El Reino de España, un Estado nacido para matar (1)

25 octubre, 2019

El retroceso de los derechos y libertades en el Reino de España es tan evidente y peligroso que obliga a la reflexión sobre lo que, en mi opinión, es su principal causa: el defecto de fabricación de la democracia del Régimen del 78. Un defecto que se ha desvelado con toda su crudeza con las pruebas de estrés a las que ha sido sometida por la crisis económica empezada en 2008 que ha propiciado la aparición de fuerzas políticas a la izquierda del PSOE (un puntal del Régimen) y por la cuestión catalana incendiada por el Partido Popular pidiendo firmas en la calle contra los catalanes y su reforma del Estatut en 2004, y por la posterior sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Y para añadir más madera al fuego, ha llegado el pasado 14 de octubre la sentencia del Tribunal Supremo con 100 años de prisión para los presos políticos catalanes y, a renglón seguido, la subsiguiente represión de las protestas contra la sentencia.

La reflexión sobre el defecto de fabricación de la democracia del 78 nos obliga a viajar al pasado porque, no puede, en modo alguno, descuidarse la importancia política y jurídica de una Transición que se construyó yendo “de la ley a la ley”. Viajemos al pasado, porque algo de provecho obtendremos buscando el origen de esta pesadilla. Deberemos regresar a 1931. Porque sí, el Reino de España es un Estado que nació para matar. Nació en 1936 precisamente para matar.

14 de abril de 1931

Cae la Monarquía y se proclama la II República Española.

Ángel Viñas en su último libro, “¿Quién quiso la guerra civil?” demuestra documentalmente que, desde el principio, los monárquicos, en connivencia con la Italia fascista, ya estaban conspirando contra la República captando fondos (entre adinerados como, por ejemplo, Juan March) y “apalabrando la compra de moderno armamento extranjero y lavar el cerebro de las guarniciones a través de un mecanismo de coordinación civil y militar”. Esta es una de las muchas fuentes que se pueden consultar sobre la falsedad de los argumentos empleados sistemáticamente por los franquistas en el sentido de que su Alzamiento fue para evitar la Revolución Roja y restablecer el orden público. Respecto a este último punto, Rafael Cruz en su “En el nombre del Pueblo” pone cifras a la violencia desde el triunfo del Frente Popular en febrero hasta julio del 36 y destaca que la inmensa mayoría del par de centenares de víctimas mortales fueron causados por la extrema derecha.

10 de agosto de 1932

El general Sanjurjo encabeza un golpe de Estado monárquico desde Sevilla. Ordena detener al alcalde sevillano y otras autoridades. Su bando reza así:

“Queda declarado el estado de guerra en toda la región andaluza, con las consecuencias que dicho estado lleva consigo. Como Capitán General de Andalucía, asumo el mando concentrado en mi autoridad de todos los poderes. Así como Dios me permitió llevar al Ejército español a la Victoria en los campos africanos, ahorrando el derramamiento de sangre moza, confío en que también hoy me será permitido, con mi actitud, llevar la tranquilidad a muchos hogares humildes, y la paz a todos los Espíritus.

¡Viva España Única e inmortal!”

El golpe fracasó. Sanjurjo fue condenado a muerte, pero el presidente de la República le conmutó la pena capital por cadena perpetua y después de una muy breve temporada en un penal fue indultado por Alcalá-Zamora. Se exilió en Portugal. Los otros implicados fueron amnistiados más tarde por Larroux cuando presidió el gobierno. La República fue clemente. La contrapartida, elocuente, había sido el fusilamiento de los capitanes Galán y Hernández por su participación en una sublevación republicana contra la dictadura del general Berenguer (continuación “blanda” de la de Primo de Rivera) habida el 12 de diciembre de 1930, apenas cuatro meses antes de la victoria electoral en las elecciones municipales que conduciría a la República. El Director General de Seguridad, encargado de la represión, era el general Mola. La Monarquía no había dudado en matar y la República fue clemente.

25 de mayo de 1936

Al general de brigada Emilio Mola, hijo de un capitán de la Guardia Civil y exdirector general de seguridad, a pesar de sus antecedentes se le permite el regreso al Ejército en mayo de 1934. En febrero de 1936 es enviado como gobernador militar a Pamplona, queriendo así, ingenuamente, mantenerle alejado de los asuntos políticos ya que era sospechoso de participar en la sublevación militar que se estaba gestando. Es el máximo responsable del golpe militar en el interior a la espera de que Sanjurjo viaje desde Portugal para ponerse al frente del proyectado Directorio Militar.

Es del 25 de mayo la primera Instrucción Reservada del paquete de ocho Instrucciones, Directivas e Informes reservados y secretos que envió, con el pseudónimo de “El Director”, a las unidades comprometidas con la rebelión, documentos que según las fuentes consultadas se pueden encontrar en el Archivo Militar de Ávila, Fondos de la Guerra Civil, armario 34, legajo 4, carpeta 8.

La “Instrucción Reservada del General Mola. Número 1”, permite calibrar una buena parte de los contenidos programáticos que inspiran el levantamiento militar:

Base 1ª. “La conquista del poder ha de efectuarse aprovechando el primer momento favorable y a ella han de contribuir las Fuerzas Armadas, conjuntamente con las aportaciones que en hombres y elementos de todas clases faciliten los grupos políticos, sociedades e individuos aislados que no pertenezcan a partidos, sectas y sindicatos que reciben inspiraciones del extranjero: socialistas, masones, anarquistas, comunistas, etc.”

Base 5ª. […] “Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. Conquistado el poder, se instaurará una dictadura militar que tenga por misión inmediata restablecer el orden público, imponer el imperio de la ley y reforzar convenientemente al ejército, para consolidar la situación de hecho que pasará a ser de derecho.”

El 16 de julio, un día antes de iniciarse el golpe en Melilla, Mola no dudó en faltar a su palabra de honor al asegurar a su superior y amigo personal, el general Batet, que no participaría en la sublevación. Domingo Batet se mantuvo leal al poder civil y republicano, y fue fusilado por los franquistas pocos meses después.

Sobre las atrocidades del general Mola desde el 19 de julio cuando empieza la matanza en Navarra, son muy recomendables las lecturas de “Navarra 1936. De la esperanza al terror”, libro que en 2018 llegó a su décima edición (corregida y aumentada) y el del actualmente profesor emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad de Zaragoza, José Ignacio Lacasta, “Vuelta del Castillo. Memoria histórica y familiar”, en la que, sobre todo, se denuncia la decisiva vinculación del carlismo jaimista y su organización militar, el Requeté, con los planes criminales del general Emilio Mola Vidal. Son lecturas sobre hechos que, por circunscribirse a una zona concreta son menos conocidos del gran público y que contribuyen a hacernos una idea de cómo se pasó de la teoría a la práctica.

