Entre la decepción y el enfado

La nueva propuesta de decreto para Praileaitz I no satisface a quienes defienden su protección integral. Aranzadi, Mutriku Natur Taldea y Praileaitzen Lagunak adelantan que presentarán alegaciones a la resolución del Gobierno Vasco

CRONOLOGÍA

2006

Agosto: Se descubren las pinturas en una cueva que se estaba excavando desde 2000 y que ya había proporcionado importantes materiales, como una serie de colgantes del Magdaleniense. La aparición de las pinturas se oculta durante meses.

Noviembre: La Viceconsejería de Cultura del Gobierno Vasco incoa el expediente de declaración como Bien Cultural Calificado, con la categoría de Monumento, la cueva de Praileaitz I.

2007

Julio: El día 17, el Gobierno Vasco declara monumento la cueva y determina su régimen de protección, que permite, con las consabidas limitaciones, que la cantera siga trabajando.

Diciembre: El día 14, el Pleno del Parlamento Vasco pide al Gobierno Vasco, con la abstención del PNV y el PP, que «modifique y amplie el decreto de protección», solicitando la «paralización cautelar» de la actividad de la cantera.

2008

Julio: A instancias de una denuncia de Mutriku Natur Taldea, la Agencia Vasca del Agua-URA, sanciona a la cantera por incumplir la Ley de Costas y paraliza la actividad extractiva en la ladera. El expediente sancionador, recurrido tanto por MNT como por la empresa, es ratificado en octubre. A lo largo del año, al igual que en 2009, se producen mumerosos pronunciamientos sociales, científicos e institucionales a favor de intensificar la protección de Praileaitz.

2010

Mayo: Después de fracasar en el Parlamento, gracias al acuerdo entre PNV y PSE, una propuesta para que la protección de Praileaitz se extienda a los 100 metros -reclamados, entre otros, por las Juntas Generales de Gipuzkoa-, el Departalento de Cultura, que alerta del gran coste económico que podría tener extremar la protección del yacimiento, da a conocer su propuesta que, a grandes rasgos, extiende a 65 metros la protección máxima, establecida en la actualidad en 50, y propone proteger la ladera mediante la Ley de Costas.

 

XABIER PEÑALVER ARQUEÓLOGO DE ARANZADI

«Todo el proceso me parece una tomadura de pelo, pero se han conseguido cosas»

 

RAFA PÉREZ BERISTAIN MUTRIKU NATUR TALDEA

«En vez de al servicio de la ciudadanía, los políticos parecen estar al servicio de las empresas»

 

KOLDOBIKA JAUREGI PRAILEAITZEN LAGUNAK

«Ha quedado claro que al sistema no le interesa la opinión de la gente que trabaja en la Cultura»

 

En verano de 2006, el hallazgo de las pinturas que convertían a Praileaitz I, en Deba, en la tercera cueva guipuzcoana con arte parietal, podría haber sido una gran noticia en el ámbito del patrimonio cultural, pero comenzó a convertirse en una polémica larga y con frecuencia muy enrevesada que escenifica, entre otras cosas, lo difícil que puede llegar a ser la convivencia entre un bien cultural -aunque tenga la máxima calificación y la máxima protección, como en este caso-, y la actividad económica privada, representada en esta ocasión por la cantera, explotada por la empresa Zeleta, que comparte colina con el yacimiento.

La polémica, que se suscitó con un gobierno nacionalista, ha sobrevivido al cambio político, y no parece haberse atenuado con la llegada del PSE -en su día el partido más crítico con la gestión de Miren Azkarate- al Gobierno Vasco. Sus responsables de Cultura quieren modificar el decreto de protección de Praileaitz I firmado en 2007 por Azkarate mediante una propuesta de inminente publicación en el BOPV que, una vez superado el correspondiente trámite, se convertirá en el nuevo marco de protección del yacimiento.

