Germà Bel: «La cuestión no será si toleran el 9-N, sino qué hacen para impedirlo»

Catedrático de economía de la UB y experto en infraestructuras, en el que se significó en 2010 con el libro ‘España, capital París’, Germà Bel i Queralt (las Casas de Alcanar, 1963) ha entrado en el análisis sociológico del proceso con la obra ‘Anatomía de un desengaño’, publicada en noviembre. Exdiputado en Madrid por el PSC y exasesor del gobierno del Estado, se ha convertido en una de las voces más reputadas para analizar la actual situación política y económica en Cataluña. Así, también forma parte del Consejo Asesor para la Transición Nacional, aunque aclara que no contesta a nada en esta condición. El miércoles protagonizará una nueva sesión del ciclo Momento cero en el Born Centro Cultural.

Intentar decidir si haces un Estado nuevo a partir de que te clarifiquen las políticas es absurdo, expropia el futuro

Las opciones económicas se deciden en el Estado, no en Europa; quien no entiende esto no ha entendido el juego

– La renuncia de Navarro ha desatado la crisis en el PSC. ¿Es Miquel Iceta el líder adecuado?

Por sus capacidades políticas personales, probablemente es la persona más indicada en este momento, teniendo en cuenta que quien se haga cargo debe tener un apoyo mayoritario y potente. Ahora, la posición política del PSC en los últimos años es la que ha fijado gente como Iceta. Por tanto, no cabe esperar ningún cambio, aunque seguramente le sabrá dar un tono más agradable. Muchos pensamos que la dinámica del PSC es sobre todo consecuencia de las posiciones políticas, y no de las características personales de los dirigentes que la han conducido en la última década.

– También Madina apunta a nuevo líder del PSOE, y dijo que no le daba miedo una consulta legal, aunque al día siguiente rectificó…

A Madina le ha tocado rectificar una frase en la que no había dicho nada concreto, este es el estado de la situación. Veo políticamente inviable que el PSOE acepte la consulta, independientemente de la voluntad que tenga una parte más o menos significativa del mismo, que por otra parte no me consta. No nos engañemos, todo eso de consulta legal y acordada no quiere decir nada, y la gente lo ha aprendido.

– ¿El trono de Felipe VI supondrá algún cambio para el proceso catalán?

No sé qué actuación podrá tener como suavizador de tensiones, pero, en cuanto a cambio formal, no puede haber ninguno. Ni por su papel institucional ni por sus convicciones esperaba que en el primer discurso hubiera algún gesto de iniciativa política que, por otra parte, me habría parecido inapropiado. En todo caso, no era el día en que se podía ver un cambio.

– Se acerca el 9-N, y no parece que el Estado pacte o tolere nada al final.

No sé el comportamiento de las instituciones del Estado. La cuestión de si la consulta sale adelante no es tanto si la tolerarán, sino qué harán para impedirla. Y no es lo mismo que la noción de tolerancia como voluntad, sino como resultado de su inactividad.

– ¿Los partidos catalanes la impulsarán igualmente contra el Estado?

No sé qué pasará en noviembre, pero veo más probable ahora que hace ocho o nueve meses que haya una consulta en sentido estricto. La necesidad de certeza es un vestigio del pasado que impide progresar en todos los aspectos de la vida, la gente no se ha dado cuenta de que estamos en el siglo de la incertidumbre. Es naïf esperar respuesta de algo que no está bajo tu control. Los economistas hemos aprendido que hacer predicciones es el mejor camino para equivocarse.

– Si retiran las urnas y suspenden la autonomía, ¿se habrá ganado?

Las instituciones del Estado tienen a su disposición todos los instrumentos legales y prácticos. En un escenario así, la cuestión definitiva sería de qué manera la mayoría de la sociedad catalana lo aceptaría o lo rechazaría, dando por hecho que es cívica y pacífica. La capacidad de reacción de los catalanes sería definitoria en este supuesto de negación de la voluntad democrática.

– ¿Movilizaciones como la de la próxima Diada pueden ser clave?

