Sin caer en barbaridades racistas y xenófobas de abertzalismos de finales del siglo XIX, lo vasco como pieza de lo universal, se ha ido reduciendo a un territorio, parte de aquel Reino de Navarra. Fue nuestra cuna en la que se meció, durante siglos, una cultura ecuménicamente singular. Hoy ese territorio, suelo más identidad, ha visto las evoluciones de identidad propias a todo territorio ilustrado, abierto y alejado de mezquindades que espoleen el odio.
En ese final del siglo XIX y comienzos del XX se vivieron intoxicaciones políticas de las que algunos intentan hoy limitar la trascendencia afirmando que «era otra época». Esa intención de atenuar disparates, ¿la aplican también al “Mein Kampf” escrito en la misma época (1925)?
Euskal Herria tiene la mena de su justificación territorial, el euskara, que le permite universalizarse como territorio no excluyente aceptando su modificación identitaria, debida a inmigraciones necesarias a las que tanto materialmente debemos, obreros, gudaris, intelectuales.
Encontramos vascos en todo el planeta, basta con movernos un poco con la intención de conocer y espaciarnos.
Signos imborrables han cubierto ya las comunidades vascas en el mundo, militantes de nuestra filiación que saben identificar los vínculos con nuestro territorio. La historia de Euskal Herria se divulga hoy más ampliamente porque «el cielo es ahora más pequeño» me decía el presidente, pastor vasco emigrado, de la NABO (North American Basque Organization) creada en 1973, refiriéndose a la facilidad de desplazamientos por vía aérea. Se supone que la primera organización vasca de los Estados Unidos data de 1913, hoy Eusko Etxea en Brooklyn. Ya en 1907 se creó un club vasco en Stockton, California. En centro y sudamérica varias Euskal Etxea están implantadas en diferentes Estados. En Asia y Oceanía, también están presentes; en Europa la inmensa mayoría de los países tienen representaciones vascas.
En todas esas representaciones civiles un denominador común universaliza Euskal Herria, el “Gernikako Arbola” cantado en asambleas de vascos. Un breve escrito, preciso y pertinente, de Jean Louis Davant presenta el “Gernikako Arbola” como himno universal de los vascos, sin intención de oponerse a nadie, en particular a los himnos oficiales ya existentes sabiendo que tanto las instituciones públicas como el pueblo tienen un apego y respeto hacia el Árbol de Gernika. Sigo citando a J. L. Davant que recuerda que «escritores, oradores, artistas, electos de todo partido y corriente política, filosófica y religiosa lo han honorado y lo aprecian independientemente de sus sensibilidades; recuerda que el Árbol de Gernika, árbol de la paz y de la libertad, desea difundir ambos frutos en el mundo, como lo indica el himno, sin olvidar el sostén a la defensa ecológica, siendo para nosotros, vascos, el roble más amado de los árboles.
Ignacio Abellá (Gasteiz, 1960), naturalista y escritor, en su libro “Árboles de Junta y Concejo” y subtitulado “Árboles de Comunidad”, escribe refiriéndose a árboles significativos de Euskal Herria: «la alargada sombra del Árbol de Gernika ha inspirado la plantación de muchos otros…», refiriéndose al criterio de árboles de comunidad.
Pedimos con J. L. Davant a todos los vascos del mundo, así como la sociedad política del conjunto de Euskal Herria, considerar el “Gernikako Arbola” como himno universal de los vascos.
Completaré estas líneas por elogiar el contenido del libro «Biografía del ‘Gernikako Arbola’» escrito por Jose Mari Esparza.
Bajo el control emocional de Davant y Esparza, propongo que se proclame «Día Mundial Del ‘Gernikako Arbola’», el 12 de agosto de cada año, día de nacimiento en Urretxu (1820) de su autor Jose Maria Iparragirre Balerdi. Esa fecha se conoce con precisión, en cambio existen opciones variadas del primer día y dónde se cantó.
Ese aniversario de realización estrictamente civil de manera a evitar divergencias de sensibilidad política comprendería actos integrantes de la identidad vasca y una proposición de canto del “Gernikako Arbola” a hora fija, 12 horas (teniendo en cuenta los husos horarios), en todo Euskal Herria y en sus representaciones en el mundo, canto en donde estén las personas-peatones: empresas, comercios, calle…
La conmemoración comprendería conferencias en Gernika sobre Árboles de Junta y de Concejo por conferenciantes de diferentes países. Concurso de bertsolaris, con el tema «Árbol», concurso de eskupilota para menores de 18 años, concurso de cuentos sobre el Árbol de Gernika escritos por alumnos de ikastolas a los que se les habría solicitado seis meses antes, comida popular, en una campa no oficial, para evitar elitismos.
La entrega de premios a los vencedores de diferentes concursos tendría lugar el 12 de agosto bajo el Árbol de la Casa de Juntas de Gernika.
Cada premio consistiría en una escultura del Árbol realizada por un o una artista vasco.
Como estructura de organización, un corresponsal cultural, por territorio, no electo y designado por la diputación del territorio; financiación por empresas e instituciones citadas sin publicidad; un permanente asalariado, mujer u hombre. El comité organizador comprendería un delegado cultural por territorio más un delegado universitario de la UPV/EHU. Esta proposición de organización está evidentemente abierta a todo matiz y/o corrección, lo esencial siendo que tenga lugar.
Nos obligaremos a buscar y encontrar a gusto ocasiones de convergencias tanto colectivamente como personalmente afirmando nuestra condición de vascos identificados, ni mejores ni peores que los demás, pero vascos dispuestos a propagar nuestros frutos.
Naiz