La novela «La lista de Hariri» de Gerard de Villiers fue retirada de las librerías de Beirut y solo ha vuelto a ser vendida hace unos días. Publicada a los cinco años del espectacular y enmarañado atentado contra el ex primer ministro, el famoso escritor hace gala en sus páginas de su formula estilística de intrigas de espionaje, muy eróticas escenas de despampanantes mujeres, y un gusto por un cosmopolitismo de aventuras con el morbo que, esta vez, le provoca el Hezbollah.
En un ambiente de precisas descripciones urbanas y paisajísticas, con un conocimiento del actual estilo de vida beirutí, bien documentado sobre el complejo trasfondo político de las últimas décadas, narra las peripecias de Marko, un agente de
Ni que decir tiene que el Hezbollah es descrito como un grupo tenebroso, con clandestinas cámaras de tortura en sótanos disimulados en talleres mecánicos, al que -y esta fue la razón de la prohibición del libro- hace responsable del asesinato del potentado político Rafia el Hariri. Tampoco quedan bien parados los dirigentes de Siria, ni sus jefes de servicios secretos subordinados en El Líbano, considerados como los que decidieron eliminarlo.
«En el Líbano -le recomienda a Marko el jefe local de
«La princesa Al Chalan ben Saud -escribe el autor- tiene más que ver con una tempestad tropical que con el amor cortés.» Como estamos en Beirut, la acción es sacudida por algunos de estos atentados de vehículos trufados de explosivos, algún asesinato en plena calle desde una moto, rauda, que atraviesa la corniche o paseo marítimo que siempre quedarán impunes.
El atentado contra el Hariri que fue un vuelco histórico para este país y que provocó una serie de violentos acontecimientos en cadena, enfrentando a una parte de los libeneses a Siria, y agravando hasta la exacerbación las relaciones entre ambos gobiernos, aun no ha sido esclarecido.
El fiscal del tribunal internacional constituido en
Su título evoca la lista de los diez hombres que según la imaginación del autor, todos ellos del Hezbollah, llamaron misteriosamente a través de sus teléfonos móviles, poco antes de que tuviese lugar el atentado, que retumbó en toda la capital. Bajo las órdenes de un poderoso general sirio, el representante del servicio de inteligencia del Hezbollah es forzado a eliminar, uno tras uno, a sus leales combatientes del partido, pero el último puede escaparse de la captura. Salvado por