«La UE es un proyecto de los estados. Si queremos estar, tenemos que ser un estado libre »
Entrevista con Oriol Junqueras Eurodiputado de Los Verdes-Alianza Libre
Autor de diferentes ensayos sobre la historia política y económica de la Cataluña contemporánea, este pasado 3 de marzo viajó a la ciudad de Cardiff para apoyar el referéndum galés por la ampliación de su autonomía.
El Reino Unido ofrece muchas más facilidades que el Estado español para aceptar sin complejos que sus ciudadanos puedan ejercer el derecho a decidir. ¿A qué lo atribuís?
El Reino Unido es uno de los estados de la Europa occidental con más tradición democrática y el que está más dispuesto a aceptar el derecho a la autodeterminación. Incluso personajes como Margaret Thatcher, referente del conservadurismo, se ha proclamado a favor del derecho democrático a la libre determinación de los pueblos. Un ejemplo es el reciente referéndum de Gales, donde votaban por dar mayor contenido político a su proceso de autonomía y permitir que la Asamblea se conviertiera en un Parlamento, es decir, que dejara de ser propositiva y se conviertiera en un Parlamento soberano, que puede hacer leyes sin necesidad de pasar por Londres. Un poco en la línea de las competencias de carácter exclusivo que, supuestamente, tenemos los catalanes pero que la maquinaria del Estado español intenta recortar constantemente.
¿Por qué en Europa hay tantas naciones que reclaman más autonomía?
En sentido matemático, identidad significa igualdad. Es decir, que una identidad colectiva es una existencia de unos elementos comunes, iguales, en un grupo de gente. Lo que compartimos con otra gente define nuestra identidad, ya sea cultural, lingüística, religiosa, política, económica o histórica. En Europa, en este juego de identidades cruzadas, ha habido elementos que se han impuesto por encima de otros. Y la identidad política, la pertenencia a un Estado como consecuencia de una guerra o alianza matrimonial, se ha impuesto por encima de otros elementos identitarios, como son la lengua, la cultura o la religión. Por este motivo, justamente, hay grupos que no acaban de adaptarse a las estructuras estatales.
Pero no en todas partes el nacionalismo es tan fuerte como la Unión Europea…
Donde este cruce de identidades se hace más evidente, hoy por hoy, es Europa occidental. Lo que llamamos Estado nación es una construcción muy occidental, y por eso los estados han tenido más tiempo para consolidarse, para conseguir fortalecerse. Mientras, la Europa central y oriental no tenía este modelo de Estado nación, sino unos grandes imperios -el austrohúngaro, el alemán, el ruso y el otomano, por ejemplo- que se derrumbaron de un solo golpe en 1918.
¿Qué pasó entonces?
Emergieron unos estados más ajustados a las realidades culturales, lingüísticas y religiosas. La separación de Chequia y Eslovaquia, la desintegración de la antigua Yugoslavia… no han sido procesos fáciles y han tardado casi un siglo, pero han conseguido estados más ajustados a las realidades nacionales.
En Europa occidental este proceso no se ha producido, ¿por qué?
No ha habido un derrumbe de los estados nación porque no han perdido ninguna gran guerra. Por ello, en Europa occidental existen estas identidades culturales e históricas que no acaban de conformarse dentro del Estado en que se encuentran. De hecho, la mayoría de los que formamos parte del grupo parlamentario Los Verdes -Alianza Libre Europea- escoceses, corsos, gallegos, vascos, flamencos, bretones, catalanes- somos de la Europa occidental.
¿Y que comparten un flamenco conservador de la Nueva Alianza Flamenca (NVA) y un catalán que vota Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)?
Todos compartimos la voluntad de construir unas estructuras políticas que se ajusten mejor a otros elementos de nuestra identidad que creemos que son importantes. Hay quienes quieren incrementar el nivel de autonomía -como los corsos y los bretones- y los hay que queremos constituirnos como Estado, es decir, dotarnos de las máximas herramientas posibles para proteger los elementos identitarios que consideramos importantes, como los flamencos, los vascos y los catalanes.
