“Intentaron matar a la cultura y la expresión máxima de todo un mundo de tolerancia y diversidad que esta ciudad había construido pacientemente en el curso de siglos de convivencia, entre pueblos y religiones”. Sarajevo es la frontera de los libros, nos explica Vicent Partal en su última obra: ‘Fronteres’, publicada por Comanegra. Un conjunto de relatos deliciosos, una mezcla de dietario y periodismo, pleno de buena literatura, que nos hace recorrer el mundo, desde el sofá de casa, atravesando frontera a frontera lugares y pueblos, algunos muy conocidos, algunos de los cuales no había oído hablar nunca.
Belfast es la frontera de las palabras; en Ciudad de México, la frontera es una biblioteca; Khayelitsha, la de la sonrisa; en Moscú, la frontera es una bandera; Recife es la de la música; en Tiraspol, una libreta; en Vinkovci, es una bicicleta y en Salses, la frontera es un regreso. Líneas inexistentes que alguien ha dibujado sobre un mapa, porque, como explica el autor, contra lo que suele pensar la gente, y contra lo que los estados quieren que pensemos, las fronteras son siempre una invención humana y ni siquiera las más naturales aparentemente, no son naturales.
Partal nos atrapa desde la primera página, nos explica sus vivencias de forma enriquecedora, con un montón de citas y referencias bibliográficas, y aunque gran parte de estas fronteras son fruto de guerras y destrucción, estos relatos son sanadores y refuerzan nuestras propias defensas, como dice uno de los lemas de la editorial. Provocando nuestra imaginación, el autor nos invita, éste es su deseo, a viajar, pisar las fronteras, atravesarlas, a dejarnos llevar tanto por las visibles como las invisibles.
‘Fronteres’ es una muy buena lectura, recomendable, sobre todo, en estos momentos de guerra que vivimos, nos ayudará a comprender un poquito más este mundo incomprensible, que olvida su historia y repite los mismos errores una y otra vez.
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