Los defensores del statu quo prefieren desvirtuar la democracia antes que hacer peligrar sus privilegios.
Si han dejado alguna neurona de guardia (quienes vacacionan), les recomiendo el ensayo de Jorge Wagensberg El pensador intruso. Da qué pensar, con reflexiones aplicables a muchos campos. Vean la siguiente: “El cerebro, para anticipar la incertidumbre, se alimenta de cambio, como los pulmones se alimentan de aire, la boca de saliva o el corazón de sangre. Si la incertidumbre externa es escasa, el cerebro sufre por aburrimiento y se ofende. Es el tedio de una vida demasiado rutinaria y anticipable, la del reo por ejemplo. Si la incertidumbre externa es excesiva, el cerebro sufre porque no alcanza a procesar lo que ocurre y se frustra”. Vitamina B en estado puro.
Esta lectura me evocó la última comparecencia de Mariano Rajoy y su defensa del bipartidismo, porque da “estabilidad, seguridad y certidumbre”. No es fácil encontrar una declaración más útil para entender por qué en España se preserva el statu quo y ni se han reformado ni se reformarán los intereses creados. Pongamos algunos datos sobre bipartidismo: los dos partidos principales en España concentran el 81% de diputados. Entre todos los estados medianos o grandes de la UE (a partir de Holanda) sólo hay dos con mayor concentración en los dos primeros partidos: Reino Unido (86%) y Francia (85%). El resto se hallan muy por debajo, y también los más pequeños, con la excepción de Hungría, El estado en que la democracia pasa por peor momento (vale, y de Malta).
Regresemos a Reino Unido y Francia. En ambos casos usan un sistema de elección uninominal (cada distrito un diputado), lo que favorece la concentración, pero debilita los aparatos partidarios. Recuerden las revueltas de diputados laboristas británicos a raíz de la más reciente guerra de Iraq, o la de muchos socialistas franceses ante los recortes de Manuel Valls. En España, al contrario, la concentración bipartidista se da mediante un sistema de circunscripciones que literalmente suprime la proporcionalidad en las más pequeñas, sin poner en riesgo el control de los aparatos partidarios. Es lo que da “estabilidad, seguridad y certeza”. Y es algo que no quieren perder los que se benefician de los intereses creados, y se oponen a las reformas.
Esto explica la propuesta de Rajoy de regalar la mayoría absoluta en los ayuntamientos a quien alcance el 40% de votos, con lo que el PP conservará muchas alcaldías. Si se quisiera estabilidad y traducción de voluntad ciudadana se podría, como en otros países, ir a elección directa de alcalde… Pero la elección directa rebaja el grado de control de los aparatos y reduce la “estabilidad, seguridad y certeza”. Los defensores del statu quo están aposentados sobre los resortes del Estado y prefieren desfigurar y desvirtuar la democracia antes que admitir inseguridad e incertidumbre para sus privilegios. Y usan a su antojo los resortes de forma partidista (hagan caso a los exdirectores de Abc, que de esto saben mucho) porque creen que el Estado es suyo. Recuerden: para ellos no somos ciudadanos, sólo súbditos. Y harán lo que puedan por conservarlo.
Germà Bel
La Vanguardia