Quién quiera prever qué acciones hará debe hacer escenarios sobre las de otros sujetos. Y cuando las instituciones del Estado hagan hipótesis sobre lo que pueden emprender, algo que analizarán con mucho cuidado, es qué pueden esperar como reacción de los catalanes. Por lo tanto, la demostración de voluntad amplia es un elemento importante en el proceso.

– El debate ahora es sólo si tenemos legitimidad para votar, pero no qué haremos con la independencia. ¿Es tiempo perdido?

No. Cuando la gente decide que quiere constituir un país en un Estado, no decide qué políticas se harán, sino que serán los miembros de esa comunidad política los que las decidirán. Entiendo la curiosidad e inquietud de intentar hacer tangible que hay cosas que se pueden hacer mejor, es normal que la gente exprese voluntades e ilusiones, pero también los hay que lo hacen depender de eso porque les resulta incómodo pronunciarse. ¿Entonces el contrato por cuánto tiempo lo hacemos? Intentar decidir si haces un Estado nuevo a partir de que te clarifiquen las políticas que se harán es absurdo, porque se están expropiando las decisiones del futuro.

– Se ha dicho que la crisis ha desencadenado el estallido del soberanismo. Si conseguimos, ¿se desinflará?

El proceso no es consecuencia de la crisis económica; si miramos los perfiles, los parados dan menos apoyo a la independencia. Son cosas diferentes, porque el proceso de opinión que se ha dado en Cataluña no viene del 2008, viene de mucho antes. La crisis puede ser un estimulador, pero no es la causa.

– ¿Pero estamos saliendo de la crisis?

Hemos salido de la recesión, a base de un déficit público insostenible. El gobierno estatal ha hecho volar muchas palomas, y desde Europa ha habido mucho interés hasta las elecciones en que las cosas estuvieran lo más estables posible. El 2014 es mejor que 2012, pero hace muchos años que los gobernantes españoles han evitado decir que la crisis tiene unas causas muy profundas imputables a un error del modelo económico implantado por Aznar y seguido por Zapatero. La salida de la crisis es larga, y lo será más cuanto más se tarde en hacer reformas estructurales más decididas, que den flexibilidad a los agentes económicos, permitan innovar, eliminen sobrecostes y nos hagan un país con la economía más comparable al centro y el norte de Europa.

– ¿Pero no se habían hecho ya?

Sólo parcialmente, y en parte bien y en parte mal, en el sector laboral, porque los sindicatos han estado en posición de debilidad por la situación de desempleo. Pero la cuestión es que en España no hay suficiente voluntad ni vigor para hacer las reformas que necesita la economía, justo porque la gente que está en las instituciones es la que sale beneficiada de no hacerlas.

– ¿Por ejemplo?

La ley de servicios profesionales y monopolios, que debía regular los de las notarías, registradores de la propiedad o servicios jurídicos. Todo esto son sobrecostes para los ciudadanos y las empresas, si lo comparamos con otros países. La UE hace dos años que lo está alentando, pero todos los implicados saben que la ley sólo entrará en Cortes cuando no haya tiempo para tramitarla. Hay una serie de gente que apoya la estructura del Estado en la capital y las provincias que con ello tiene las rentas legales garantizadas, así que no cambiará. Dicen: «En Europa son muy malos, menos mal que no ha habido rescate, porque nos habrían hecho hacer cada cosa…» ¡Esto nos habrían obligado a hacer!

– Así que habría convenido el rescate.

Con un rescate global, habríamos tenido financiación más barata, y nos habrían impuesto reformas como las que han hecho los países que tienen mejor cohesión social y bienestar individual. La oposición radical al rescate, aparte de ser un tema de autoestima y de nacionalismo económico, es una defensa de privilegios de situación.

– Se acaba de aprobar una rebaja de impuestos para el próximo año…

Es indecente, por el simple criterio de que vienen unas elecciones. Con la rebaja de impuestos del PP, como la de hace diez años, con la excusa de beneficiar a las rentas bajas -que, por cierto, las bajas de verdad no pagan IRPF-, habrá una bajada fuerte a las altas en un momento con problemas grandes para pagar becas de comedor escolar. Y la comparación es pertinente, porque las becas salen de la financiación de servicios educativos y sociales, que viene de tributos como el IRPF o el IVA.

