Indignación y miedo

Hace tres semanas, unos amigos y yo decidimos acudir a un concierto desde nuestro pequeño pueblo navarro hasta Donosti. Por el camino recogimos a 2 extranjeros, belgas concretamente, que hacían auto-stop, los cuales, por cierto, se mostraron agradecidísimos, puesto que debían llevar allí más de una hora sin que ningún conductor parara. Tras un peaje en la A-1 nos encontramos un control considerable de la Guardia Civil y, por supuesto, al tratarse de gente joven, y presumiblemente vasca, nos pararon. Tras comprobar que no teníamos antecedentes comenzó el registro; fue exagerado, nos removieron todo el interior del coche, y pocos sitios de nuestro cuerpo quedaron sin explorar. Todo esto no nos sorprendió demasiado, no así a nuestros acompañantes belgas. Los dos estaban pálidos y muy nerviosos. Tras pasar el control, los autostopistas comenzaron a hacernos preguntas sobre aquello, y no paraban de repetir lo increíble y exagerado de aquel control, comentaban que jamás habían visto algo parecido, y se sorprendían aún mas cuando les decíamos que nosotros pasamos uno de ésos, de media, cada 15 días.

Entonces fue cuando nos dimos cuenta. Estamos acostumbrados a la represión policial, al abuso de la autoridad, al miedo, a la tensión y, por supuesto, a los aires de superioridad de los agentes de todo tipo de autoridades, ya sean Policía Nacional, Policía Foral, Guardia Civil o Ertzaina. Nos han hecho olvidar nuestros derechos a base de controles con registros improcedentes, burlas, ofensas, amenazas… Al fin y al cabo, a base de meternos miedo. El problema no es sólo ése, me explico: tenemos que ocultar nuestro pensamiento e ideas, es como si fuera una dictadura. Cuando realizamos un desplazamiento en coche, somos conscientes de que es muy posible que haya algún control, y si por casualidad llevas una camiseta con una ikurriña o una pegatina euskaldun, nada que sea ilegal, claro, sabes que estarás 1 hora más parado, y que tendrás que escuchar al agente de turno humillándote y metiéndote miedo con frases como: «si te meto una paliza y te echo al río, ¿quien se va a enterar?».

Toda esta situación ha llegado demasiado lejos y es hora de denunciarlo. Vivimos nerviosos sin motivo, la Policía nos acosa y nosotros no podemos hacer nada. Pese a no tener nada que ocultar y tener todo legal, es miedo lo que sentimos al llegar a un control, miedo de no quedarte aislado con ellos, miedo de que cumplan sus amenazas.

Espero que esto sirva de algo, la indignación de la juventud en general es mayúscula, y si además el Gobierno les apoya, no tenemos escapatoria.

Publicado por Noticias de Navarra-k argitaratua