En más de tres años, han sido muchas las instancias sociales, políticas, institucionales y científicas que han abogado por incrementar la protección de Praileaitz I. Tres de las más significativas, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Mutriku Natur Taldea y Praileaitzen Lagunak, recapitulan sobre su experiencia, oscilan entre la decepción y el enfado ante la propuesta del Gobierno Vasco, y adelantan que presentarán alegaciones.

Los arqueólogos Xabier Peñalver y Sonia San José son quienes mejor conocen las entrañas de Praileaitz. Son, cuando menos, quienes más tiempo han pasado en su interior, donde comenzaron a excavar en 2000 «dentro de un proyecto de investigación del departamento de Prehistoria de Aranzadi». Allí trabajaron hasta 2009 y «los resultados eran tan espectaculares que la idea era continuar, pero el último proyecto se echó atrás y nos dijeron que paráramos y nos dedicáramos al trabajo de laboratorio». En ello están, pese a considerar que «Praileaitz tiene un enorme potencial. Lo más nuevo tiene 10.000 años, lo más antiguo 26.000. Las expectativas arqueológicas son máximas. Es una cueva que tuvo uso ritual, y en esos casos puede aparecer cualquier cosa en cualquier sitio».

El potencial de Praileaitz -«un yacimiento de referencia internacional, por mucho que algunos se empeñen interesadamente en minimizar su importancia»-, guarda relación directa con la postura abiertamente crítica de ambos arqueólogos tanto ante el decreto en vigor como ante la propuesta que busca su modificación. «En Praileaitz -apunta Peñalver-, hay galerías enormes colmatadas de sedimento que no aparecen en el plano en el que se basa el decreto, por lo que pueden contener material importante. Pese a ello, van a seguir quedando fuera de la protección». Y añade que «en el plano faltan incluso galerías que ya hemos excavado en parte».

El sueño de los arqueólogos, que consideran erróneo deslindar como se sigue haciendo en la nueva propuesta la cueva de la ladera, así como dejar la protección de esa última a merced de la aplicación de la Ley de Costas, sería «proteger el bien y su entorno cultural y continuar las investigaciones arqueológicas», porque «nosotros a lo que nos dedicamos es a la investigación. Si ahora hemos entrado en la arena de la protección del patrimonio, que nos está suponiendo un esfuerzo enorme, y algunas otras consecuencias, es porque en un momento determinado consideramos que no se estaba defendiendo correctamente».

No creen, sin embargo, que el trabajo realizado en ese terreno, que ha incluido entre otras muchas actividades tres comparecencias ante la Comisión de Cultura del Parlamento Vasco, haya sido estéril. «Si no hubiéramos estado nosotros, Praileaitzen Lagunak, Mutriku Natur Taldea y todos los demás colectivos la cueva de Praileaitz probablemente no existiría», recuerda Sonia San José. «Aunque en la práctica no se hace como se debería, se ha conseguido que se reconozca que la ladera forma parte del entorno cultural de la cueva y que tiene que protegerse, algo que Miren Azkarate negaba. Y eso es importante», destaca Xabier Peñalver, que resume la sensación que le han dejado los últimos tres años con la claridad que le caracteriza: «¿Si se nos ha utilizado? No, se nos ha tomado el pelo. El proceso, visto ahora con perspectiva, es un reparto de papeles con diferentes actores encaminados al mismo objetivo. En esa representación el que pierde es el patrimonio, y hay alguien que se beneficia, aunque no le pongo nombre». E ilustra sus afirmaciones con ejemplos y detalles que desgrana con el conocimiento de causa que le da estar al corriente de los vericuetos de un laberinto en el que el no iniciado, después de llevarse más de una sorpresa y algún que otro susto, se perdería sin remisión.