17 de julio de 1936

Como estaba previsto por el general Mola, pero unas horas antes, empieza en Melilla la rebelión militar contra la República. Los golpistas triunfan, declaran el estado de guerra y empieza la matanza. Inmediatamente, fusilan al comandante en jefe de la Circunscripción Oriental del Protectorado Español de Marruecos, Manuel Romerales Quintero, al delegado del gobierno, al alcalde de Melilla y a otras 186 personas, entre militares leales a la República y civiles por ser miembros de sindicatos, partidos de izquierdas y logias masónicas.

18 de julio de 1936

Prosiguen la rebelión militar y las matanzas provocadas por los golpistas siguiendo las instrucciones del general Mola. Fracasan en una buena parte del territorio y en su intento de apoderarse de Madrid. Comienza la guerra civil.

23 de julio de 1936

El general Queipo de Llano, uno de los cabecillas de la rebelión, dirigió con éxito el golpe en Sevilla. Las fuentes hablan de la cruel represión que desató con muchos miles de víctimas mortales, “usando las mismas medidas represivas y de escarmiento que en Marruecos: una combinación brutal de detenciones, violaciones, fusilamientos, emasculaciones y otras sevicias. Dictó instrucciones precisas para que no se inscribiera a los asesinados en los Registros civiles, con la intención de dejar el menor rastro posible” (según dan cuenta las fuentes consultadas).

Ian Gibson, uno de los biógrafos de Federico García Lorca, asegura que cuando consultaron a Queipo de Llano sobre qué hacer con el poeta granadino, no le pereció mal que le mataran. Algunas fuentes sostienen que contestó. “dadle café, mucho café”. García Lorca sigue desaparecido, después de no sé cuántos años de democracia, como varias decenas de miles de personas más. A la luz de los discursos radiofónicos que acostumbraba a dar por radio Sevilla para amedrantar a los republicanos y animar a los asesinos, esta terrible respuesta “del café” es perfectamente verosímil. El 23 de julio, cinco días después del golpe, decía:

«Vayan las mujeres de los rojos preparando sus mantones de luto. Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción contra vosotros.” «¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré».

“Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes lo que significa ser hombre. Y de paso, también a las mujeres. Después de todo esto, estos comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen.”

Es sabido también que Queipo de Llano a través de la misma emisora, Radio Sevilla, resumió su ideal de guerra en una frase: «Transformaremos Madrid en un vergel, Bilbao en una gran fábrica, y Barcelona en un inmenso solar».

Se conoce, por el testimonio de corresponsales de guerra que lo vieron con sus propios ojos, el uso de la violación en masa por parte de algunos militares franquistas. Mohammed ben Mizzian, un militar español de origen marroquí, mandó la 1ª División de Navarra y alcanzó el grado de teniente general del Ejército español, y fue capitán general de Galicia durante el franquismo. Una vez independizado Marruecos fue ministro de Defensa y desde 1966 hasta 1975 Embajador de Marruecos en España. Durante la guerra entregaba a sus tropas mujeres republicanas que eran violadas hasta la muerte. En su descargo y ante el sufrimiento de unas mujeres violadas por la soldadesca presenciado por un corresponsal extranjero, el general le argumentó que no sufrirían demasiado tiempo…

25 de julio de 1936

La sublevación estaba dirigida por el general Sanjurjo (el golpista de 1932 amnistiado), quien iba a presidir un Directorio Militar. El plan inicial se frustró al morir Sanjurjo en un accidente de aviación el 20 de julio. El general Cabanellas tomó el mando en funciones. Los militares sublevados crean el 25 de julio una Junta de Defensa Nacional de España que asume de forma colegiada todos los poderes del Estado. La preside el mismo general de caballería y africanista Miguel Cabanellas. La Junta emite sus propios Boletines Oficiales (que no se denominan “del Estado”). El número 1 es de la misma fecha de constitución de la Junta con su decreto número 1 que hace referencia a este acto. Aún usan la bandera republicana durante unas pocas semanas. Hasta el 3 de agosto, Franco no entra en la Junta como vocal.

27 de julio de 1936

Jay Allen, corresponsal de varios medios de Estados Unidos consiguió en Tetuán la primera entrevista que Franco concedía:

Allen: “¿Durante cuánto tiempo se prolongará la situación ahora que el golpe ha fracasado?”

Franco: “No puede haber ningún acuerdo, ninguna tregua. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio”.

Allen: “¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?”

Franco: “He dicho a cualquier precio”.

30 de agosto de 1936

Ese mismo periodista norteamericano, Allen, publicó ese día un artículo en el Chicago Tribune titulado “Matanza de 4.000 en Badajoz, ciudad de los horrores”. Fue testigo personalmente de la brutal represión perpetrada por los militares sublevados contra militares y civiles fieles a la República; pereció un 10% de la población de la ciudad. Esta crónica se considera una de las más importantes de la historia del periodismo de guerra.

21 de septiembre de 1936

En una finca del ganadero taurino Antonio Pérez Tabernero en Salamanca, se reúne la Junta militar para acordar un mando único de las fuerzas sublevadas. Eligen a Franco, sobre todo, porque creen que sus fuerzas tomarán Madrid pronto y porque es quien tiene los tratos con los fascistas italianos y los nazis alemanes. Esta decisión no se hizo pública todavía.

29 de septiembre de 1936

Decidido el mando militar, quedaba la cuestión de los poderes políticos. Parece que en la nueva reunión con los mismos militares de ocho días atrás, el hermano de Franco, Nicolás, y el general Kindelán, presentaron el borrador que habían preparado y en el que se decía que el Generalísimo asumiría la función de Jefe del Estado “mientras dure la guerra”. Pero parece que se acordó “nombrar a Franco Jefe del Gobierno del Estado español, mientras dure la guerra”. El encargado de la redacción final del Decreto fue un jurista, José Yanguas, aunque también intervino Nicolás Franco.

La redacción, tal como fue publicado el Decreto número 38 de la Junta de Defensa Nacional, introdujo cambios muy importantes, suprimiendo “mientras dura la guerra” y añadiendo “quien asumirá todos los poderes del Nuevo Estado”. Finalmente, el artículo 1º decía: en cumplimiento del acuerdo adoptado por la Junta de Defesa Nacional, se nombra Jefe del Gobierno del Estado español al Excmo. Sr. General de División D. Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del Nuevo Estado”

En el 2º artículo se le ascendía a Generalísimo y a General Jefe de los Ejércitos de operaciones.

