¿Por qué es necesario cuestionar e investigar el franquismo?

ÉSTA es una cuestión frecuente, sobre todo, entre los que no tienen ninguna relación con las víctimas de la Guerra Civil, o entre los que cuentan en su familia con elementos que de alguna manera actuaron en dicha contienda, eso sí, normalmente a favor de los que resultaron vencedores. Desde luego, a otros ni se les pasa por la intención sugerirse esta interrogación, ni ninguna otra, lo cual todavía es peor, porque no esperan ninguna respuesta, se conforman con lo dispuesto por los poderes institucionalizados (…). Pues bien, alrededor de esta pregunta se me ocurren otras cuestiones que quizás, con su contestación, vayan despejando las incógnitas democráticas que se formulan en el título de este artículo, como por ejemplo: ¿por qué no nos cuestionamos la monarquía hereditaria, impuesta por el franquismo y blindada de la crítica por el poder mediático? ¿Por qué aceptamos un modelo de nación que no convence a un alto número de sus habitantes? ¿Por qué no dudamos de una Iglesia católica que apostó por el franquismo, sobre todo, para cuidar y educar a la infancia de su país, y que a día de hoy no ha aclarado su postura desde la Conferencia Episcopal? ¿Por qué admitimos un poder judicial de descarado corte ultraconservador, con genuinas raíces reaccionarias? ¿Por qué, después de la muerte, en la cama del dictador no se instauró el régimen político en vigor antes de la contienda bélica? ¿Por qué cuesta reconocer los campos de concentración, de extermino y de trabajo en suelo español? ¿Por qué el Estado no asume la búsqueda de los desaparecidos? ¿Por qué la cultura de los exiliados y de los ejecutados no es recogida oficialmente en un centro público para uso y difusión de los ciudadanos? ¿Por qué los artistas, científicos, doctores, maestros e intelectuales, entre otros, fueron perseguidos con encono y aniquilados sin más razón aparente? ¿Por qué la mujer fue institucionalizada como un objeto secundario al servicio del hombre y para el hombre? ¿Por qué los servicios bancarios no han renunciado a sus ganancias en el régimen franquista? Como digo, estas interrogantes tan sólo abren un abanico de poco vuelo. Un abanico que con su escaso movimiento refrigere un poco la fiebre de silencio que invade los muchos secretos que, creo, pueden tener su contestación por medio de la caja negra inicial: ¿por qué es necesario cuestionar e investigar el franquismo? Los revisionistas, los que fijan el comienzo de la Guerra Civil en las huelgas de 1934, los que defienden la utilidad actual de la Ley de Amnistía de 1977, los que como Savater definen la Guerra Civil como una contienda donde se cometieron innumerables asesinatos de seres humanos de una y otra ideología, los que piden el olvido de lo que consideran un error histórico, todos ellos se olvidan de que la guerra acabó y que las depuraciones siguieron durante casi cuarenta años, beneficiando tan sólo a los vencedores. Se olvidan de que el franquismo fue un régimen aislado mundialmente, autárquico en su ser, donde se enriquecieron los terratenientes, los cargos eclesiásticos, los oportunistas políticos, los títulos nobiliarios, los bancos y los capitalistas sin escrúpulos, que en su ansia de mantenerse independientes y dominar las parcelas de poder a su cargo, paralizaron cualquier asomo de progreso en este país, evidenciando, de esta manera, que el franquismo fue un movimiento que favoreció indistintamente a los ricos y a las elites afines a su ideología genocida. El drama de la Guerra Civil no puede permanecer eternamente sellado. Como dice Dario Fo sobre Italia, «en este país se abren las investigaciones a todo bombo, pero sólo eso, se abren y luego…», igual que Garzón, abre la lata pero no saca el producto. Una sociedad que reniega de su pasado, no puede construir nada para el futuro. Ese es nuestro pasado, de manera que es necesario integrarlo en la identidad social para intentar que no se repita. Es necesario socializarlo e impregnarlo pedagógicamente. Olvido no es silencio y mucho menos ignorancia. La despersonalización a la que han sido sometidos los desaparecidos durante casi un siglo -desde 1936-, despojados y transformados en un recuerdo anónimo, a veces, tan sólo identificados por la historia de unos sucesos que no se pueden cerrar en falso, se debe conocer y reconocer oficialmente. Es otro de los iconos de nuestra barbarie social. Uno más, entre los que se olvida la historia oficialista. Muchos de los acontecimientos que nos afectan en la actualidad tienen su cuna en el régimen anterior: desigualdad económica y de género; antagonismos políticos que no saben polemizar dialécticamente, aparcando a la función política en la mediocridad; empresas monopolizadoras de carácter privado que no saben salir de la crisis sin apoyo estatal. Por eso, y por otras incógnitas, hay que investigar y cuestionar el régimen franquista, porque es el origen de muchos de los problemas que nos acompañan en la actualidad. Tras el análisis de la caja negra franquista, los resultados demuestran que necesitamos reabrir el ágora de la comunicación como espacio referente, abandonando el canon oficialista, un espacio que estimule el pensamiento y el debate, que avive la polémica y el raciocinio erradicando la violencia del más fuerte, y desde luego, donde prime la ausencia de símbolos y banderas. Para los escépticos, tan sólo recordarles que uno de los secretos del veneno ha sido encerrar la virtud curativa si se le sabe destilar, si se estrujan y analizan sus fuerzas ocultas debidamente. No se le perdona a un hombre durante semanas, meses, años, décadas, la imposición del miedo que destroza el alma con la incertidumbre y paraliza la voluntad de los individuos; nunca ha podido soportar largo tiempo el ser humano la dictadura de un solo hombre sin odiarla. Y ese odio de los sometidos fermenta subterráneamente en todos los círculos. Cuanto más duramente y más tiempo domina el dictador, más crece la antipatía contra la voluntad desmedida. Para finalizar, unas palabras de Isabel Piper, psicóloga chilena, servirán de contestación a los que se hacen la pregunta del título: «…lo que está en pugna no son sólo las interpretaciones del pasado, sino los significados que somos como sociedad y de nuestros futuros posibles».

 

Publicado por Noticias de Navarra-k argitaratua