Entre Italia y España, los fascistas…

Hay una diferencia importante entre España e Italia en cuanto a la forma en que murieron sus dictadores, y el tratamiento que han recibido sus restos mortales. En Italia, Mussolini fue capturado, en un pueblo llamado Dongo, el 28 de abril de 1945, por un grupo de partisanos que le condenaron inmediatamente a morir fusilado «como un perro rabioso», según las palabras que usaron. Al día siguiente y en los días siguientes, el cuerpo del dictador y de su amante, Clara Petacci, fueron expuestos al escarnio público en una plaza de Milán: esto quiere decir que quien quiso les pegó, escupió e incluso orinó sobre ellos. La cosa, sin embargo, no terminó ahí: durante doce años, los restos de Mussolini fueron llevados arriba y abajo por media Italia, escondidos en los lugares más extravagantes o insospechados: en una tumba sin nombre, en el maletero de un coche, bajo un altar de un convento o en un armario, hasta que finalmente fueron devueltos a la familia, que los enterró en una capilla -obviamente, particular, es decir, pagada de su bolsillo.

En cuanto a Franco, ya sabemos cómo fue. El sátrapa no sólo murió en la cama, sino que lo hizo con todo su poder intacto y habiendo dejado la gobernanza de España atada y bien atada -y apenas recientemente hemos empezado a entender hasta qué punto-. En cuanto a la cuestión de su descanso eterno, el cuerpo de Franco estuvo más de cuarenta años ostentosamente sepultado en la basílica-panteón del Valle de los Caídos, acompañado por 33.000 cadáveres sin identificar, llevados allí sin permiso de nadie, de los cuales se sabe que unos 5.000 eran de republicanos -y, por tanto, víctimas del dictador-. Esta atrocidad se mantuvo, durante décadas, a cargo del erario público y con el visto bueno de los sucesivos gobiernos y de la Iglesia de España, con la comunidad benedictina en el papel de custodia de un recinto funerario que constituía una ofensa a la dignidad humana. Cuando finalmente, en el año 2019, el actual gobierno de PSOE y Unidas Podemos se decidieron a sacar Franco de allí, lo hicieron de una manera tan tibia y vacilante que el resultado fue una especie de paseo triunfal del féretro del dictador, aclamado por sus partidarios, hasta la catedral de la Almudena, donde la familia Franco posee una cripta «a perpetuidad» porque así les dio la gana al abuelo dictador y a su esposa Carmen Polo.

ARA