Pronostico que de la carta que han firmado cuatro ex presidentes españoles para exonerar a Martin Villa se hablará en los libros de historia del futuro. Es uno de esos documentos que explican una época, que radiografían una infamia y explican exactamente allí donde estamos, con un Estado regido por una casta que no tiene absolutamente ningún problema en blanquear los crímenes y los criminales franquistas, a quienes considera poco menos que como héroes. Que ellos y los apolillados líderes de CCOO y UGT, hayan pedido a una juez argentina que no extradite a aquel criminal franquista es una perfecta radiografía de la consustancialidad del ‘establishment’ español con el fascismo.
Al lavar la cara a Martin Villa, lo que están haciendo es lavar la cara de su propia trayectoria de complicidad con la dictadura. Lo dijo Zapatero -el caso más vergonzoso de todos- cuando, con la ‘Ley de la Memoria’, explicó que no se podían anular las penas del franquismo a demócratas y republicanos: porque hacerlo, dijo, cuestionaría la misma legitimidad del régimen constitucional del 78, construido directamente sobre la «legalidad» franquista, sin fisuras ni refundación, sino con una continuidad criminal y plena asunción del legado franquista como legado propio. Ahora, al firmar esta carta, Zapatero nos revela que no era un mal menor eso de la no anulación, sino una lógica encomiable. España, con la avenencia de una clase política que sabía exactamente lo que se hacía, es la gran vergüenza de Europa. Mientras Alemania e Italia han hecho una limpieza antifascista en profundidad -recuerdo una conversación con el cristianodemócrata italiano Francesco Cossiga en la que utilizaba repetidamente la palabra «antifascista»- España continúa como «vigía de Occidente», como refugio de nazis (no entregó ninguno), como trono de monarcas ‘hooligans’, como tumba intocable de García Lorca y como pozo de odio a Cataluña y a los catalanes, tal como lo había diseñado gente tan perversa como el admirador de Hitler Onésimo Redondo en los años 30.
Todo ello, al pedir los más firmes partidarios del régimen del 78 la absolución de Martin Villa, lo que realmente están pidiendo es la absolución del franquismo, el insulto a la memoria de los muertos de Vitoria-Gasteiz y el elogio al que saludaba con el saludo fascista hasta el último momento que le fue posible. Están exonerando a un hombre que hizo quemar los archivos del Gobierno Civil de Barcelona, haciendo desaparecer toda la documentación que hubiera podido condenar los crímenes del ‘Movimiento’ en Cataluña. Es muy grave. Como consecuencia inmediata de este sórdido asunto, la UE debería pedir la dimisión fulminante del impresentable vecino de Valdemoro José Borrell, comisario de Exteriores de la UE. No puede representar a Europa ante el mundo un hombre que admira y defiende al fascista Martin Villa al mismo tiempo que defiende que los presos políticos catalanes permanezcan en prisión.
RACÓ CATALÀ