Hacia la independencia

Desde una perspectiva teórica, la legitimidad de las reivindicaciones
independentistas cuenta hoy con un renovado arsenal de argumentos a partir
de los valores mismos de las democracias liberales. Y hay que recordar que
muchos estados se han formado históricamente a través de guerras,
invasiones, cambios violentos de fronteras…, todo ello muy alejado de los
valores democráticos.

Desde una perspectiva práctica, la perspectiva de la secesión puede evitarse
si se establecen modelos de carácter consociacional o de federalismo
plurinacional. Pero en el caso español, todo apunta a que ya han pasado los
tiempos en que se creía posible llegar a acuerdos que acomodaran
constitucionalmente a los diversos colectivos nacionales que conviven en el
Estado. El Estado autonómico constituye un flagrante fracaso en términos de
pluralismo. Hoy estamos sumidos en una profunda crisis económica y política.
La primera acabará por pasar; la segunda está por quedarse más tiempo.
Frente a este panorama, en Catalunya y el País Vasco la independencia
deviene un objetivo cada vez más plausible. Es uno de los temas más
importantes y decisivos que una colectividad política puede plantearse. No
cabe dejarlo a la improvisación o a la frivolidad de análisis superficiales
y meramente emotivos. A continuación se indica un decálogo de factores que
un movimiento independentista debe procurar establecer o tratar de evitar.

Cosas que establecer:

1) Una mayoría social a favor de la independencia. Este es el factor clave.
Implica una estrategia de las fuerzas políticas y de la sociedad civil para
lograr dicha mayoría. Debe reunirse bajo un mismo objetivo a los
independentistas convencidos y a los independentistas estratégicos (o
instrumentales). La composición de la población de Catalunya es
culturalmente compleja. Y es lógico que la independencia despierte recelos
ideológicos y cierto escepticismo práctico en determinados sectores
sociales. Se debe llegar a todos con la máxima transparencia y sin partir de
una supuesta superioridad moral.

2) Un proyecto transversal basado en valores, datos empíricos y proyección
de futuro. Razones de peso a favor de la independencia no faltan, más bien
sobran. Las hay de carácter económico (déficit de infraestructuras; déficit
fiscal catalán del 10% del PIB – un auténtico expolio en términos comparados
que rebaja la competitividad en el mundo global-);razones de carácter social
(los índices de bienestar de una Catalunya independiente podrían ser
semejantes a los de Suecia o Canadá); razones políticas (aumento de poder de
autogobierno y en la escena internacional); razones de carácter simbólico,
lingüístico, cultural, deportivo…

3) Un pacto entre las fuerzas políticas catalanas y de la sociedad civil
favorables a la independencia que recoja, no sólo el objetivo final, sino
las principales «estaciones intermedias» del recorrido. Un pacto abierto a
otras fuerzas y sectores sociales. (En tiempos de la revolución americana se
decía «United we stand, divided we fall»).

4) Un liderazgo claro del proceso que sea identificable en términos sólidos
y creíbles, tanto por los actores políticos nacionales como por los
internacionales.

5) Referéndum. Es un instrumento, no un fin en sí mismo. Previsiblemente su
organización será cosa exclusiva del Parlament y del Govern de la
Generalitat. La
legalidad española no lo permitirá jamás. Por tanto, llegado
el momento, no deberá hacerse a través de esta última, sino a pesar de ella,
contando con complicidades y observadores internacionales. Debe organizarse
con el consenso de la mayoría de las fuerzas políticas catalanas y cuando
haya claras posibilidades de un resultado favorable a la independencia.

Cosas que evitar:

6) El independentismo emotivo de reacción. Aquel que sólo responde a una
agresión concreta (por ejemplo, la sentencia del TC), pero que se diluye al
cabo de pocos días como espuma de cerveza.

7) El independentismo adolescente, que quiere tenerlo todo en el primer
momento, pero se muestra incapaz de calcular los costes de las iniciativas
yde establecer prioridades, alianzas y estrategias a medio plazo.

8) El minifundismo organizativo. El mundo independentista cuenta con una
miríada de grupos minúsculos, plataformas personalistas enfrentadas,
etcétera, que erosionan la imagen y la eficacia del movimiento político que
defienden.

9) El independentismo con adjetivos. La vinculación de la independencia a
que esta vaya acompañada de adjetivos como de izquierdas,ecológico,de
mercado,etcétera. Ello confunde el objetivo sustantivo, la independencia,
con los aspectos que reivindicar una vez que se consiga esta.

10) Que el Parlament implemente iniciativas populares de referéndums
inmediatos que no cuentan con la necesaria complicidad de los partidos
catalanistas ni con garantías de éxito electoral.

Un movimiento en favor de la independencia supone un tema de gran calado
político que requiere compromisos sólidos en el objetivo y la estrategia que
seguir. También implica tejer alianzas internas e internacionales y asegurar
una mayoría social favorable. Todo ello es posible, pero requiere
profesionalidad, optimismo, razonabilidad argumentativa y racionalidad
estratégica. En caso contrario, el proceso probablemente abocaría a una
frustración colectiva durante décadas.

F. REQUEJO, catedrático de Ciencia Política (UPF) y coautor de ´Political
liberalism and multinational democracies´, Routledge 2010. www.
ferranrequejo. cat

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua