¡Juntos vivimos, juntos decidimos!

Efectivamente, ciudadanos nabarros somos, en Euskal Herria vivimos y en Euskal Herria queremos decidir. El lema es de Z-PSOE y la reflexión de un ciudadano de a pie, la diferencia en la interpretación es abismal.

Primero, ¿quien y cómo se ha decidido que la voluntad de los ciudadanos vasco(ne)s se tiene que diluir junto a los millones de votos emitidos del Tajo para abajo? Está claro. ¿Quien? Aquellos que no reconocen la existencia real de la ciudadanía vasco-navarra y por ende niegan que como pueblo sean sujetos de derechos democráticos. ¿Cómo? Con todos los medios y aparatos acumulados en cientos de años de ocupación y sometimiento.

Segundo, ¿son legítimas las estructuras franco-castellanas que partieron en dos y se repartieron el Estado Nabarro, único representante de la voluntad manifiesta de los vasco(ne)s? Respuesta: No, si nos atenemos a los métodos violentos utilizados para la ocupación y sometimiento de los naturales. A saber: año 1054, Fernando I manda asesinar al monarca nabarro Garcia III en la frontera de Nabarra con Castilla-Leon, Atapuerca, como consecuencia invaden La Bureba. 1076 apropiación de Najera, sede de la corte nabarra. 1154 Leonor vende Akitania. 1199 sitio y rendición de Gasteiz, paso previo a la invasión de Alaba, Gipuzkoa y Duranguesado. 1512 invasión de Nafarroa Garaia eta Beherea. El 7 de noviembre de 1659 los monarcas franco-españoles firman en la Isla de los Faisanes de Irun el tratado de los Pirineos que ha permitido hasta hoy la colaboración de los dos estados ante cualquier reivindicación unitaria de los habitantes del norte y sur de los Pirineos.

Tercero, ¿es posible la paz? Por supuesto que sí. En el contexto de un Estado Europeo de naciones no tiene ningún valor ni sentido la persistencia de las viejas estructuras que se repartieron los territorios en función de su poderío militar al margen de la voluntad de sus habitantes. La estructuración de Europa se hará a parir del reconocimiento y el respeto a la libre determinación de las decenas de pueblos que la habitan y en igualdad de condiciones para todas ellas, o fracasará. Si triunfa Europa, la partición de los territorios vasco(ne)s por los Pirineos y en vascongados y nabarros no tendrá ningún sentido. Y la paz permanente vendrá con la reparación de los perjuicios causados a los vasco-nabarros durante siglos y con el reconocimiento mutuo de los pueblos a la existencia de los otros.