1 de octubre de 1936

Se celebra una solemne ceremonia de investidura de Franco como Jefe del Estado en el Salón del Trono de la Capitanía General de Burgos. Guardia de Honor con miembros del Ejército, de Falange y del Requeté. Por parte extranjera acuden los representantes diplomáticos de la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y del Portugal de Salazar.

En la que entonces era emisora oficial de los rebeldes, Radio Castilla, Franco declara que el proyecto es construir un Estado Totalitario; habla del Nuevo Estado y que “España se organiza dentro de un amplio concepto Totalitario de unidad y continuidad”. Empezaba a sí su discurso:

“¡Españoles!: Los que escucháis en vuestros hogares las noticias de Radio Castilla, los que, en el frente de batalla, escucháis a los pequeños radiadores (sic) que os llevan las noticias de vuestros hogares y de la retaguardia. Españoles que, bajo la horda roja, sufrís la barbarie de Moscú y que esperáis la liberación de las tropas españolas. Españoles que en América sufrís la incertidumbre de la España grande (…).

2 de octubre de 1936

Se publica el Boletín Oficial del Estado número 1, con la primera ley firmada por Franco como Jefe del Estado, dedicada a la creación de una Junta Técnica del Estado, con un Preámbulo que empieza así:

“La estructuración del Nuevo Estado español, dentro de los principios nacionalistas, reclama el establecimiento de aquellos órganos administrativos que, prescindiendo de un desarrollo burocrático innecesario, respondan a las características de autoridad, unidad, rapidez y austeridad…”.

1 de abril de 1939

Se emite radiofónicamente el último parte: En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.
El Generalísimo Franco
Burgos, 1º de abril de 1939

Acaban las operaciones militares, excepto las que realiza la Guardia Civil contra las guerrillas, y el centro de gravedad del Nuevo Estado se desplaza hacia la gestión y explotación política de su victoria y su desarrollo legislativo y normativo, mientras prosigue la represión contra los desafectos, más intensa y cruel si cabe en las zonas recién ocupadas. Continua la construcción de la administración y de sus instituciones y empresas premiando al personal adicto y expulsando y condenando a la miseria a los funcionarios y trabajadores de la “Anti-España”. El Nuevo Estado, consecuente con su propia definición de nacionalista y totalitario, prohíbe el uso público del catalán (y de su enseñanza). Análogamente, procede en el País Vasco y Navarra. Hay que hablar la lengua del Imperio.

8 de julio de 1939

Se inicia el Consejo de Guerra contra el dirigente socialista Julián Besteiro por el delito de “adhesión a la rebelión militar”. Los rebeldes juzgando a los que no habían sido rebeldes. El fiscal, militar, era Felipe Acedo Colunga. Había sido alumno de Besteiro y pese a reconocer que el acusado era un hombre honesto e inocente de cualquier crimen, pidió para él la pena de muerte. Su crimen era haber promovido un Socialismo Moderado mucho más peligroso que el Socialismo Revolucionario.

Fue condenado a cadena perpetua, aunque se la conmutaron por 30 años de presión. Sus carceleros hicieron todo lo posible para que muriera a los pocos meses en condiciones inhumanas. Acedo Colunga, que fue gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Barcelona durante diez años, en sus memorias de la fiscalía, que redactaba él mismo, escribía: “hay que desinfectar previamente el solar patrio…”. También hoy hay “desinfectadores” entre nosotros…

Santos Juliá, en su trabajo sobre este Consejo de Guerra, nos cuenta que “Franco, al rechazar la paz negociada y exigir la rendición incondicional, había prometido que la España nacional sería generosa para los que rindieran las armas «evitando sacrificios estériles, y no fueran reos de asesinatos y otros crímenes graves». Ni el mero servicio en “campo rojo”, ni haber militado simplemente y como afiliado en campos políticos extraños al Movimiento Nacional eran motivos de responsabilidad criminal, se decía en aquel ofrecimiento”. Besteiro había presionado por la paz y la rendición sin condiciones y apoyó el golpe de Estado del 5 de marzo de 1939 contra la República siendo Negrín el presidente legítimo del Gobierno. Tres semanas después entregaron la capital madrileña al Nuevo Estado. Y el Caudillo se lo agradeció.

26 de abril de 1940

Con un Decreto del régimen franquista, se pone en marcha la “Causa General sobre la dominación roja en España”. Barra libre contra los enemigos de la Patria.

14 de octubre de 1940

El 8 de agosto de 1940, las autoridades nazis en la zona que ocupan los alemanes en Francia recibieron una demanda de los jerarcas franquistas para que se les entregara 800 exiliados republicanos (aunque el Régimen franquista les llamaba “fugados”). Entre ellos figuraba Lluis Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya elegido democráticamente. La Gestapo lo detuvo y lo entregó a los franquistas hacia finales de mes. Trasladado a Madrid, donde fue insultado, vejado y torturado durante semanas en la Dirección General de Seguridad, fue trasladado a Barcelona, encarcelado en el castillo militar de Montjuic y juzgado en un Consejo de Guerra Sumarísimo el 14 de octubre de 1939.

El Consejo duró menos de una hora. El fiscal se llamaba Luis Mazo Mendo y sería premiado con el cargo de Gobernador Civil y Jefe provincial del Movimiento de Girona. También merecen ser recordados el Presidente y el resto del Tribunal: Manuel González, Federico García Rivera, Fernando Giménez Sáenz, Rafael Latorre, Gonzalo Calvo, José Irigoyen y Adriano Velázquez.