El secretario general de la Sociedad de Ciencias, Juantxo Aguirre Mauleon, se queda por su parte «con la satisfacción de que Aranzadi ha cumplido con su función de investigar y difundir los valores de la cueva», y lamenta que «a diferencia de la experiencia con las cuevas de Ekain y Altxerri, donde se observaron los criterios de protección de Aranzadi, en Praileaitz nuestros postulados y los de la comunidad científica no han sido tenidos en cuenta, y es preocupante el divorcio que se ha producido entre las instituciones y las entidades científicas. Aranzadi presentará alegaciones al decreto y seguiremos con interés el proceso. Y ahí acaba el papel de Aranzadi».

Los representantes de la plataforma de defensa medioambiental y cultural Mutriku Natur Taldea, su presidente Rafa Pérez Beristain y Javi Castro, acuden a la cita bien provistos de documentación. Es, como ambos subrayan, el modo en que hacen las cosas cada vez que alguna cuestión suscita la atención de este colectivo: «Yendo a la administración competente, preguntando directamente y siempre por escrito; revisando toda la documentación, leyendo tanto lo que pone como lo que omite…». Saben que ese camino es el más largo, que a veces les resulta oneroso -se lo pagan de su bolsillo y a veces tienen que ‘frenar’ por falta de medios, porque «lamentablemente la justicia medioambiental no es gratuita»-, pero saben también que es la vía más segura y la que mejor se adapta a su principal objetivo, tanto en este caso como en otros que les ocupan. Y el objetivo, como señala Rafa Pérez Beristain, no es otro que conseguir que se cumpla la legislación. «Nosotros no vamos contra nadie -manifiesta- y en ese sentido dormimos muy tranquilos, porque cuando detectamos una vulneración damos tres avisos y, si no responden a ninguno, es cuando presentamos la correspondiente denuncia». Paradójicamente, casi siempre es a la Administración a quien tienen que recordar que debe cumplir sus propias leyes…

Por ese procedimiento dieron con la fórmula que, con sus más y sus menos, ha permitido de momento paralizar la actividad canteril en la ladera en la que se encuentran tanto Praileaitz I como Praileaitz VI: la Ley de Costas. Implicados desde octubre de 2006 en la defensa de Praileaitz «desde una perspectiva legal, medioambiental y cultural», una pieza del surtido arsenal de documentación que manejaban buscando un resquicio legal a través del cual avanzar -un plano que pidieron a Costas (y les costó 3,5 euros)- les dio la pista bien entrado 2007.

En el plano estaba la clave, el deslinde de 2001 que marcaba la zona de servidumbre de protección de la ría del Deba, determinada por la Ley de Costas de 1988: 100 metros en los que no estaban permitidas actividades como las que desarrollaba la cantera y que coincidían en gran medida con la ladera que centraba los debates. El exhaustivo y pormenorizado relato de los hechos que realizan los miembros de MNT pone de manifiesto, como mínimo, una evidente falta de coordinación y de comunicación entre las numerosas instancias administrativas -Cultura, Industria o Medio Ambiente del Gobierno Vasco, Ministerio de Medio Ambiente, Ayuntamiento de Deba…- que de un modo u otro han tenido que ver con esta compleja historia. Una historia que, en resumen, dio lugar en 2008 a la teórica paralización de la actividad minera en la ladera. Teórica, porque hace apenas unas semanas MNT volvió a denunciar voladuras en la zona supuestamente protegida.

En cualquier caso, a la alternativa detectada por Mutriku Natur Taldea apela la propuesta del Departamento de Cultura para dar por protegida la ladera mediante la Ley de Costas, dejando la vertiente estrictamente cultural como recurso subsidiario al que se recurriría si fallara la vía medioambiental. Curiosamente, MNT, que al igual que los restantes organismos consultados considera inadecuado, «y visto lo visto, peligroso», hacer depender de la Ley de Costas la «preservación de un bien cultural», no ha sido recibido ni por la actual consejera Blanca Urgell ni por su predecesora Miren Azkarate, a pesar de haber mostrado su interés por mantener un encuentro con las máximas responsables de Cultura de los dos Ejecutivos.

