Como es sabido, las independencias no se improvisan, salvo, por supuesto, la nuestra. Y, aunque el panorama actual no invite al optimismo, no hay que olvidar que hay trabajos que deben realizarse desde ahora, como inversión imprescindible para cuando vengan tiempos mejores. En todo proceso de emancipación nacional existen dos áreas básicas, estratégicas, como son Interior y Exteriores, en las que deben dominar el conocimiento de la materia, la inteligencia, la discreción y, como es lógico, un elemental sentido de Estado. En el ámbito exterior, ahora mismo, inciden la Generalitat de Catalunya (con 15 delegaciones del gobierno, más 40 oficinas de comercio exterior e inversiones y el Institut Ramon Llull), el Consell per la República, la ANC, Òmnium Cultural y, finalmente, 106 casals catalanes activos, entidades éstas con personalidad jurídica propia en los países donde están establecidas. A pesar de coexistir en un mismo territorio, no todas tienen exactamente las mismas funciones, dada la naturaleza y los objetivos iniciales que hicieron posible el nacimiento de cada uno de los agentes catalanes en el exterior. Tal y como están las cosas, quien puede tener menos margen de maniobra en el ámbito internacional es, paradójicamente, la Generalitat, puesto que tiene encima, permanentemente, todos los ojos del Estado fijos en ella, en cada movimiento que haga y en cada centavo de euro que mueva. Sin embargo, su papel institucional es insustituible, fuera del país, pero sobre todo en el interior, con una relación regular, elegante, cuidada y eficaz con el cuerpo consular, pensada para ser llevada con la delicadeza máxima.
Nunca se producirá reconocimiento internacional alguno de un sujeto político catalán si el mundo y cada uno de los estados que lo integran no conocen antes, mínimamente, su existencia. Para reconocer, antes debe conocerse. Por eso es necesario potenciar la promoción y la difusión de todos aquellos elementos que generen simpatía, prestigio y atracción hacia nuestro país y su causa de libertad nacional. Asimismo, hay que ir preparando el terreno a la avanzada para cuando sea necesario, en serio, la complicidad exterior capaz de forzar desde las diferentes sociedades civiles que sus respectivos estados se muevan en el terreno de la diplomacia y la presión internacional directa y a través de los organismos representativos, regionales, continentales o mundiales. Con el objetivo de que, cuando el día llegue, no tengamos que volver a improvisar y avanzar a tientas, hay que haber hecho antes el trabajo necesario de saber quiénes son o pueden llegar a ser los ‘nuestros’, los amigos de Cataluña. Es con esta finalidad porv lo que debería elaborarse un inventario (probable) de complicidades (IPC), con nombres y apellidos de las muchas personas que, en cada país, son susceptibles de ser metidos en la lista.
Este IPC debería incluir prensa, radio, televisión y medios digitales, empezando por los de talante más democrático y progresista, más susceptibles de ser sensibles a una causa liberadora y democrática como la nuestra. Debemos saber, donde tengamos posibilidades de conocerlo, cuáles podrían ser estas personas, algunas de las cuales seguro que ya se manifestaron de algún modo en los momentos más álgidos de la acción pacífica y democrática del pueblo catalán, con la consiguiente reacción violenta y antidemocrática de la autoridad española. Lo mismo podríamos decir de universidades, colegios de educación superior, academias, centros de estudio e investigación, en lo que se refiere a sus miembros y cuerpo docente. Habría que detectar la posible posición de los nombres más populares o con mayor ascendencia en cada lugar, sean escritores, deportistas, científicos, artistas, actores o músicos, a propósito de Cataluña. Algunos de estos nombres ya han tomado posición pública y habría que darles más resonancia para potenciar su compromiso y vínculo con nosotros. Asimismo, sobre todo en América Latina, no se puede olvidar que hay hijos y descendientes de exiliados republicanos o de anteriores emigrantes económicos que han llegado a tener un estatus destacado en la sociedad, en el mundo de la cultura, deporte, la política o la empresa. En México, varios ministros y, hasta hace nada, el ministro de Exteriores de un importante país de América del Sur y, ahora mismo, incluso un presidente. También deben tener un sitio en el IPC todos los galardonados con el Premio Internacional Cataluña o los numerosos doctores honoris causa distinguidos por las diferentes universidades catalanas o escritores de renombre universal que tienen obra editada en catalán. Tanto a éstos, como a otros de quienes se hayan detectado simpatías procatalanas, hay que tenerlos regularmente informados de la evolución de la situación, de nuestros avances y metas, así como de la represión judicial, política y policial española y obstrucción permanente a cualquier iniciativa catalana, por mínima que sea. Y será bueno conocer qué catalanes son conocidos y cuentan con cierta simpatía en los diferentes países (deportistas, cantantes, escritores, intelectuales, empresarios, actores, actrices, dramaturgos, músicos, etc.), relacionarlos con nuestro proceso emancipador cuando así sea posible y contribuir a hacerlo saber en sus respectivas sociedades.
Un IPC de estas características requiere dedicación y conocimiento del sitio y nunca será el resultado de una acción hecha deprisa y corriendo, sino consecuencia de una tarea seria y discreta que alguien debería coordinar, con la misma discreción y eficacia exigible a quienes lo elaboren. Los diferentes agentes exteriores catalanes, coincidentes en un mismo punto geográfico, deben coordinarse, sabiendo que, si bien tienen funciones distintas, comparten un mismo objetivo: crear las condiciones para que cuando el día llegue se pueda activar la respuesta civil y política más adecuada de apoyo a la decisión catalana de querer ser Estado. Las acciones a realizar, en ese momento, en el ámbito internacional pueden adquirir tal magnitud que, por sentido común y por no actuar a la catalana explicando siempre qué hacemos y cómo a nuestros enemigos, no detallaremos aquí y ahora. Pero no habrá más pasos sin el primer paso.
LA REPÚBLICA.CAT