Entrevista a Ferran Mascarell

«Quien ha fracasado es España, no Cataluña»

Federalismo: «El problema es Madrid, el núcleo duro de la administración y las grandes empresas» Estatismo: «Necesitamos un estado propio, que puede ser compartido o no, pero en todo caso en igualdad de condiciones»


EL MODELO TERRITORIAL

Ferran Mascarell ha vuelto a la misma conselleria que ocupó durante cinco meses con el gobierno de Pasqual Maragall, cuando en 2006 expulsó a los consellers de ERC.

Ferran Mascarell no rezuma ninguna incomodidad por haber pasado del PSC a un gobierno de CiU en un abrir y cerrar de ojos. En “Catalanisme deucentista. En busca de un Estado eficiente”, Mascarell ha recopilado los artículos publicados desde que se apartó de la política activa, en 2007, hasta poco antes de reingresar, a finales del 2010, y en los que ha ido perfilado un nuevo paradigma del catalanismo, que quiere ser una síntesis de federalismo, soberanismo e independentismo. Todos ellos pueden confluir, piensa el conseller de Cultura, en una pregunta común: ¿qué Estado necesita Cataluña?

¿Ha aprovechado un paréntesis en su carrera política para evolucionar ideológicamente?

Lo que he hecho es pasar de una política práctica a una política reflexiva. La virtud de este libro es que está escrito contra la coyuntura. Tengo claro que el país que estamos dejando no funciona. Y, por tanto, nos toca hacer un pequeño reset.

¿Ha cambiado Ferran Mascarell?

Yo me consideraba socialdemócrata y catalanista, y en eso no he cambiado, si acaso me he actualizado. Todo cambia cuando me proponen formar parte del Gobierno. Y aquí me digo: si las personas que han ganado las elecciones te piden estar, ¿tienes que renunciar o tienes que jugar? Creo que estamos en un momento de dificultad y el Gobierno debe sintetizar a todos los que podamos aportar cosas. No es lo mismo tomar esta decisión en un momento de crisis económica, crisis política y de relación con España, que en una situación óptima, donde el juego entre la derecha y la izquierda sea nítido.

¿Cuál es su diagnóstico sobre la situación del PSC?

El PSC no saldrá de la situación de dificultad actual hasta que no se autoexplique por qué ha perdido medio millón de votos en siete años, y por qué la idea de echar a Maragall y poner a un dirigente vinculado a la tradición obrerista y de la “otra alma” no ha comportado la victoria final.

El tema del grupo propio es recurrente …

Yo les decía: esto es Valentí Almirall en 1880. Él ya afirmaba que si los partidos catalanes no tenían autonomía respecto a Madrid no saldríamos, y eso es el grupo parlamentario propio. ¡No podemos estar discutiendo lo mismo 130 años después!

Dices que la izquierda no ha entendido bien el concepto de identidad.

Detrás del concepto de identidad siempre hay un interés comunitario. Si en los últimos 25 años el Estado hubiera actuado de manera diferente con Cataluña, en cuanto a la lengua o la fiscalidad, ¿estaríamos discutiendo lo que estamos discutiendo? No, sería muy diferente.

Usted dice que el catalanismo debe dejar de pensar en la nación y centrarse en el estado.

El catalanismo ha sido culturalista, cívico y nacional, pero no ha sido nunca estatalista. En 200 años los catalanes no hemos tenido nunca una relación cómoda con el Estado. Hemos hablado en términos de separatismo o independentismo, pero sin configurar un modelo de estado que fuera atractivo para la gente. Cuando hablo de estatismo, quiero decir tener un estado propio, que tal vez será compartido, pero en todo caso en igualdad de condiciones.

¿Esto es independentismo?

El problema es que formulamos los conceptos de federalismo, soberanismo e independentismo en abstracto. Y estos tres conceptos sólo se pueden encontrar en un punto, y es qué estado queremos.

La unidad catalana es otro mito que critica.

La única manera que la unidad catalana tenga algún sentido es entender que detrás está la construcción de un modelo de estado diferente.

¿Pero estamos a tiempo de reformular España?

El problema no es España, es Madrid, es el Estado. El núcleo duro del problema es la administración central y las grandes instituciones del Estado, los funcionarios de los partidos políticos, de las grandes empresas privadas y los grandes medios de comunicación. Se piensan que el Estado es suyo.

¿Usted también vive este problema como un fracaso íntimo, al estilo de Jordi Pujol?

No. Mi sensación es que España ha fracasado. Nosotros apostamos por una España plural, y el fracaso en todo caso es de ellos. España no sabe convertir la realidad catalana en una parte de sí misma. Se ha democratizado y se ha modernizado, pero a costa de seguir negando el derecho a la diferencia. Nosotros quizás nos hemos rajado un poco, pero hemos jugado honestamente.

¿Y ahora qué?

En España sólo se le puede convencer de una manera: con mayorías amplias de catalanes. El paso necesario es pasar de la pedagogía al respeto. Y el respeto sólo te lo ganas de dos maneras: siendo serio y teniendo una gran mayoría detrás. Yo ya le dije a Pascual: ¡no es pedagogía, es respeto! Se ha perdido el respeto a Cataluña.

¿Y qué dijo él?

Que sí, que tenía razón. Él jugó de buena fe con el Estatuto.

¿Ves el peligro de una Santa Alianza entre las oligarquías de allá y de aquí para que esto no se salga de madre?

Las alianzas entre los de arriba son propias de un estado que ya no existe, ahora son mucho más populares. Le pasó a Cambó. La sociedad catalana ya es suficientemente madura para no caer en ello.

Los contrarios a la independencia dicen que conllevaría un conflicto.

Si la ruptura tiene que ver con el interés, con todo lo que representa una vida mejor, no. Si la ruptura es puramente simbólica, ideológica, entonces sí. Pero no será así.

¿Te has imaginado ese momento?

Es que yo creo que no será un momento, en el sentido de los tres diputados sentados en el patio del Parlamento, esto no va así. Eso será una pugna que durará el tiempo que deba durar hasta que todos estemos cómodos.

Pero ellos no conciben España sin Cataluña.

El matiz es que ellos conciben una Cataluña que no es como es realmente. No ven que una España con una Cataluña cómoda sería una España estupenda.

¿Y sin Cataluña?

Sería una España bastante más pobre. Pero es un problema de España, no de Cataluña.

 

ARA