentos que parezcan convincentes para apagar la disidencia. Si los argumentos no funcionan, trata de intimidar y meter miedo. Pero la estrategia del miedo, cuando la revuelta ya está avanzada, tampoco sirve. Y se convierte en contraproducente porque refuerza a los sublevados. Y finalmente, cuando todo falla, sólo le queda un camino: la criminalización y la represión.

 

Pero ¿cómo se hace para crear un clima que justifique la criminalización y la represión? ¿Cómo se llega a legitimar el uso de la violencia contra los disidentes? Primero, hay que conseguir que la disidencia se exprese violentamente. Que caiga en la acción ilegal y agresiva. No hay nada más interesante para el poder que una disidencia expresada violentamente.

 

Y ese es el deseo del poder español contra la revuelta del pueblo catalán. Porque, que no se engañe nadie, ya estamos en este estadio. Les han fallado todas las estrategias previas y sólo les queda la criminalización y la represión. Por eso necesitan que seamos un poco violentos. Con un poquito ya tendrán suficiente. Cuando Navarro presenta el caso de la señora de Terrassa, ¿no desea decir que expresa más un deseo que una realidad? Todas las interpretaciones que hizo los días siguientes a la agresión… Hoy era capaz de interpretar la psicología y la ideología de la mujer y al cabo de unos días ni siquiera podía reconocerla en una docena de fotografías. Qué cosas más extrañas le pasan a Navarro.

 

Ahora, el caso del jefe socialista no es el único. Quizás es el más patético que hemos visto hasta ahora. Pero a los pocos días un desconocido entraba en el Ayuntamiento de Terrassa sin ningún impedimento, quemaba la bandera española del balcón y se iba tan tranquilo. Y al día siguiente un tal Fernández Díaz decía que un mes antes también había sufrido una agresión a consecuencia del estado de crispación. ¿Y cómo es que no había dicho nada hasta entonces? Y Sánchez-Camacho también denunciaba una protesta en la Feria de Abril justo después del incidente de la comunión de Navarro. ¿No encuentran que hay demasiadas coincidencias en todo?

 

Y la cosa no se detuvo aquí. La semana pasada alguien serró uno de los troncos del ‘Pino de las Tres Ramas’. Y es evidente que serrar el Pino no sirve para detener el proceso. Quiero decir que el objetivo no era ese, sino provocar una reacción violenta de independentistas catalanes dolidos por la agresión a este símbolo. Y ayer unos gamberros golpearon el coche del ministro Montoro en Vilanova y la Geltrú. Todo ello pinta muy mal, ¿no lo encuentra así?

 

¿Cuál es el objetivo de todo esto? Conseguir la metamorfosis. Que el independentismo pase de darse las manos de punta a punta del país en señal de hermandad, unidad y alegría a repartir palos y comportarse agresivamente. Piense que la Vía Catalana les produjo mucha rabia: aquella imagen tan impresionante, tan potente, tan fuerte les golpeó en el punto más profundo del estómago. No soportan que seamos un pueblo alegre y positivo. Nos querrían amargados, humillados y tristes.

 

¿Y qué debemos hacer nosotros? Pues continuar como hasta ahora. No caer en las provocaciones. Marginar y apartar a aquellos individuos que muestren comportamientos agresivos y violentos entre los que se identifican como independentistas. Sonreir. No dejar de sonreír. Incluso cuando ataquen fuerte. Responder con la sonrisa. E ir a votar el domingo. En masa. Juntos. Cuanto más, mejor. Y celebrar que podemos votar. Y sonreír. Y animarnos, convencidos de que la haremos una revuelta grande. Y con la sonrisa.

 

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