Economista y político, es catedrático en la UB y ha sido asesor de gobiernos del PSOE y diputado en el Congreso. En 2011 publicó España, capital París y ahora Anatomía de un desengaño . El libro intenta discutir algunas de las interpretaciones que se dan, sobre todo desde fuera de Cataluña, al que se ha llegado hasta aquí.
¿Qué ha pasado en Cataluña?
Fundamentalmente, que en un proceso corto de tiempo ha habido un apoyo intenso a la independencia. Lo que es menos conocido es saber por qué ha pasado. Apoyo a la independencia siempre ha habido, otra cosa es que hubiera un apoyo político que formulara un proyecto.
Afirma que la sentencia del Estatut no es el detonante.
Lo que pasa es que más gente que no se pensaba expresa su decisión de no dejarse asimilar en un concepto de Estado uninacional, que en la práctica es lo que conlleva la sentencia. Yo creo que es un proceso que viene de más lejos. Al final, la sentencia o la crisis económica es como la historia que un día se casaron dos reyes o que hubo aquella batalla. Sí, sí. Pero se casaron por algún motivo o la batalla se libró en respuesta a algo. Me interesaba echar hacia atrás y analizar cómo se ha generado la fractura y la frustración que han llevado hasta aquí.
¿Qué ha sido?
Hay una falta de comprensión muy fuerte de alguna gente que analiza el proceso catalán y que piensa que éste es la causa de la frustración y la fractura. No es así, el proceso es una consecuencia. Probablemente en algunos ámbitos había sectores que con una falta de empatía absoluta no percibían la fractura y la frustración de los demás. De golpe se encuentran con que mucha gente ha decidido pasar de la frustración a la propuesta. Y se crea una falta de comprensión muy grande.
¿De quién hacia quién?
Ha sido recíproca. Hay un sentimiento compartido por mucha gente de Cataluña que se siente frustrada. Y muchos otros han tenido una espectacular falta de empatía hacia las percepciones y vivencias de los que se sentían fracturados. Incomprensiones hay por ambos lados.
¿Por ejemplo?
Desde ciertas partes de Cataluña no se ha entendido que quizá era excesivo querer forzar un cambio para hacer unas estructuras reales federales donde encajásemos en España. Quizá fue excesivo porque no nos hemos parado a pensar que la estructura del Estado identificado a la nación para mucha gente de España no es un capricho. Es una estructura que les da seguridad, más control. Y les parece una inseguridad ir a estructuras más federales. Muchos catalanes quizá no hemos entendido que obligar al otro a cambiar demasiado no es bueno. Al igual que muchos españoles no han entendido que no se puede obligar a los catalanes a estar donde no quieren estar. La sensación de deslealtad está por ambas partes. Cataluña es diversa y España, también. Hablamos de lo que podemos decir que es una tendencia mayoritaria.
Habla de frustración y de incapacidad, entiendo que de los partidos para captarlo.
Lo que se frustrante en diferentes grados de decepción o desengaño son los proyectos políticos que canalizan las aspiraciones de la mayoría de organizar de manera diferente España para que Cataluña tuviera un mejor encaje. En definitiva: ser una nación dentro de un Estado. Los estados no son siempre uninacionales y hay naciones con muchos estados. Lo que falta es romper la identificación entre Estado y nación que hay en España. He llegado a la conclusión de que esto es pedirles demasiado. No es que no lo entiendan, es que no es la preferencia.
¡Ya ha habido intentos de entendimiento!
Sí, en los años 80 se intenta la vía nacionalista del pájaro en mano, que colapsa a mediados de los 90. Y también la vía de transformación federal de España, que colapsa a principios del 2000. El Estatuto no es un estatuto de transformación federal de España. Es un blindaje hijo de la retórica de los años 90 y práctico de la mayoría de Aznar, en que entra plenamente en vigor la etapa en que el poder central manda siempre. Estamos donde estamos fruto de un par de décadas recentralizadoras. Y la sentencia del Estatut lo que hace es colmar un vaso que ya estaba lleno. Y la crisis hace que el agua baje con más fuerza.
Pero, por ejemplo, cada sistema de financiación alcanzado ha demostrado insuficiente poco después.
Siempre se han vendido como acuerdos históricos, pero el entusiasmo dura uno o dos años. Porque, en el fondo, se ha creado un círculo destructivo de desconfianza que desde Cataluña ha hecho que nos preguntamos: «¿Dónde está la tomadura de pelo?» La desconfianza con España es clave en el proceso. Y, por otra parte, si cada acuerdo aquí se vende como histórico y luego se dice que no sirve, allí no entienden nada. Hay frases, en la discusión política catalana, como España nos roba . ¿Perdón? Hasta ahora los gobiernos autonómicos han apoyado todos los sistemas de financiación y casi todos los presupuestos generales hasta 2012. No sé cómo será el futuro pero no deberíamos decir tanto que los responsables son los otros. Por todos lados.
¿Habrá consulta?
Consulta autorizada como expresión de soberanía yo creo que no. El problema es el ejercicio de la soberanía, no el resultado. En el momento que se autorice la soberanía se reconoce la existencia de más de una nación y esto rompe la identificación de Estado-nación, la columna vertebral de España.