Que lo que no se nombra no existe, siempre lo tuvo muy claro una historiografía como la española.
Justamente esa historiografía que nos aburrió con los caudillos -¿iberos?- Indíbil y Mandonio, con Viriato, Pelayo, la jarcia goda, el Cid…
Y por supuesto los discutibles beneficios de la reconquista, Colón y lo que en puridad no pasó de un genocidio como la invasión de América.
Sin olvidar –hasta ahí podíamos llegar-, a los reyes católicos. A ese, por siempre falsario… Y su imperio, germen de esa España zángana e inquisitorial, de misa y pandereta, tan mísera como jactanciosa, tan intolerante como pretenciosa… etc…etc…
Esa historiografía, la de los Austrias, Borbones, Franquistas, fascistas que nos ocultó, o soterró o manipuló, la realidad de nuestro Reino –nuestro estado-.
La que ignoró o tergiversó nuestros fueros –nuestra constitución- denominándolos maliciosamente como privilegios…
Que de sobra son conocidos, esa pléyade de “historiadores”, pesebreros y trafulcas que tan rumbosamente pagó y paga el Imperio…
Y aunque tarde, que dicen que la historia es una señora de digestiones lentas, los navarros y toda Vasconia, pudimos cruzar los umbrales de los archivos oscuros, de las estancias cerradas y polvorientas…
Abrimos los viejos ajimeces y desempolvamos los legajos perdidos y recompusimos documentos y actas quebradas…
Entonces descubrimos que la historia que los invasores (castellanos o españoles, tanto monta…) nos habían contado, no pasaba de una sarta de mentiras, tan humillantes como hediondas…
Para entonces, lamentablemente, en las villas y pueblos de nuestra tierra se nos habían colado muchos traidores, que se habían vendido al invasor y que con la fuerza de éste, se adueñaron de nuestras instituciones, manipulándolas hasta desvirtuarlas y dejarlas en manos del usurpador…
Cinco siglos para que los navarros olvidáramos la tragedia de Getze, a los que murieron y porqué.
Cinco siglos para ignorar lo que fuimos y el mensaje… Que los mensajes mantienen el espíritu y la memoria de los pueblos…
Porque este proceso y proyecto, de recuperar la memoria histórica, que a sangre y fuego se arrebató a nuestro pueblo, para muchos de nosotros adquiere especial significado en la colina de Getze…
No es sólo la emoción de ser testigos de que por las venas de Navarra todavía fluye sangre soberanista, es sobre todo el compromiso, cada vez más nutrido, que nos juramenta para recomponer nuestra cultura y las instituciones usurpadas…
Y al propio tiempo en Getze, evocamos el tiempo y las posibilidades perdidas, la dignidad de nuestros antepasados, y el derecho irrenunciable a mantener bien enhiestas, las esperanzas y los sueños para un día poder proclamar la soberanía del estado navarro.
Efectivamente, son muchas, urgentes y dolientes, las evocaciones perdidas en Getze.
¡Que nadie nos robe nunca más nuestra memoria histórica!