Hoja de ruta

«Es imprescindible la convocatoria de una asamblea de parlamentarios «

Por Cataluña, un paso adelante (Joan Salvat-Papasseit)

La sentencia contra el Estatut es aún más dura de lo que el resumen inicial indicaba. La voluntad catalana ha sido pasada por el aro homogeneizador, uninacional, monolingüe y antidemocrático. El tribunal ha secuestrado la Constitución, ha suplantado al legislador y ha insultado al pueblo catalán. España ya tiene el estado que quería y tal como lo quería, con los catalanes como contribuyentes de primera y ciudadanos de segunda. Sien embargo ¿nosotros queremos estar, en estas condiciones tan desventajosas en todos los ámbitos? Si hacemos caso del sentimiento mayoritario expresado el sábado en la manifestación, todo hace pensar que no.

La cita del paseo de Gràcia ya es un referente histórico de un cambio de mentalidad, porque mucha gente ya ha abandonado el arrebato de la autonomía para abrazar el diseño de la soberanía. Banderas de países muy diversos estaban junto a la catalana, como muestra de la Cataluña de hoy y de que los nuevos catalanes procedentes de la inmigración no olvidaban su tierra de origen. Al mismo tiempo, era la primera vez que la comunidad catalana se coordinaba en una acción internacional, en Europa y América, a menudo ante la representación diplomática española, como rechazo a la sentencia y compromiso con la nación catalana y su derecho a decidir. Fracasada la vía autonomista, ahora también el federalismo ha naufragado contra las rocas de un tribunal que la única vez que menciona la palabra federal es para prohibirla. El federalismo, pues, también ha sido declarado inconstitucional.

Y ahora, ¿qué hacer? Se acerca una etapa de alta conflictividad competencial y de tensiones inevitables con el Estado, el cual deberá hacer cumplir la sentencia. En estas condiciones nos equivocaremos si menospreciamos lo único que tenemos: el Estatuto recortado, con todas las instituciones y los principios que aún se configuran en el mismo. La Generalitat es nuestro Estado y es la Generalitat desde donde tendremos que dar cada paso de cara al futuro. El sábado, el pueblo estuvo a la altura de la historia. ¿Lo estarán, ahora, los partidos y sus dirigentes?

Creo que es imprescindible la convocatoria de una asamblea de parlamentarios, con todos los representantes catalanes en el Parlamento de Cataluña y en el Europeo, el Congreso de Diputados y el Senado, en paralelo a una asamblea de municipios, donde se debería pactar un programa mínimo de transición, con medidas legislativas y de refuerzo de los instrumentos de oposición jurídica a la sentencia. El programa debería formar parte de la propuesta electoral de los partidos catalanistas y habría que actuar de forma conjunta y coherente en todas las cámaras, sin olvidar la realización de gestos simbólicos que permitieran visualizar toda la fuerza de los diputados y diputadas elegidos en Cataluña, actuando unitariamente.

Para que sea creíble la voluntad de acción conjunta, los partidos podrían comprometerse a ceder la presidencia del Parlamento a la oposición, firmante del acuerdo, que no formara parte del futuro gobierno. Sería un gesto de unidad, madurez y responsabilidad nacional que, sin duda, la ciudadanía valorará favorablemente, porque inspiraría confianza y ánimos a todos. Si la complejidad de la situación así lo requiriera, no debería descartarse un gobierno de concentración nacional, capaz de conducir todo el proceso de transición, que debería culminar en el 2014, al final de la legislatura, en la convocatoria de un referéndum donde pudiéramos decidir el futuro de nuestras relaciones con España y los otros países del mundo.

Fracasadas todas las vías para encontrar solución a las necesidades de Cataluña, sólo queda una por experimentar y que depende sólo de nosotros mismos: la independencia. Con la aceleración del proceso histórico producido en los últimos años, no podemos esperar ni hacer esperar más. Hay demasiado tiempo perdido y demasiado frustración acumulada.

Cuando un pueblo sale a la calle no puede haber una nueva decepción, por miedo, dudas o incapacidad. El pueblo ha empezado a caminar del Estatuto hacia el Estado. ¿Quién lo acompaña, haciendo pasar el país por encima de las próximas elecciones?

Publicado por Avui-k argitaratua