Entrevista al economista, profesor y ex-diputado de Juntos por el Sí
Germà Bel (1963) está en estos momentos en la Universidad Católica de Lovaina, concretamente en el Instituto de Gobernanza Pública, donde hace proyectos de investigación. Habrá estado unas cuantas semanas. VilaWeb ha contactado telefónicamente con este economista, profesor y ex-diputado de Juntos por el Sí para ver cómo lee el momento político actual y para hacer posibles proyecciones de futuro.
– ¿Se ha de investir a Pedro Sánchez?
– Es un principio básico, en política, que el reconocimiento de las partes como actores políticos es fundamental. Y Pedro Sánchez niega cualquier reconocimiento como actor político al independentismo. No tiene ningún sentido facilitar la investidura a Pedro Sánchez, alguien que te niega el papel de actor político, que se niega a sentarse y negociar. Es un principio institucional.
– La derecha será peor todavía.
– Eso siempre se podrá evaluar caso por caso, y política por política. Pero aquí hay un hecho. Sobre Cataluña, Pedro Sánchez lleva la idea de que el problema es entre catalanes. No es un problema entre Cataluña y España. Es un problema en el Estado, no un problema del Estado. Y, por lo tanto, esto le exime de hacer cualquier propuesta política o institucional para dirigirlo. La consecuencia de esta orientación es que encapsula el conflicto dentro de Cataluña. Y hace que queden dentro de Cataluña todas las tensiones que de eso se derivan. Esta es la peor cosa que puede pasar a los catalanes, los independentistas y los no independentistas. Investir a Sánchez, con esta orientación, es ayudar a que mantenga el conflicto encapsulado en Cataluña. No le veo ningún sentido. Porque si el problema es entre catalanes, del Estado no se puede esperar ninguna oferta ni ninguna propuesta. El problema no es suyo. Y eso es el peor escenario para Cataluña.
– El profesor Cagiao dice que ‘cuanto peor, mejor’ y que ‘el independentismo crece cuando tiene al PP enfrente, no al PSOE’.
– Mi forma de verlo es otra. Lo que alguna gente llama mejor, para mí es peor. La peor situación es tener estabilidad institucional en España con un papel inexistente de los independentistas: encapsula el problema dentro de Cataluña, y las tensiones que de ello se derivan.
– El pacto en la Diputación de Barcelona. ¿Cómo lo valora?
– El pacto no marca un antes y un después, sino que es una secuencia más, especialmente desafortunada, de una trayectoria que tiene su lógica interna. No digo si es correcto o si me gusta. Digo que tiene su lógica interna desde que se hizo una concurrencia competitiva entre los grandes partidos independentistas. No es mi propósito promover el debate entre listas separadas o unidas. Debate cerrado. Digo que cuando compites, pones énfasis en el hecho de que te diferencia. Y si se intenta explorar o buscar vías de coalición alternativas, se pone en marcha una dinámica que ya tuvimos el 21-D, seguimos en las municipales y ahora en la diputación, que es un paso más, y muy desafortunado.
– ¿Por qué es desafortunado pactar con el PSC?
– Una cosa son las cuestiones prácticas de gobernabilidad de una institución, y de la necesidad de aprobar decisiones con mayoría en el pleno. Y me parece muy normal que en determinados lugares haya acuerdos puntuales, o no puntuales, con el PSC. Un partido que, ciertamente, no es igual que Ciudadanos ni el PP. Esto es algo. Otra cosa es asignar posiciones y espacios de poder al PSC en circunstancias en que un partido independentista (me da igual cuál) tenía mayor representación en el espacio independentista. Y me da igual si es Tàrrega, Figueres o más allá. Porque, en estos casos, debería haber predominado un acuerdo entre independentistas. Soy de pueblo, y entiendo que las dinámicas locales son muy importantes. Ahora, esto de la independencia, o es prioritario o no lo es. Nunca es único, porque se ha de gobernar. Pero o es prioritario o no lo es. Asignar posiciones de poder que pueden acabar perjudicando a aquello que consideras prioritario me parece que es un error. Y el ejemplo más paradigmático es Badalona.
– ¿Badalona?
– Sé perfectamente cómo es la figura política de Xavier García Albiol, y entiendo perfectamente que muchos piensen que no tenerlo de alcalde es muy importante, pero asignar la alcaldía al PSC, que ni siquiera es la segunda fuerza ni te reconoce como actor político, es una decisión que se les volverá en contra. Es muy difícil sostener que para unos casos, y unos lugares, la prioridad no es avanzar en el proceso, y en otros, sí.
