Con los resultados en la mano y después de la nefasta campaña que han hecho todos los partidos, todo hace pensar que la repetición electoral responde a un intento de rebajar el precio de una gran coalición formada por PP y PSOE. Pedro Sánchez ya insistía en ello antes de convocar elecciones, pero había que poner las cosas más fáciles a un Pablo Casado que aún creía que tendría posibilidades de sumar con Vox y Ciudadanos.
Todavía es pronto para decirlo y las posiciones negociadoras pueden dar muchas vueltas, pero aquellos que hablaban de irresponsabilidad de Pedro Sánchez pronto alabarán su sentido de Estado. Con la convocatoria de nuevas elecciones, el PSOE se habrá cargado a Ciudadanos y habrá convertido a Vox en tercera fuerza para definirse a través del monstruo de la extrema derecha y alinearse así con los otros estados europeos. Podemos va a la baja y el PP se queda sin excusas para no facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Unas terceras elecciones parecen imposibles, y así es como el sistema se repliega para expulsar definitivamente al independentismo de las dinámicas institucionales.
Los partidos independentistas, por su parte, sólo podrán montar ‘shows’ inocuos desde la irrelevancia, aunque aguanten o incluso crezcan. A la larga, el Estado optará por la indiferencia e intentará que el independentismo muera por agotamiento mientras se enfrenta como puede a sus contradicciones.
Hagan lo que hagan y adopten la estrategia que adopten, el congreso no es una plaza fácil para los partidos procesistas. Suponiendo que puedan hacer España ingobernable -algo que ahora mismo es poco probable-, todas las decisiones que tomen serán difíciles de explicar y los irán debilitando tanto o más que la inoperancia del gobierno efectivo.
Con un poco de suerte, estas elecciones cerrarán definitivamente un ciclo y obligarán a los partidos procesistas a repensar sus estrategias a la vez que afloran nuevos espacios políticos. Por si no había quedado suficientemente claro, de España no se puede esperar nada y a la hora de defenderse es bastante más hábil que los que creen que pueden reventarla desde dentro. Se llama poder, y no sólo hay que tenerlo: hay que querer ejercerlo.
NACIÓ DIGITAL