La orden del «militarote» Mola -el turbio mulo le llama Pablo Neruda-: «exterminio de todos los que no piensan como nosotros», quebró su crisálida. Vuelve a renacer el monstruo de la derecha. Ya no van ni siquiera de demócratas de toda la vida. Se han quitado los antifaces. Tambores de guerra. Los tenían mudos a la espera de una coyuntura más propicia. Ya convocan a Franco, a los Gomá, al yugo y las flechas, a los valores eternos y a la patria -exclusivamente la suya-, la del destino en lo universal. Y hablan de libertad, trágico sarcasmo en sus lenguas pegajosas de odio, de resquemor. ¿Nos van a decir a los que padecimos el franquismo cuál es el sentido desgarrador de su libertad?
Ellos son esa raza perniciosa que se cree llamada por Dios para constituirse en los únicos padres de la patria. Para repartírsela a su antojo. Para inventarse leyes, jueces y cuerpos policiales que protejan sus tropelías: buitres de almas y pueblos. Lo que sobre, para la plebe; y al que rechiste palo y tente tieso.
Ésa es la libertad por la que claman, porque jamás aceptaron otra. Libertad para alienar (atontar) a las masas, para imponer una ética ya fósil y enormemente restrictiva (aunque ellos tengan perpetua bula para infligirla). Siempre un paso atrás, a lo suyo, que es el poder, bendecido por ese sector inquisitorial (¡cuidado con el anticristo¡) de una cúpula eclesial, amancebada con los poderes mundanales. Esa jerarquía habituada a comprometerse con cualquier instancia fascista, Pacelli apoyando a Aldof Hitler y tantos otros episodios de confraternización con las dictaduras sudamericanas. Pura INVOLUCION.
¿Alguien duda de que la descomunal movida pepera persiga otro objetivo que no sea el de volver a rapiñar el poder? Porque, ¿alguien cree que el PSOE vaya a cambiar el modelo de estado? ¿Acaso un partido socialista que renunció a los devaneos federalistas va a proponer la reforma del art. 8 de la constitución?
Mientras esté en sus manos, el PSOE, tan profundamente español como el PP, utilizará todas las armas que estén a su alcance para impedir que se ejerza la soberanía de los pueblos -basko, catalán…- del estado. Hoy, esto es tan meridiano, y el PP lo sabe, que sitúa en los auténticos parámetros todo el histérico alboroto de la derecha. Tienen mono, un lunático paroxismo de poder.
Que para dirimir la contienda por el poder, un estado tenga que traficar con el sufrimiento y los derechos de un pueblo indica los escasos quilates de su democracia. ¡Ah que bien le viene a este estado la pervivencia de ese fantasma paranoico de ETA, tan bien controlado y aprovechado por los poderes fácticos, que no por nuestra amada Euskalerría! Pocos caminos hemos de andar las baskos mientras Francia y España la manejen a su antojo.
EVOLUCION o REVOLUCIÓN
Emerger de una vez de esta coyuntura empantanada, dejando atrás décadas de políticas corruptas y torticeras, exigiría una revolución. Sería como instaurar un estado donde los derechos humanos fueran axiomáticos e intocables. Cada pueblo o comunidad de ciudadanos optaría soberanamente por su configuración política, siendo su criterio absolutamente respetado por las otras comunidades. Por supuesto, sin injerencia alguna de las fuerzas armadas. Estas serían, exclusivamente, garantes del desarrollo de tales derechos.
Evidentemente, no parece que la actual coyuntura ofrezca un caldo de cultivo adecuado para llevar a la práctica esta (para gran parte de la sociedad) utopía. Pero no creo que esta realidad invalide mi planteamiento. Con un pragmatismo, harto cruel, no parece pues que nos ofrezcan otra alternativa que no sea tratar de transformar o evolucionar cautelosamente desde esta involución. Y maldita la gracia que me hace, teniendo en cuenta el avance democrático que no nos permitió aquella nefasta transición y los que la gestionaron. Décadas de sangre, tortura y sufrimiento para Euskalerría, bien merecían otras metas más satisfactorias.
Lo confieso: no me fío. Mis neuronas no dan un penique por la paz y la libertad de Euskalerría mientras la resolución esté en las trifulcas de PSOE y PP o en las componendas de lo jeltzales y aledaños. Con semejantes gerifaltes (los de antaño y los de hogaño), el proceso de nuestro pueblo será una permanente intermitencia entre involución-evolución, evolución-involución. Un permanente querer y no ser, quizás hasta dejar de ser.
DEVOLUCION
ZP pontifica: «Navarra será lo que los navarros quieran, dentro del marco de la constitución». Miguel Sanz convoca a las huestes franquistas «por el fuero y en defensa del amejoramiento, la libertad (la suya para seguir controlando el cotarro) y para que Navarra, no sea moneda de cambio».
El espíritu del amejoramiento: Avanzado el s. XIX, Navarra perdió (le arrebataron) la condición de reino; se confirmaron sus fueros sin perjuicio de la unidad constitucional (…) conciliando (los intereses) de Nabarra con el general de la nación y de la constitución de la monarquía. Es decir Navarra será, en definitiva, lo que interese a la monarquía española, y no a los nabarros . La ley paccionada de 1841 se gestó alevosamente a espaldas de un pueblo desangrado por años de contienda. La trama del amejoramiento, entre cuatro franquistas y cuatro colaboracionistas de UPN y del PSOE, de igual modo a espaldas del pueblo. Fue un trágala que el pueblo navarro hubo de asumir sin comerlo ni beberlo. Ni Sanz ni Zapatero están dispuestos a cambiar un ápice los hechos y la metodología.
En una palabra, que en lo que toca a la soberanía navarra, tanto monta Sanz como Zapatero. Nadie va a vender Navarra porque ya está vendida. La manifa del 17 no pasa de ser otra abyecta escaramuza más de la ultraderecha (pepera o upenera, tanto da) en su agónica carrera por el poder.
¿Qué podemos decir el resto de los navarros (sobre todo los que reivindicamos un estado soberano para navarra), asqueados de tanta manipulación, mentira y despilfarro del erario público? Aquí pueden arribar los unionistas del Glasgow a embadurnarse de cerveza hasta el alma, pueden venir todos los pendejos de la turbamulta cochambrosa sanferminera. La gente protestará lo habitual, o como mucho dibujará una mueca despectiva o indiferente. Pero nada irá a mayores.
Pero que un político «descabezau»convoque a todo el fascio carpetovetónico para gritarnos a los navarros quiénes somos y hemos de ser, es una tropelía y gravísima ofensa contra la dignidad de nuestro pueblo.
¿Alguien se pregunta porqué han de venir precisamente a Navarra y no a Cuenca, a exigirnos carta de españolidad? Evidentemente, porque ni ellos mismos lo creen. Que nos dejen hablar, a ver qué pasa.
Es por todo esto por lo que exijo para que, de un vez por todas, nuestro pueblo recupere su dignidad: La DEVOLUCIÓN del patrimonio histórico y cultural que nos saquearon. La DEVOLUCIÓN de nuestras instituciones democráticas. La DEVOLUCION del derecho a ser lo que queramos ser y en definitiva de nuestra soberanía, para que realmente dejemos de ser para siempre una moneda de cambio.
Srs, políticos, ¿de verdad aman Navarra? Pues empiecen a convocar manifestaciones por la total reintegración foral, que ésta es nuestra soberanía. ¡GORA NAFARROA! (miseria y vergüenza que el presidente de todo un parlamento navarro ignore la lengua de los navarros, siquiera para tan nimia expresión. ¡Eso es cultura y amor a la patria, sí señor!)