VAN a cumplirse siete años desde que ocurrió el vergonzoso cierre del diario vasco Euskaldunon Egunkaria. Este mes comienza el juicio, inicialmente contra cinco encausados, en el que se les acusa de presunta pertenencia a ETA, y a otros ocho encausados, en un segundo juicio, por presuntos delitos económicos.
Ya de salida a uno le resulta ciertamente sorprendente que la propia Fiscalía del Estado haya solicitado el archivo definitivo del caso, es más, la acusación del Estado sostiene que no tiene base ni se puede sustentar en prueba alguna. Entonces, ¿a qué viene todo esto? ¿Y porqué
Uno, que para estas cosas es un tanto inocente, llega a cuestionarse el porqué de esta pérdida de tiempo, y porqué se despilfarra tanto el dinero de los contribuyentes como los recursos de la justicia. Hay quienes se cuestionan sino será porque nos encontramos ante un juicio político o ante una extraña fobia hacia todo lo vasco y, visto lo visto, argumentos para hacerlo no les faltan.
Pero en todo esto hay muchísimo en juego, empezando por la libertad de estas diez personas inocentes, ya que piden para ellos, basándose en conjeturas y sin pruebas plausibles, penas de hasta 300 años de cárcel y a pagar 234 millones de euros.
A esta sinrazón hay que aunar que cinco de los encausados denunciaron a
Cuando quienes defendemos que el cierre del diario Egunkaria y el juicio contra sus trabajadores suponen una negación de la libertad de expresión y un ataque a la pluralidad informativa que toda democracia debe respetar y defender, no nos faltan evidencias ni razones para tal aseveración. Sin embargo, hay quienes ante este tipo de manifestaciones se sienten ofendidos, sin duda porque carecen precisamente de esa actitud democrática. Tal vez treinta años de democracia no sean suficientes para algunos.
O cuando afirmamos que se trata de un ataque contra el euskara y la cultura vasca, contra el derecho de los vascos a desarrollar unos medios de comunicación propios, hay quien está empeñado en negárnoslo. ¿A dónde hemos llegado que nos hacen cuestionarnos si tenemos o no derecho a expresarnos y a vivir en nuestra propia lengua y a divulgar nuestra cultura? Por otra parte, es del todo necesario solidarizarse con todas estas personas que van a ser juzgadas y defender los derechos democráticos que se ven conculcados por este proceso y cuyo recorte nos afecta a todos. Un recorte de las libertades que hay que denunciar y luchar contra ello con uñas y dientes por los derechos que nos asisten, porque no se trata tan sólo de los de ellos, sino de los de todos.
Si esto mismo os sucediera a vosotros, estimados lectores: recorte de la libertad de expresión, ataque a la pluralidad informativa, agresión al desarrollo de vuestra cultura y de vuestra lengua, atentado a los Derechos Humanos por las torturas sufridas, ¿qué estaríais dispuestos a hacer por vuestros derechos y libertades? ¿Y por los de vuestros hijos e hijas?
El Euskaldunon Egunkaria era un diario vasco, íntegramente en euskara, cuyo único delito probado había sido fomentar valores como la independencia, la pluralidad, el progresismo y promover el euskara. ¿No será acaso esto lo que se está juzgando realmente? Si esto es así, es para sentirse abochornado, no sólo por el acto en sí, sino por la omisión de ayuda por parte del resto de medios de comunicación, que deberían de estar todos a una defendiendo a unos colegas que únicamente han realizado su trabajo y han ejercido su derecho a la libertad de expresión. Lo que me lleva a preguntarles a estos medios de comunicación, ¿es que acaso habéis olvidado vuestros fundamentos?
Pensemos, a su vez, que como ciudadanos podemos hacer mucho: por ejemplo, exigir a