«Cuando una persona tiene argumentos para rebatirte no tiene ningún problema en recibirte», razona Rafa Pérez Beristain. No le preocupa que MNT haya podido ser ninguneado, pero sí lamenta que Cultura «se pliegue a lo que le dicen los abogados de la empresa y se asuste cuando le piden indemnizaciones y no quiera escuchar nuestra versión», contraria al pago de las mismas. Pérez Beristain se muestra «indignado porque los políticos en vez de estar al servicio de la ciudadanía parecen estar al servicio de las empresas». Javi Ortiz, por su parte, se lamenta de que «las instituciones no han captado la importancia de lo que pide la sociedad, no han visto que es un yacimiento rodeado de otros 75 que convierten esa zona en un espacio de un enorme interés arqueológico que puede tener también una gran incidencia en el desarrollo de la comarca». De momento, y con muchos papeles en la mano, ya están trabajando en las alegaciones.

A diferencia de Aranzadi o Mutriku Natur Taldea, Praileaitzen Lagunak surgió por y para Praileaitz, para «hacer algo» desde el mundo de la Cultura. El primer ‘algo’ fue un libro en el que, en apenas dos meses, participaron 210 de los creadores vascos más destacados. El segundo, constituir una asociación que se presentó en público en febrero de 2007 y desde entonces -con la implicación y apoyo de más de 1.200 personas vinculadas al mundo de la creación cultural- no ha dejado de promover iniciativas en favor de la máxima protección de Praileaitz. Nacieron, como recuerda el fotógrafo Xabi Otero, «con la idea de ser la conciencia de la sociedad, de dar a conocer lo que estaba sucediendo, y después ha venido todo lo demás. Creo que le hemos dado una dimensión social al tema, siempre con la dinámica de recabar el apoyo de la mayor cantidad de gente posible».

En esa dinámica enmarcan el intenso trabajo que han realizado con los partidos representados en el Parlamento Vasco, que se ha posicionado reiteradamente en favor de intensificar la protección de Praileaitz. En ese sentido, y con respecto a la actitud del PSE, que cuando estaba en la oposición daba por buenas las tesis de Praileaitzen Lagunak y, una vez en el poder, ha preparado una propuesta que los representantes de la asociación consideran «vergonzosa», Otero asegura que «hemos sabido siempre dónde estábamos y lo que hacíamos» aunque reconoce que «constatar quién es el que mueve los hilos es más duro cuanto te toca verlo en primera persona». No sin sorna, recuerda que «pensábamos que íbamos a facilitarles las cosas, en eso sí que fuimos ingenuos, y al final, mira lo que ha pasado…». Entre las cosas que han pasado al final están las «listas negras» cuyas consecuencias les constan a ambos y que han enfriado algunas voluntades.

De lo que queda constancia cuando se habla con ellos es del desencanto, que el escultor Koldobika Jauregi identifica con «el asqueo con un sistema que miente, que tergiversa, al que no le interesa la Cultura ni la opinión de la gente que trabaja en ella». A Jauregi el trabajo en defensa de Praileaitz le ha servido para percibir que «este país se mueve por la economía, por el dinero puro y duro y no por la Cultura. Si uno quiere desmitificar la política y las ideologías, este puede ser un ejemplo muy claro. Lo malo es que ese el retrato del país que nos espera». «Al final -dicen-, que sean honestos, que digan que este es un tema de Industria y que ellos no pueden hacer nada, pero que no se amparen en la Cultura. La cuestión está en saber, entonces, para qué nos sirve un Departamento de Cultura que ni tan siquiera es capaz de proteger el patrimonio cultural».

Xabi Otero, no obstante, cree que «hemos conseguido mucho: por ejemplo, que muchos sientan vergüenza por su falta de cordura, de coraje y de ética». Y, como los demás, de momento siguen en la brecha.