Los contenidos de la Sentencia explican muy bien al Nuevo Estado y a sus servidores. Entre ellos:

RESULTANDO: Que el procesado Luis Companys Jover, de 58 años de edad, de estado casado, natural de Tarrós (Lérida) y profesión Abogado, desde su juventud siempre tuvo significación política izquierdista, con cuyo carácter fue elegido diputado varias veces, fundando el Partido de Esquerra Catalana de la que fue Jefe de minoría en las Cortes, proclamando en 1931 y en unión de Macià la República Catalana, llegando después a la presidencia de la Generalidad desde la que en Octubre de 1934 proclamó el «Estat Català», lo que origina su prisión y condena por el delito de rebelión, pena de la que fue amnistiado en el año 1936, volviendo con tal motivo a ocupar la Presidencia de la Generalidad.
RESULTANDO: Que al producirse el Glorioso Movimiento Nacional, el 17 de julio de 1936, el procesado continuó en dicho cargo de Presidente de la Generalidad, oponiéndose decididamente al triunfo del Alzamiento a cuyo fin celebró reuniones en las Consejerías de la Generalidad de las que salió acordado el reparto de las armas que con profusión se hizo a los elementos frente-populistas para oponerse al Ejército Nacional, dirigiendo numerosas alocuciones alentadoras de la resistencia a la Causa Nacional y encauzando desde la propia Generalidad la lucha animada por medio de órdenes que transmitió a las fuerzas dependientes de su gobierno.
CONSIDERANDO: Que asumido el poder legítimo del Estado por las Autoridades Militares que a partir del 17 de julio de 1936 se alzaron en cumplimiento de la misión atribuida al Ejército en su Ley constitutiva de defender la Patria contra enemigos tanto exteriores como interiores, que significaban los partidos y el llamado gobierno del Frente Popular, y que surgido así el Nuevo Estado, la oposición armada contra el mismo origina la rebelión definida en el artículo 237 del Código de Justicia Militar.
FALLAMOS, que debemos condenar y condenamos al ex-Presidente del disuelto Gobierno de la Generalidad catalana, Luis Companys Jover, como responsable en concepto de autor por adhesión del expresado delito de rebelión militar, a la pena de Muerte…

Al día siguiente, firmado el preceptivo “enterado” por el Dictador, Companys es fusilado por el Ejército español. El acta de defunción certifica que el Presidente de la Generalidad de Cataluña murió “por hemorragia interna traumática”. Las órdenes de Madrid imponen una total censura sobre cualquier información referente al asunto Companys.

Alemania pidió perdón por su participación en la detención y deportación de Lluis Companys. Primero, en 1970 concediendo una indemnización a su viuda. La segunda lo hizo el canciller Helmut Kohl en 1990, el mismo año en el que lo hizo también el presidente francés François Mitterrand. ¿Han hecho algo parecido los Jefes del Estado español? Franco es el que le mandó matar, su heredero el rey Juan Carlos lo ignoró y el actual monarca Felipe VI hizo su discurso del 3 de octubre de 2017 contra los “separatistas”. En la lista de los recientes postureos del PSOE hay que resaltar que el Gobierno español presidido por Pedro Sánchez, que mantiene encarcelado a medio Gobierno de Cataluña (elegido democráticamente en 2015), el 21 de diciembre de 2018 condenó el juicio sumarísimo a que fue sometido Companys, pero sin anular la sentencia, que sí tendría efectos jurídicos y que exigiría una ley… O sea, postureo “modelo PSOE”.

Por otra parte y tal vez por una mera coincidencia inocente, el Tribunal Supremo firma y da a conocer, justo 79 años después del juicio y sentencia contra Companys, las sentencias por sedición contra el vicepresidente del Gobierno catalán (elegido democráticamente en 2015) y varios de sus consejeros, así como dos líderes de movimientos culturales y sociales con centenares de miles de asociados detrás. Suman 100 años de prisión.

Podríamos dar un paso más observando al actual Poder Judicial. Las intervenciones de los jueces, en especial, pero no solo, de los Tribunales Constitucional y Supremo, pueden ser interpretadas como que están sustituyendo al poder legislativo vía sentencias. Por ejemplo, en abril de 2005 el Congreso aprobó la despenalización de la convocatoria de referéndums careciendo de competencias para ello, así como a quienes facilitaran, promovieran o aseguraran su realización. Se eliminaron los artículos 506 bis, 521 bis y 576 del Código Penal que establecían penas de cárcel de tres a cinco años más inhabilitación para los convocantes. Como ya sabemos, el TC enmendó la plana a los políticos que teóricamente legislan y el Tribunal Supremo pone al gobierno catalán está entre rejas o en el exilio por el 1-0; por muchos más años que los previstos en aquellos artículos suprimidos.

También se puede deducir que, convertir una manifestación de protesta con decenas de miles de  personas contra un registro judicial (la del 20 de septiembre de 2017 frente a la Conselleria de Economia de la Generalitat), sin ningún intento de impedirlo, en un delito de sedición por el Tribunal  Supremo penado con nueve años de cárcel, es una sustitución de las normas, derechos y libertades teóricamente avalados por la Constitución de 1978. La construcción jurídica de la realidad es muy creativa. En vez de interpretar la manifestación como una expresión de un malestar profundo de índole política, los jueces ven un “tumulto” sedicioso… ¿Una visión franquista del populacho? Palabras como sedición y rebelión, empleadas ahora por políticos, jueces y medios de comunicación nos retrotraen a las épocas más siniestras del Nuevo Estado.

Otro ejemplo, es el TC con sentencias del 2015 y de 2018 (justicia ad hoc) limitando la libertad de expresión y los “presuntos” derechos de los parlamentarios en una “democracia avanzada”, prohibiendo que puedan debatir sobre la monarquía o el derecho a decidir. En teoría, en ausencia de violencia se podía hablar de todo… Más bien, “todo atado y bien atado”.

Asimismo, los jueces no ven motivo para investigar la relación entre el cabecilla de los atentados en Barcelona y Cambrils (el imán de Ripoll) y el CNI, ni tampoco las grabaciones con el testimonio de Corina zu Sayn-Wittgenstein sobre asuntos económicos incómodos para la familia real. Etcétera.

Técnicamente hablando, la misma solución “extrema” en las dos sentencias. En 1940, la solución extrema del Código que se aplica al enemigo es la pena de muerte y, en 2019 la solución extrema que se aplica al enemigo (como bien saben los juristas) es la pena de prisión. O, si se prefiere, el Poder Judicial no solo está sustituyendo, en todo aquello que molesta al Sistema, a los políticos, sino diríase que ha tomado el relevo del poder sancionador de los militares durante la dictadura. Atención, es un aviso para navegantes. Se abrió la veda.

6 de julio de 1947

Es el día que los españoles aprueban en Referéndum, con un 90% de papeletas a favor y el 4% en contra, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado. Es una de las Leyes Fundamentales del Reino de España en la que queda claro que la Jefatura de Estado, con todos los poderes absolutos, le corresponden a Franco (incluso el de nombrar a su heredero) y en la que se da un paso más en la peculiar institucionalización del Régimen. Asimismo, la Ley promete a los monárquicos una monarquía tras la muerte de Franco, lo que ayuda a que le estorben menos en el futuro. El Nuevo Estado es un Reino. Un año después, el Dictador acuerda con Don Juan de Borbón encargarse de la educación de su hijo Juan Carlos en España. Faltaban más de veinte años para que el heredero pudiese jurar fidelidad al Caudillo y a su Régimen.