¿El perfil ideológico puede ser diferente?
Sí, el NVA flamenco va más hacia un centroderecha como herencia de la vieja democracia cristiana con perfil liberal, y el Plaid Cymru galés tiene más vocación izquierdista, desde el socialismo de tradición marxista hasta el liberalismo de izquierdas. Son abanicos ubicados en espacios diferentes.
¿Y por qué hay veces que el nacionalismo tira hacia la derecha y a veces hacia la izquierda?
Depende básicamente de dos factores. Por un lado, la realidad económica del país, es decir, que es diferente un país de tradición más minera y campesina como Gales que uno con tradición más comercial o de industria exportadora como Flandes. Y por otro, que, dentro de cada sociedad, el papel de vanguardia política e independentista es asumido por grupos sociales diferentes. La fortaleza de estos movimientos se puede medir en función de la amplitud ideológica que representan. En este sentido, si el catalanismo ha sobrevivido a lo largo del tiempo, ha sido porque siempre ha aglutinado un abanico ideológico muy amplio, desde el anarquismo hasta al integrismo católico, pasando por el republicanismo histórico, por el radicalismo democrático y por el liberalismo económico.
¿Ha sido fuerte cuando ha sido capaz de integrar todas las sensibilidades?
Exacto, y en cada momento uno u otro ha asumido el protagonismo político. Al igual que ocurre con la evolución de las especies, los especialistas responden mejor a los retos concretos de cada momento pero acaban triunfando los más generalistas, los que tienen más capacidad de adaptación. Quien quiera construir un proyecto de largo recorrido necesita un proyecto de amplitud ideológica.
¿Caminamos hacia una Europa de los pueblos y no de los estados?
No. Desgraciadamente no, y lo más probable es que siga siendo que no, porque la Unión Europa es una construcción de los estados. Quien negocia y quién toma las decisiones son los estados. En el Consejo de Ministros, en la Comisión Europea, en el Tribunal de Justicia, en el Banco Central Europeo…; en todas partes, toda la representación recae en los estados.
La única institución en la que la representación no está ligada directamente al Gobierno de los estados es el Parlamento Europeo. ¿Es así?
Bueno, pero, sin embargo, es evidente que buena parte de los ciudadanos europeos se sienten suficientemente cómodos dentro de su Estado y no creen necesario que el Parlamento Europeo sea una alternativa a las estatalidades actuales. Por eso hay que ser un Estado independiente. O eres un Estado, o no existes. No tenemos elección. Si queremos estar, sólo puede ser siendo un Estado. Cualquier otra alternativa, desgraciadamente, es mentira.
¿Y quién será el próximo en Europa en conseguir ser Estado?
Hace algunos años creíamos que quien lo tenía más fácil eran los escoceses del SNP, pero ahora parece que no es exactamente verdad porque, a pesar de ser el primer partido en Escocia, tres cuartas partes de los escoceses no son independentistas. Ahora parece que los flamencos del NVA, que son el partido más votado en todo Bélgica, lo tienen bien… Pero es difícil de decir, porque las potencialidades de unos y otros varían y, además, las estructuras estatales que intentamos sustituir o complementar son estructuras sólidas que nos lo ponen difícil siempre que pueden. Esperamos que los catalanes seamos capaces de ser los primeros en conseguirlo.
El País de Gales, de acuerdo con su referéndum, también quiere ser más autónomo…
El 3 de marzo pasado, Gales votó a favor de tener un Parlamento propio capaz de hacer leyes con completa autonomía de Londres en las 20 competencias que tiene asignadas. Los ciudadanos galeses apoyaron en un 63,5% en la propuesta de convertir la Asamblea de Cardiff en un Parlamento de pleno derecho y, a partir de ahora, Gales disfrutará de competencias exclusivas en las que Londres no podrá interferir, entre ellas educación, sanidad, medio ambiente, vivienda o lengua. Sin embargo, Cardiff seguirá sin capacidad de decidir en materia económica, y dependerá del presupuesto que le haya asignado Londres.