– La reacción a la sentencia, ¿cuál debería ser?
– Entiendo que vigorosa y robusta, y entiendo que con un propósito. Y ahora mismo no sé vislumbrar ningún propósito. Si se trata de decir ‘hagamos una manifestación’, casi no es necesario, porque la manifestación ya se hará. Cuento con ello. Habrá mucha gente, mucha, gran parte de los catalanes, y también no independentistas, que rechazarán la sentencia. Pero si queremos una reacción vigorosa y robusta necesitamos otra definición de propósitos y objetivos que no veo. Y que no tengo.
– ¿Adelantaríamos las elecciones catalanas?
– Después de la no investidura de Puigdemont, era partidario de adelantar las elecciones. Para que fueran los catalanes, y no el juez Llarena, quienes decidieran quién debía ser el presidente. Y porque las diferencias entre ERC y Juntos por Cataluña se habían vuelto tan grandes que no permitirían una gobernabilidad inexistente. Pero ahora mismo no veo cuál sería el propósito de unas elecciones catalanas de cara a avanzar en el proceso de independencia. No veo la urgencia de unas elecciones. Aunque me parezca difícil que este gobierno, con las mayorías que tiene, dure toda la legislatura.
– Modelo Diada. ¿Camisetas o bloquear fronteras?
– No veo la vinculación de la Diada con acciones de descontrol del territorio. Es verdad que mucha gente, y creo que de manera sensata, se pregunta qué efectos puede tener una enésima demostración multitudinaria de apoyo a la independencia. Pero un bloqueo físico de instalaciones podría parecer más apropiado a una reacción a la sentencia. No veo la vinculación con la Diada.
– Habla de dos estrategias dentro del independentismo.
– Sí. Una que no parece muy simpática, pero que se entiende: el otoño de 2017 fue una derrota. La independencia no está madura ni lo estará pronto. Y se deben priorizar las cuestiones de gobernanza y gobernabilidad de las instituciones. Y abrir la puerta a mayorías alternativas, no necesariamente independentistas. Estrategia que identificaría más con ERC. Y otra, más simpática, pero que no se entiende tanto a dónde va. Es la que quiere mantener abierto el conflicto entre instituciones, entre Cataluña y España. Estas son las dos estrategias y hay un gran desacuerdo. Hace un año y medio que estamos en esta discrepancia. Cuando tienes dos estrategias, no puedes tener una. Y el ciclo electoral no lo ha acabado de desempatar. Estamos en un periodo de ‘impasse’. Existen períodos de este tipo. Y es prioritario, en momentos así, no retroceder y mantener las fuerzas y la cohesión interna. Es importante que la cabina de dirección no sea el camarote de los hermanos Marx.
– ¿Y dónde se sitúe, personalmente?
– Creo que lo más conveniente es mantener la tensión política con el Estado. Primero, como he dicho antes, para evitar que toda la tensión quede encapsulada dentro Cataluña. Es la peor cosa que nos puede pasar. Y porque el apoyo a la independencia vendrá de gente que no está de acuerdo en las formas y actitudes ni en la calidad democrática del Estado español. Y conviene mantener la tensión en el contexto de represión.
– ¿Es ahora el momento de reactivar la ‘Crida’?
– No sabría dar respuesta clara. Yo he visto que la ‘Crida’ se ha dormido en estos últimos meses. Y a mí se me hace extraño un actor político que no participe en el juego institucional. Las elecciones municipales fueron un buen momento, ya hablamos de ello. Pero ahora mismo dependerá de los objetivos que ellos se pongan. No me he hecho socio. Me adherí al principio. La gente cree que soy de la ‘Crida’ y Juntos por Cataluña. Y no es cierto.
– Atentados del 17-A. ¿Qué valoración hace, después de las últimas informaciones de Público?
– Es lamentable. Y lamentablemente no me ha sorprendido. Habíamos tenido indicios robustos de las conexiones entre el imán de Ripoll y los aparatos de inteligencia del Estado. Y en un Estado donde las instituciones poderosas seguían la máxima de que la unidad de España es la base del estado de derecho y es más importante que la democracia, estas cosas ya no sorprenden.
VILAWEB