Artículo primero. España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo, que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino.
Artículo segundo. La Jefatura del Estado corresponde al Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde.
Artículo sexto.
En cualquier momento el Jefe del Estado podrá proponer a las Cortes la persona que estime deba ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey o de Regente, con las condiciones exigidas por esta Ley, y podrá, asimismo, someter a la aprobación de aquéllas la revocación de la que hubiere propuesto, aunque ya hubiese sido aceptada por las Cortes.

20 de marzo de 1951

Nos ayudará a conocer un poco mejor al fascismo español, un discurso pronunciado ese día por el secretario general del Movimiento, Raimundo Fernández Cuesta. Era una llamada al orden a la Falange de Barcelona por la participación de algunos de sus miembros en el Boicot a los Tranvías de Barcelona en 1951 que culminó en una huelga general masiva en la ciudad y sus alrededores, con la participación de entre 300.000 y medio millón de personas, según diversas fuentes, y que constituyó la primera y más importante manifestación contra el Régimen. Consiguieron anular la subida del precio de los billetes que había detonado el conflicto. Algunos tranvías fueron derribados por las “turbas” y el franquismo puso el grito en el cielo por tanta violencia. Fernández Cuesta lo clavó: “Ser un falangista y no obedecer es un contrasentido. El falangista debe tener una fe ciega en el que le manda”. Y así, el Régimen había construido un Estado ciego para matar y seguir matando. “Desinfectado” el solar patrio, el virus fascista fue calando profundamente en una sociedad permanentemente adoctrinada, mitad satisfecha de los resultados de la Cruzada y otra mitad aterrorizada pero interiorizando en buena parte el discurso oficial.

10 de enero de 1967

La Ley Orgánica del Estado, otra de las Fundamentales del Reino, reconocía en su preámbulo la construcción progresiva de un Nuevo Estado y su continuada pero cautelosa adaptación a los nuevos tiempos de acuerdo con sus necesidades y su objetivo de sobrevivir y proyectarse al futuro (“después de Franco, las instituciones”):

“A lo largo de seis lustros, el Estado nacido el 18 de julio de 1936 ha realizado una honda labor de reconstrucción en todos los órdenes de la vida nacional.  Nuestra legislación fundamental ha avanzado al compás de las necesidades patrias consiguiendo, gracias a su paulatina promulgación (…).

Dos de sus artículos blindan la Unidad de “los hombres y las tierras” del Nuevo Estado y otro define la misión de las Fuerzas Armadas, que incluyen a las de Orden Público.

Artículo segundo.
1. La soberanía nacional es una e indivisible, sin que sea susceptible de delegación ni cesión.

Artículo tercero.
Son fines fundamentales del Estado: la defensa de la unidad entre los hombres y entre las tierras de España.

Artículo treinta y siete.
Las Fuerzas Armadas de la Nación, constituidas por los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire y las Fuerzas de Orden Público, garantizan la unidad e independencia de la Patria, la integridad de sus territorios, la seguridad nacional y la defensa del orden institucional.

Los militares, llegada la hora de su conversión democrática, impusieron la redacción de los artículos de la Constitución de 1978 sobre los Ejércitos y la Unidad de la Patria en consonancia con el espíritu y la letra de esa Ley Orgánica.

1969

El 23 de julio de 1969, el presidente de las Cortes tomó juramento al heredero:

– En nombre de Dios y sobre los Santos Evangelios, ¿juráis lealtad a su Excelencia el      Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes           Fundamentales del Reino?
– Sí, juro lealtad a su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino.

24 de junio de 1972

Es detenida una buena parte de la Coordinadora General de CC.OO. en la residencia de los padres Oblatos de Pozuelo (en Madrid). Durante la operación hay testigos que oyen en la emisora policial: “Estamos a la espera de sus noticias. Su Excelencia se va a retirar a descansar y quiere conocer el final de la operación…”.

El juicio, en el Tribunal de Orden Público (ahora llamado Audiencia Nacional) y que tuvo como antecedente el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, se celebró un año y medio después. El Proceso 1001 empezó en la mañana del 20 de diciembre de 1973 y fue suspendido hasta la tarde porque a las 9:27h. el presidente del Gobierno franquista, almirante Carrero Blanco, voló por los aires. Un atentado de ETA había puesto fin a su vida, apenas seis meses después de acceder al cargo, que había sido ocupado por Franco desde su nombramiento en 1936. Según Miguel Salas, entre otras amenazas y provocaciones, el presidente del Tribunal aprovechó para decir que “si por mi fuera los fusilaba a todos ahora mismo”. Uno de los procesados dijo durante el juicio: “No existe ninguna prueba; si este tribunal nos condena, es a toda la clase obrera a la que condena y con ello el futuro de la convivencia en el país”. Los nueve acusados fueron condenados por asociación ilícita a un total de 161 años. Después se rebajó a más de 38 años.

Los jueces que habían servido fielmente al Régimen con su función represiva siguieron haciéndolo después del descubrimiento y conversión a la democracia del 78. Rebecca Sánchez Saavedra en su excelente trabajo “Tribunal de Orden Público (1963 – 1977: el mecanismo institucional de represión de los derechos y libertades”, revela como la supresión del TOP “no impidió que sus antiguos magistrados, jueces y fiscales siguieran ejerciendo en otras jurisdicciones, e incluso llegaran a estar destinados en las más altas instancias jurisdiccionales del país, como las Presidencias de Audiencias Provinciales y Salas del Tribunal Supremo”. Las fidelidades se premian.

Miguel Salas contabiliza crímenes cometidos entre 1970 y 1973 (y quizá no es exhaustivo) a manos de la policía y la Guardia Civil, que siempre están al pie del cañón,. En julio de 1970, una huelga de la construcción en Granada acaba con tres muertos. En diciembre de 1970, en Eibar (Guipúzcoa) muere por disparos de la policía un joven obrero. En septiembre de 1971, en una huelga de la construcción en Madrid muere asesinado Pedro Patiño, de 33 años. En octubre de 1971, una huelga en Seat con ocupación de la fábrica es reprimida duramente y fallece un trabajador (33 años). En marzo de 1972, la policía dispara contra una manifestación de obreros en huelga de los astilleros Bazán de Ferrol, y son asesinados dos trabajadores. En abril de 1973, en la Térmica de San Adrián del Besós moriría Manuel Fernández Márquez, 27 años, por disparos de la Guardia Civil. Matar y seguir matando es la naturaleza profunda del Reino de España.

