Cuando Hitler comprendió que tenía la guerra perdida, quiso convertir Europa en una fortaleza blindada que salvaguardase su obra del asalto inevitable del mundo libre. Calificó a su quimera de festung Europa -fortaleza Europa-. El presidente del Gobierno de la denominada Comunidad foral de Navarra en estos últimos tiempos también habla de blindar Navarra. Claro es que no espera ningún ataque desde el exterior, sino que expresa su temor de que los habitantes de la C.F.N. puedan liberarse del secuestro a que les han sometido quienes pergeñaron el por ellos denominado amejoramiento. Los sucesores y herederos de la masacre del 18 de Julio han hecho y deshecho en este sufrido trozo del Estado navarro lo que les ha venido en gana. Antiguos falangistas y requetés al unísono, más amigos de repartirse el cotarro que poseedores de una teoría política concreta, vienen manipulando la administración del mismo con un solo objetivo: mantener las prebendas, apoyando a aquellos grupos de presión socio-económicos que no miran sino a realizar rápidos y jugosos negocios y aniquilar a quienes reclaman la superación real de todas las imposiciones que sufre la denominada Navarra, reafirmadas por la guerra de 1936 y dictadura franquista.
Es universalmente reconocido -hablo en términos de lógica escolástica- la limitada capacidad de raciocinio de Miguel Sanz, pero su manera de expresarse cuando se refiere a blindar Navarra en cualquier sitio en el que impere la sensatez daría lugar a su destitución inmediata y encausamiento por apología de la dictadura y manifiesta anti-democracia. En esta C.F.N. es posible esto y más, porque el ex-primer edil corellano cuenta con la aquiesciencia de las fuerzas políticas que apostaron por el status de este trozo de Navarra como provincia española y la condescendencia de grupos mojigatos como Izquierda Unida, que persisten en conceder el carácter de demócratas a los defensores de la Navarra del 36. Es obligado a este respecto reconocer el mérito de Jaime Ignacio Del Burgo, quien ha conseguido imponer un visión de la Historia de Navarra -y de Navarra misma- diferente y extraña a lo euskaldun. Esta perspectiva no encuentra ningún apoyo documental, ni reconocimiento académico alguno antes de 1936. A pesar de todo, ha encontrado el respeto de sectores sociales y políticos que se perciben como demócratas, de izquierdas y progresistas, a quienes les ofendería que se les hiciera ver su dependencia ideológica de la derecha y oligarquía de esta provincia española ¡Faltaba más! No obstante ésta es la deprimente realidad de esas gentes que apuestan por la denominada autonomía de Navarra y reclaman que sea el pueblo navarro quien decida sobre su futuro.
Espero que los ideólogos del pseudo-navarrismo no sobrevaloren su capacidad creativa porque, a decir verdad, sus planteamientos e imposiciones son consecuencia del interés que tienen sus puntos de vista como un instrumento de dominación del estado español sobre Navarra, por muy absurdas e indefendibles que resulten sus afirmaciones y argumentos. Lo cierto es que cuando Del Burgo, dejándose llevar por los tics que resultan eficaces en la C.F.N., utiliza esta metodología en su condición de miembro del Partido Popular español frente a sus congéneres de otras fuerzas políticas españolas, le ponen de inmediato en su sitio. Así le ha sucedido con su pretensión de enlazar a los autores de la masacre del 11-M con ETA, aunque Del Burgo debería ser consciente de que para tener un mínimo de credibilidad sus argumentos tendrían que estar avalados por alguno de los servicios secretos occidentales, como pueden ser el Mossad israelí, la C.I.A americana, el M-16 británico o cualquier otro de estos servicios. Yo prometo al ínclito Jaime Ignacio aceptar su hipótesis únicamente con que cualquiera de estas organizaciones acepte la posibilidad de lo que él viene defendiendo con tanta constancia.
Pero, volviendo a nuestra materia, en el nuevo discurso que intenta desarrollar Miguel Sanz se constatan resonancias del que gusta desplegar a Milagros Rubio de Batzarre. Discurso, según parece, dirigido a que los aberlaches podamos sentirnos cómodos en el seno de la C.F.N. únicamente con que nos dejen ser vascos, navarro-vascos, españoles-navarros y además europeos. Claro que en el momento presente también deberán abrirse las puertas a que algunos puedan sentirse navarro-ecuatorianos-europeos-sudamericanos con derecho a voto en Guayaquil y en Barañain, según los casos. Lamentable panorama el que nos pretenden ofrecer todo el conjunto de esa denominada clase política que vive del pesebre público, grande o pequeño.
Parece posible que el férreo cerrojo impuesto por los vencedores del 36 puede romperse, gracias a la capacidad que ha demostrado una sociedad como la de la C.F.N., a la que tirios y troyanos se han empeñado en meter en una plantilla de charanga y pandereta; de sanfermines, encierro, osasuna y javierada. Nunca han sido conscientes de que su fuerza ha sido exógena, originada en los palacios institucionales madrileños y garantizada por el tricornio y el bonete, siempre dirigidos desde Madrid, aunque en la propia C.F.N. los grupos oligárquicos, con Boletín oficial del Reyno, en el pasado en la Calle Zapatería y hoy en Cordovilla, hayan diseñado lo que debía ser su Navarra en beneficio propio. No los minusvaloremos, porque en su día fueron capaces de promover una contienda bélica que anegó a todo el Estado español. No olvidemos que tienen hibernado a uno de los mayores asesinos con el que nos obsequió España -el general Mola-, quizás con la esperanza de que esa infame momia sirva de conjuro frente a los anhelos de liberación que se sienten en nuestra sociedad.
La indecencia política de Miguel Sanz evoca de modo permanente estas circunstancias y llama, una vez más, a la aniquilación de los navarros conscientes y consecuentes, cuando sus mismas reglas de juego no sirven a sus propósitos. Queda claro quiénes impiden que Navarra se manifieste. La Historia se repite: 1512, 1841, 1893, 1918, 1932 y 36, lo mismo que en 1975 y 1982; de la misma manera que pretenden evitar que el eueblo de la C.F.N. se pronuncie en 2006. Que nadie nos pase por la cara que ellos ganan las elecciones; como decían algunos, así se las ponían a Fernado VII… las carambolas. Hay un propósito de impedir nuestro pronunciamiento cívico; situación ésta que es garantizada por el status establecido en el Estado español tras la desaparición de Franco, acordado por los viejos franquistas y sedicentes demócratas que se plegaron ante el Nuevo Pacto del Pardo, con el fin de garantizar lo que había impuesto la dictadura.