Mikel Bernués
El castillo más antiguo de la cuenca de Pamplona, destruido por mandato de Fernando el Católico en 1512, vuelve a asomar tras más de 10 años de un trabajo de pura fuerza de voluntad.
Fue uno de los castillos más antiguos de Navarra y el más antiguo de la cuenca de Pamplona, con datos que corroboran su existencia ya en el siglo IX. Quizás incluso antes. También fue el primero en caer, por mandato expreso de Fernando el Católico, durante la conquista de Navarra por Castilla en 1512. Pero ha permanecido cinco siglos en el olvido. Hasta que, en verano de 2010, un grupo de arqueólogos y voluntarios decidió remangarse y poner en valor esta joya de nuestra historia. En una loma del Valle de Ollo entre Eguillor y Saldise, a 591 metros de altitud, asoma de nuevo el torreón principal del castillo de Garaño.
Sin ayuda de la administración más allá del apoyo incondicional del Ayuntamiento del Valle de Ollo, que llega hasta donde llega. Sin maquinaria porque el lugar no lo permite. Con mucha fuerza de voluntad y de la bruta, piedra a piedra donde antes había maleza ahora se levantan casi 4 metros de la torre principal del castillo. «Cuando arrancamos realmente no había nada. Era un bosque, apenas se podía distinguir algún hueco en el interior de la torre», explica el historiador Iñaki Sagredo, principal responsable de la intervención.
A diferencia de otros castillos, las tropas castellanas se emplearon aquí «con saña». «Incluso fue eliminada la cimentación de la torre, no quedaba nada salvo algunas hileras en el interior y una pequeña porción de pared de la torre, de un metro por un metro, que nos ha servido como referencia para reconstruir la torre». Sagredo está satisfecho con el resultado y sobre la torre anticipa que «no vamos a subir más porque ya hemos subido bastante».
A lo largo de esta década se ha consolidado el torreón principal, con suelo de piedra en su interior. También se han añadido escaleras de madera para el acceso a la torre y otras que facilitan la subida a la cima. Está igualmente consolidado el recinto circular que rodea la torre y los muros medianiles de una vivienda de su interior. «En el futuro, faltaría por consolidar el cerco exterior, varias torres y tramos de muralla».
La presencia del castillo tiene su impacto en la zona. «Lo más importante es que el paisaje del entorno del valle ha cambiado totalmente. Cualquiera que vaya ahora a la cuenca ve un castillo a lo lejos, un ambiente medieval. Además, como en esta zona no hay alteración de construcción moderna, se ve cómo era la cuenca hace 100 años. Estás en un paisaje por el que parece que no ha pasado el tiempo; tienes enfrente el castillo de Orarregi y más allá el de Aixita, que muestran una visión defensiva. Y ves Oskia, que es espectacular, y toda la zona norte, que te transporta a la edad media. La primera sensación del visitante es que viene a otra época. Es lo que más llama la atención», argumenta.
A la espera del permiso del Gobierno de Navarra, las excavaciones seguirán en verano para «encontrar elementos como la iglesia. Parece que sabemos dónde pudo estar, nos falta certificarlo con una investigación arqueológica». Las fuentes decían que Sancho Garcés I construyó una iglesia (que destruyó Abderramán III en el año 924) y a la que, una vez reconstruida y seis siglos después, ya sin castillo, el Valle de Ollo seguía marchando en romería. «Posiblemente sea esa, en honor a San Salvador. Existía otra próxima en honor a San Miguel, que también muestra que había mucha vida alrededor del castillo. Tenía mucha importancia».
Apuntes de la investigación
Como sucede en Olite, Garaño era considerada residencia real en tiempos de Sancho Garcés I (siglo X) «y tiene una historia muy dilatada». Sagredo cita, por ejemplo, el ataque de los franceses en la guerra de Navarrería. La investigación ha corroborado que el que promovió su destrucción definitiva fue el capitán Pizarro, padre del conquistador de Perú, por orden de Fernando el Católico.
En Garaño vivió con sus nodrizas un hijo de Carlos III, así como muchos responsables de la administración navarra o del rey. «Hasta han aparecido conchas de ostras, que no es muy común. Fue un castillo residencial muy importante. Todos estos detalles de construcción, de vida… no se dan en otros castillos que hemos estudiado, con una vida muy reducida de lo que es un castillo defensivo. Pero aquí tenemos una historia muy dilatada. Incluso salió un sello para marcar con lacre de un responsable del rey al que no tenemos localizado; Juan de Lumbier. Son datos que sacamos entre líneas, porque nos falta aún mucha documentación».
Por último, Sagredo relaciona Garaño «con el castillo árabe que se documenta en la cuenca de Pamplona; unos decían que estaba en la peña Gaztelu, otros en Etxauri, pero la realidad la certifican las dataciones, y aquí los estratos más antiguos nos salen en el siglo VIII- IX. Encaja con el castillo musulmán que mencionaban las fuentes. Y así un largo etcétera de datos que nos han ido apareciendo», concluye.
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