1 de octubre de 1975

“Españoles: Gracias por vuestra adhesión y por la serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto varias de nuestras representaciones diplomáticas y establecimientos españoles en Europa, que nos demuestran, una vez más, lo que podemos esperar de determinados países corrompidos, que aclara perfectamente su política constante contra nuestros intereses. No es la más importante, aunque se presenta en su apariencia, el asalto y destrucción de nuestra Embajada en Portugal, realizada en un estado de anarquía y de caos en que se debate la nación hermana, y que nadie más interesado que nosotros en que pueda ser restablecido en ellos el orden y la autoridad. Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece. Estas manifestaciones demuestran, por otra parte, que el pueblo español no es un pueblo muerto, al que se le engaña. Está despierto y vela sus razones y confía que la valía de las fuerzas guardadoras del Orden Público, y suprema garantía de la unidad de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, respaldando la voluntad de la Nación, permiten al pueblo español descansar tranquilo. Evidentemente, el ser español ha vuelto a ser hoy algo en el mundo. ¡Arriba España!”

Este es el último discurso de Franco. Según Radio Televisión Española en la Plaza de Oriente había un millón de fervorosos partidarios escuchando al Caudillo, junto al que se pueden ver en las imágenes que quedaron registradas para la posterioridad, a quienes apenas dos meses después ya serían reyes de España.  El 27 de septiembre habían sido fusilados por piquetes de voluntarios (con ganas de matar) de la Policía Nacional y de la Guardia Civil tres miembros del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y dos de ETA político-militar (Euskadi Ta Askatasuna). En cuatro Consejos de Guerra diferentes (tres de ellos Sumarísimos) se condenaron a muerte a once de los juzgados. A seis de ellos se les conmutó la pena máxima por reclusión y la prensa española (siempre fiel a las consignas del que manda en Madrid) alabó la clemencia del Caudillo, en abierta contradicción con los medios de comunicación internacionales.

Ni las denuncias de la Federación Internacional de Derechos del Hombre y la Liga Suiza de Derechos del Hombre afirmando que había sido un simulacro de proceso, lleno de irregularidades y calificado de “siniestra farsa”, ni las peticiones internacionales (incluyendo la de Pablo VI), ni las manifestaciones en el interior (que fueron duramente reprimidas por los Antidisturbios), lograron que el muy cristiano Dictador Franco dejara de matar. Tampoco parece que el muy cristiano entonces futuro rey de España, Juan Carlos de Borbón, moviera un dedo para evitarlo; ni consta que haya pedido perdón, ni se le espera…

Tras el fusilamiento, doce países occidentales retiraron sus embajadores, el presidente mexicano Luís Echevarría pidió la expulsión de España de la ONU y envió de regreso a Madrid al embajador español, la OTAN aprobó una moción contra las condenas, varias embajadas españolas fueron atacadas y en muchas ciudades del mundo hubo manifestaciones de protesta. El mismo 27 empezó una huelga general de tres días en Euskadi y Navarra, la tercera en el mismo mes. Pese a que Guipúzcoa y Vizcaya estaban bajo un Estado de Excepción, la huelga tiene un gran éxito. Hay funerales (el de San Sebastián es impedido por la policía) en muchas localidades. Se producen numerosas manifestaciones en las que la Policía y la Guardia Civil dispara con fuego real.

Pero el Régimen había nacido para Matar y 40 años después seguía haciéndolo. Los mismos franquistas que aplaudían la firmeza de la Dictadura y que juzgaban, encarcelaban y torturaban, al día siguiente ya eran demócratas de toda la vida…

El Nuevo Estado nacido en 1936 para matar

Los contenidos programáticos de la Instrucción Reservada Número 1 del Director del golpe, General Mola, los defendidos en los discursos radiofónicos del general Queipo de Llano y los enfatizados en las declaraciones de Franco a la prensa extranjera y a Radio Castilla, son suficientemente esclarecedores de los objetivos y procedimientos incluidos en el diseño teórico de los golpistas y que informaron el parto del Nuevo Estado.

El Nuevo Estado no pretende una reforma del republicano ni quiere recuperar el Estado de la Restauración. Es un Nuevo Estado, mixtura de militarismo nacionalista, fascismo joseantoniano y catolicismo reaccionario, dirigido por un Generalísimo que concentra todos los poderes. Este es el “dialecto” local del fascismo internacional.

Los resultados prácticos de tal diseño teórico mediante las acciones de los militares rebeldes y de los civiles afectos al Movimiento son ampliamente conocidos, al menos por una parte de la sociedad. Lamentablemente, el silencio impuesto durante la dictadura y la “amnesia” impuesta en su prórroga “democrática”, ha impedido la catarsis que el Estado español necesitaba para reconocer lo sucedido, cerrar bien sus heridas y construir otro distinto del nacido para matar en 1936.

Los programas elaborados y los desarrollos legislativos, demuestran que desde el primer minuto la represión desatada con la máxima intensidad contra combatientes y no combatientes fue premeditada, teorizada y dirigida por los militares sublevados con la colaboración entusiasmada de los falangistas, requetés y otros socios reaccionarios y que el propósito evidente del Nuevo Estado era matar, matar a media España, si hiciera falta. No solo matar a los enemigos combatientes, sino también y sobre todo a la población “desafecta”, porque su objetivo final era destruir la base social que daba soporte a la República, a los partidos de izquierda y a los nacionalismos periféricos. El Nuevo Estado de julio de 1936 no nació tan solo para hacer una Guerra matando combatientes en el campo de batalla, nació para matar con una violencia extrema, propia de una guerra de exterminio. Nunca los responsables de las instituciones republicanas propusieron nada equivalente. Los desmanes (que los hubo) en la retaguardia republicana por parte de incontrolados sedientos de venganza por los crímenes del bando nacionalista y por agravios históricos, nunca tuvieron el respaldo oficial de la República. Los facciosos instigaron, presumiendo de ello, al crimen generalizado para asegurar mejor su victoria militar y política. Un terrible pecado original.

Un enfoque teórico y las enseñanzas de Carl von Clausewitz

Aunque los sublevados tuvieron que cambiar sus planes iniciales e improvisar a raíz de su fracaso con el golpe de Estado, ya desde el principio aplicaron las estrategias aprendidas en las escuelas militares y siguieron sus enseñanzas a medida que iban cumpliendo objetivos.

Clausewitz fue un militar prusiano que participó en las guerras napoleónicas. Su libro, “De la guerra” es uno de los más importantes e influyentes publicados sobre esta materia. Ha sido y sigue siendo estudiado en las academias militares y en las facultades de Ciencias Sociales.