– Aquí sí que no hacen caso a la UE…

La culpa de todo lo que va mal es de Europa, ya se sabe. En 2014 España se gastará casi 4.000 millones en obras de TAV que no llevarán gente, cuando en Europa se han parado las obras en casi todas las líneas en curso. Es como si España no necesitara ayuda, como si la pudiera dar. Las prioridades no se marcan con palabras, sino con hechos, y los hechos son los mismos, contra las recomendaciones de Europa, que dicen más gasto en políticas de familia, menos en alta velocidad, no a bajar impuestos… El que no haya entendido que las opciones económicas se deciden en el ámbito estatal y no en el europeo es que no ha entendido el juego.

– ¿La crisis no ha atenuado la obra pública radial y sin rentabilidad?

No, porque hay que entender su lógica. Si uno analiza la inversión en infraestructuras con parámetros de bienestar o productividad, es nefasta. Pero el problema es que la forma de analizarla en España se mueve bajo otros parámetros, administrativos e ideológicos, porque busca vincular a todos los centros territoriales de poder con Madrid. La inversión en TAV es la que menos ha reducido los presupuestos de Fomento, y no se acabará. Es la prioridad de la política de infraestructuras: en un país donde la ministra dice que el TAV hace iguales a todos los españoles, es inevitable y racional que el presidente de Extremadura diga que necesita el suyo.

– En el corredor mediterráneo se habla del tercer raíl, y en Galicia se hace un TAV nuevo, mucho más caro…

Es una cuestión de datos, una de mis distracciones anuales es cuando sale el presupuesto de inversiones del ministerio en el corredor mediterráneo, y buscar las líneas que no son mediterráneas donde se pone la inversión. Por ejemplo, la de Granada a Madrid, o de Algeciras a Madrid las incluyen como corredor mediterráneo. Cuando decimos que es agotador, es esto: no resuelven los problemas, o lo hacen tarde y mal.

– ¿Pero una Cataluña independiente mejoraría esta gestión?

Nadie puede saber exactamente qué decisiones tomarían las instituciones catalanas, pero sí sabemos que son decisiones que tomarían los catalanes. Hay buenas probabilidades de hacer muchas cosas mejor, sabiendo que la perfección no existe. Pero es que hablando de lo que hablábamos, hacerlo peor es imposible.

– El Estado debe presentar pronto las ‘nuevas’ balanzas fiscales…

Lo tenía que haber hecho el verano pasado, pero, teniendo en cuenta que había habido mucho déficit del Estado, Montoro contaba con la no neutralización (la no contabilización de los recursos recibidos vía deuda) para decir: «Mira, en Cataluña, en 2009, se ingresó o menos lo que se gastó». Ahora, cuando puso todas las comunidades vio que era un absurdo, salía un Frankenstein. Montoro encarga el informe con un cambio de metodología porque no puede presentar las balanzas calculadas normalmente.

– ¿Y cambiará mucho el nuevo método?

Hace unos días la Generalitat ha presentado su cálculo del 2011, según los métodos que el Estado utilizó el año que lo hizo. Esto será muy difícil de comparar con el que presente Montoro, que no serán unas balanzas fiscales, sino unas cuentas públicas territorializadas, que además de entrada tienen un pecado mortal: en la medida en que intentan aproximar el impacto de los servicios, y no las transferencias territoriales, deberían tener en cuenta el diferente nivel de precios entre las regiones, porque es determinante en el impacto de los servicios, lo que puede pagar y, por tanto, comprar una administración. No es cierto que 100 euros compren lo mismo en Barcelona que en Cuenca, y el hecho es que en Cataluña, en los años en que se están calculando, los precios eran un 10% superiores a la media española… Estas cuentas nacen muertas.

– Es decir, que están hechas para esconder que hay déficit fiscal…

No, son unas cuentas hechas para demostrar que lo que ocurre es justo, sea lo que sea. Esta es la premisa. Y aquí el error metodológico fundamental, grave, es no ponderarlas por la realidad del poder adquisitivo. Además, en otros aspectos técnicos habrá innovaciones gloriosas… Lo que se quiere es dejar de hacer balanzas, pero es igual: esto, y es por algo, no se hace ni se llevará a ninguna otra parte. Nadie le hará caso.

EL PUNT – AVUI