De sus reflexiones y conclusiones, destaca la más reconocida: “La guerra no es más que la política del Estado proseguida con otros medios”. De ella se puede deducir otra, si los factores se invierten para dar lugar a una nueva sentencia: La política es la continuación de la guerra por otros medios. Y si avanzamos un paso más, cabe inferir que la Guerra puede tener dos etapas o fases, una militar y otra política, sin dejar de ser guerra. Obviamente, también pueden darse guerras en las que se suceden fases armadas, en las que predominan las acciones militares, y fases políticas, en las que la voz cantante corresponde a las treguas y a las acciones diplomáticas.

Algunas otras conclusiones suyas vienen muy a propósito para ilustrarnos sobre el caso que aquí nos ocupa:

“La doble modalidad de la guerra consiste en aquella cuyo fin es el abatimiento del contrario y aquella en la que solo se pretende hacer algunas conquistas en las fronteras de su reino”.
“La guerra es un acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de nuestra voluntad”.
“El fin de la acción guerrera es dejar indefenso al enemigo”.
“La fuerza física es el medio; someter el enemigo a nuestra voluntad, el fin. Para conseguir este fin tenemos que dejar indefenso al enemigo, y este es, conforme con nuestro concepto, el objeto o “fin específico” de la acción guerrera”.
“El que emplee la fuerza extrema sin miramientos, sin economía de sangre, adquirirá superioridad si el enemigo no hace lo mismo”.
“Mientras no haya derrotado a mi oponente, tengo que albergar el temor de que sea él quien pueda derrotarme”.
“Finalmente, tengamos en cuenta que la decisión final de una guerra no siempre es considerada como absoluta, sino que el estado derrotado a menudo ve en ese final un mal transitorio al que cabe encontrar remedio en las circunstancias políticas posteriores. Esto condiciona la intensidad del esfuerzo”.
“Así, el objetivo político, como causa original de la guerra, será la medida tanto para el propósito a alcanzar mediante la acción militar como para los esfuerzos necesarios para cumplir con ese propósito”.
“Si el fin de la acción militar se erige en equivalente del objetivo político, aquélla disminuirá, en general, en la medida en que lo haga el objetivo político”. (
Y aumentará la acción militar en la medida que lo haga el objetivo político, añadidos nosotros). “Así se explica por qué razón, sin que exista contradicción interna, pueden producirse guerras de todos los grados en importancia e intensidad, desde la de exterminio a la simple vigilancia armada”.

Sobre el final real de una Guerra

Las coordenadas teóricas de Clausewitz nos permiten afirmar que una Guerra termina realmente cuando los objetivos militares se han conseguido por parte del vencedor y son razonablemente irreversibles, y los objetivos políticos están controlados. Dicho de otro modo, cuando el enemigo esta indefenso y no puede hacer otra cosa que aceptar la voluntad del vencedor. Pongamos un ejemplo. La Guerra de los Cien años nos puede ser útil porque es una de las guerras presentes en cualquier manual de Historia usado en nuestras aulas y reúne varias características interesantes a nuestros efectos. Una Guerra que, por cierto, hasta que llegaron los historiadores del siglo XIX, no la interpretaban como una sola Guerra, sino como varias diferenciadas.

Como es sabido, Inglaterra y Francia estuvieron en conflicto desde 1337 hasta 1453, cuando los ingleses son definitivamente derrotados. Pierden los territorios franceses que por razones feudales los reyes ingleses habían ido acumulando desde mitad del siglo XII, y renuncian a la corona francesa que habían estado disputando a los Valois. Los objetivos que tenían los reyes franceses fueron logrados plena e irreversiblemente. Inglaterra dio la espalda al Continente y fijó nuevos objetivos para su expansión imperial. Acabó la guerra, aunque nunca se llegó a firmar un acuerdo formal de paz. En realidad, se habían alcanzado numerosas treguas a lo largo de los 116 años de conflicto. No todos los días estuvieron matándose. Francia e Inglaterra librarían más guerras enfrentándose en el futuro, pero no por estos motivos.

Como es evidente y este caso lo demuestra, una guerra puede acabar definitivamente, aunque no se firme un Tratado. El final auténtico e irreversible depende del cumplimiento real y satisfactorio de los objetivos de la parte triunfadora. Otra conclusión que se puede extraer de este conflicto anglo-francés es que durante una Guerra puede haber fases militares y fases políticas. Durante la fase militar la actividad militar es central e imprime carácter, aunque puede haber paralelamente también acciones políticas (diplomáticas, por ejemplo). Complementariamente, las fases políticas se caracterizarían por la ausencia o limitación significativa de las acciones militares y por las treguas.

De lo anterior y de las enseñanzas de Clausewitz también se puede extraer una conclusión añadida. Una Guerra puede tener tan solo dos fases, una militar y otra a renglón seguido de carácter político, sin haber conocido necesariamente un final definitivo, de acuerdo con el criterio de que tan solo puede hablarse de una Guerra concluida cuando los objetivos políticos fueron logrados con un grado de satisfacción suficiente para el vencedor.

Los objetivos últimos de la Guerra y del Nuevo Estado nacido para matar

Tenemos que preguntarnos si, este Nuevo Estado que nace explícitamente para Matar y que ha conseguido todos los objetivos militares tal como expone el propio Franco en el último “parte” firmado el día 1 de abril de 1939, logró plenamente sus objetivos políticos en algún momento, como nos pide Clausewitz. ¿Cuáles eran estos objetivos por los que estaban dispuestos a matar a la mitad de sus “compatriotas”, a la Anti-España? ¿Lograron tales objetivos a su gusto? Es una cuestión clave, porque de no ser así, la Guerra no habría terminado…

Los objetivos por los que el Nuevo Estado mataba fueron ampliamente explicitados por los jerarcas del levantamiento y eran dos:

Primer objetivo. Evitar la transformación de las estructuras socioeconómicas en el Estado y de las relaciones entre propietarios y trabajadores. No importaba si los cambios se producían mediante la acción revolucionaria o fruto de políticas gradualistas y moderadas. Se trataba de evitar todas las políticas que pusieran en riesgo el sistema de dominación que se había ido consolidando después de la crisis del Estado absolutista y de la pérdida de las colonias.  Había que restaurar el orden socioeconómico y los valores tradicionales que la República había empezado a cuestionar. Consecuentemente, los enemigos serán los “rojos”, los marxistas, los anarquistas, los masones, los republicanos, los librepensadores, los reformistas… Dicho al modo franquista: evitar la “Revolución Roja”. La magnitud de la represión durante la guerra y después alcanzó directamente a centenares de miles de personas, más las que se podrían añadir como victimas indirectas.

Paréntesis: Hoy estos enemigos son todos los que están a la izquierda del PSOE, un PSOE convertido en una empresa comercial con una marca histórica para la compra-venta de votos en el mercado electoral, con muchos empleados que cobran a final de mes y con líderes de egos expansivos. El Régimen que había establecido líneas rojas desde el principio pero no las hacía visibles en demasía, ahora las activa por la irrupción de las fuerzas políticas y sociales que arrancan con el 11-M.

Segundo objetivo. Imponer la Unidad del Estado y revertir la descentralización territorial que muy tímidamente había puesto en marcha la Segunda República con Catalunya primero y Euskadi después, con Galicia y Valencia a punto. Las élites tradicionalmente dominantes en el Estado eran muy hostiles al sistema de las Autonomías, por la pérdida relativa de poder que suponía para ellas y al que acusaban de ser un primer paso hacia el separatismo; aún les escocía las pérdidas de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas. En consecuencia, el segundo objetivo político del nuevo Estado era la eliminación de las Autonomías y la persecución de los “autonomistas”, que convertidos en “rojo-separatistas” aún eran más odiados. El decreto de 5 de abril de 1938 de Franco era explícito:

«El Alzamiento Nacional significó en el orden político la ruptura con todas las instituciones que implicase negación de los valores que se intentaba restaurar. Y es claro que, cualquiera que sea la concepción de la vida local que inspire normas futuras, el Estatuto de Cataluña, en mala hora concedido por la República, dejó de tener validez, en el orden jurídico español, desde el día diecisiete de julio de mil novecientos treinta y seis. No sería preciso, pues, hacer ninguna declaración en este sentido. Pero la entrada de nuestras gloriosas armas en territorio catalán plantea el problema, estrictamente administrativo, de deducir consecuencias prácticas de aquella abrogación».

Josep Suñol, diputado elegido en las elecciones de 1936 por ERC y también presidente del Futbol Club Barcelona, es detenido el 6 de agosto de 1936 por los rebeldes en una carretera que conduce a la sierra de Guadarrama. Sin juicio ni sentencia es fusilado en compañía de un periodista, un oficial y el chofer que le acompañaban. O sea, asesinados.

Cinco días después, Blas Infante, el principal ideólogo del andalucismo, nacionalista de izquierdas y considerado “padre” de la patria andaluza, es fusilado por los sublevados al lado de la carretera de Carmona a Sevilla, sobre la marcha, sin juicio ni sentencia. Era el 11 de agosto de 1936 y con él eran asesinadas varias personas más. Tres semanas después del “Glorioso Alzamiento”.

Otro paréntesis: Hoy esta categoría de enemigos la forman todos los demócratas que piden votar en un referéndum para resolver los conflictos territoriales. En este Reino de España se pude ser “independentista”, pero jamás se permitirá implementar la independencia de una parte del territorio sin que tiemblen las estructuras del Estado que nació exactamente para impedirlo a sangre y fuego.

Objetivos que no se logran y la Vigilancia Armada

El 1º de abril, el Nuevo Estado había logrado la victoria militar. Como dice el parte de aquel día, “las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos militares”. Habían conseguido su fin inmediato, usando la fuerza habían dejado indefenso al enemigo. Pero, ¿el Nuevo Estado había impuesto el cumplimiento absoluto y definitivo de su voluntad a sus enemigos? ¿Había logrado sus objetivos finales, los de carácter político? Este Nuevo Estado y su Jefe con poderes absolutos, ¿podían estar seguros de que el enemigo no podía recuperarse para acabar derrotándoles? ¿Estaban definitivamente derrotadas las izquierdas y estaban definitivamente aplastadas las singularidades territoriales de Cataluña y Euskadi, entre otras, y su voluntad de autogobierno? ¿Podían bajar la guardia después de la derrota militar de sus aliados fascistas y el triunfo de las democracias en Occidente y del comunismo soviético en la Europa Oriental?

En la medida que sus compañeros militares habían tonteado con una jefatura del Estado condicionada a “mientras dure la guerra, ¿no le convenía a Franco que la Guerra “continuara” y le justificara para seguir al frente del Estado nacido para matar? ¿La conjura internacional judeo-masónica-marxista-etcétera no amenazaba a la patria día sí y día también? ¿No será esta nueva etapa iniciada después del 1º de abril una fase política de la Guerra, de “vigilancia armada” (recordemos a Clausewitz) que sería la lógica e inevitable continuación de la fase militar de extrema violencia y con vocación de exterminio del adversario acabada en abril de 1939? Además, ¿para qué cambiar nada mientras dure el Caudillo, si el Nuevo Estado funciona a gusto de los vencedores?

Adelanto dos conclusiones entrelazadas que afectan a nuestro presente y a nuestro futuro colectivo, y sobre las que habrá de volver. Por su propia naturaleza y por los contextos geo-políticos y geo-históricos de los siglos XX y XXI, el fascismo español (franquismo/neofranquismo) no puede resolver los dos problemas que tanto le agobian: las izquierdas transformadoras y las demandas de referéndums de autodeterminación. No lo puede hacer democráticamente ni lo logrará con represión. Solo un Estado nacido democrático podría integrar una izquierda transformadora (como en el caso de Portugal) y dar una salida democrática a la cuestión catalana (caso del Reino Unido y Escocia).

Anticipando otros contenidos de la segunda parte de este artículo dedicado a la identificación del defecto de fabricación de la democracia del 78, podemos proponer la siguiente periodización de la Guerra empezada en 1936 y nunca concluida a satisfacción de los vencedores:

  1. 17 de julio de 1936 – 1 de abril de 1939

Dictadura franquista. Fase militar. Violencia extrema.

  1. 2 de abril de 1939 – 20 de noviembre de 1975

Dictadura franquista. Fase política. Vigilancia armada. Institucionalización del Régimen.

  1. 21 de noviembre de 1975 – 29 de diciembre de 1978

Dictadura franquista. Fase Política. Vigilancia armada. La serpiente muda de piel (Transición).

  1. 30 de diciembre de 1978 hasta nuestros días

Democracia neofranquista. Fase política. Vigilancia armada Constitucional.

Continuaremos…

https://blogs.publico.es/ricardo-romero-tejada/2019/10/25/el-reino-de-espana-un-estado-nacido-para-matar-1/

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