El primer intento de una república vasca

“La historia sirve para ser libres, un pueblo sin memoria histórica es más manipulable” John Elliott, historiador de Cambridge, profesor de Princeton y Oxford.

«Para un pueblo nacionalmente oprimido, es imposible entrever otra posibilidad de liberación social que la que vaya unida a la liberación-nacional (…) No cabe duda de que históricamente considerando, el futuro Estado libre vasco deberá comprender al sur de los Pirineos y al norte los territorios que correspondieron a la corona Navarra y Ducado de Vasconia, soberanías que en su origen son las mismas» Federico Krutwig, politólogo y político vasconabarro.

Tal y como escribe Joseba Ariznabarreta en su libro “Pueblo y Poder”, son los grupos humanos o “pueblos” las unidades políticas básicas, equivalentes a las moléculas en biología o al átomo en física. El poder es lo que caracteriza a los pueblos. El poder implica acción, “poder hacer algo”, el pueblo que siempre obedece simplemente desaparece. El poder es la actividad que el pueblo ejerce para ser él mismo, equivale a autodeterminarse, a existir: un pueblo tendrá tanta libertad como poder posea, tanto derecho como poder pueda ejercer: tiene derecho a hacer lo que “puede”.

El poder es por tanto lo que define al pueblo, como unidad de violencia suficiente para defender un territorio y las características diferenciadoras, las que sean en cada caso, frente a otros pueblos. La negación del derecho a ser pueblo, la negación del derecho de autoderminación que es lo mismo y que es el primero de los derechos y sin el cual no hay ningún otro, sólo puede traer la guerra.

El Estado es la forma política organizativa que han adquirido los pueblos para defenderse, mantener sus características y progresar. Para ser un Estado las características imprescindibles son: territorio, población y gobierno más o menos duradero. Estamos ante el concepto de “poder” instituido y oficial. Hoy en día se puede afirmar que no hay pueblo sin Estado, otra cosa es que ese Estado esté ocupado y sometido, siempre mediante violencia armada, como en el caso vasconabarro.

El gobierno tiende al poder absoluto, al control total del pueblo. El Estado que pierde el equilibrio entre el gobierno y el pueblo se vuelve totalitario y deja de ser democrático, pasa de tener dos sujetos políticos necesarios para ser democrático a uno solo: el Estado o gobierno. Es el caso de todos los Estados imperialistas, claros ejemplos de Estados totalitarios.

En los Estados totalitarios actuales, como España y Francia, sus pueblos no ejercen de contrapeso al gobierno, amo total del Estado en su beneficio, ayudado por el monopolio de los medios de comunicación (mera herramienta del gobierno), la justicia, el ejército y el legislativo que controlan y manipulan a su antojo y que no son poderes en los que se divide el gobierno sino el mismo perro con distintos collares. El poder siempre tiene su pléyade de bufones mensajeros o hacedores de opinión, llamados también políticos y periodistas. El Estado es lo que importa en sí mismo, deja de ser la herramienta para salvaguardar los derechos de los pueblos sobre los que se asientan.

El gobierno del Estado colonizador siempre explota al pueblo ocupado y sus recursos, pero, desde el intento de crear Estados-nación (tras la Revolución Francesa de 1789 y los totalitarimos fascistas-comunistas), necesita uniformizar, destruir las características del pueblo ocupado (idioma, cultura, leyes, historia etc.) para que pase a engrosar el pueblo ocupante y crear una sociedad amansada fácilmente manipulable que no ejerce de sujeto político frente a su gobierno, el cual sólo vela por sus intereses al carecer de oposición interna. De ahí que la existencia de pueblos sometidos en su seno que se resisten a ser integrados manifestándose en las calles con cierta frecuencia, resulta tan perturbadora para el Estado totalitario, pues se convierten en señales inequívocas de su falta de democracia.

Los baskones o nabarros, creamos nuestro Estado, el cual fue conquistado primero y desmantelado después. Primero trocearon Nabarra para facilitar su conquista entre los años 1076-1610, y después desmantelaron sus instituciones en sucesivas Guerras Forales entre los años 1620-1978. Todas ellas son agresiones militares, cuyo único objetivo era hacerse con el control absoluto de nuestro territorio para poder explotar nuestros recursos materiales y humanos. La resistencia del pueblo vasconabarro ante el imperialismo franco-español, es en realidad la resistencia de nuestro Estado a desaparecer. Francia y España jamás serán nuestro Estado pues jamás defenderán a nuestro pueblo, por lo que el uso inapropiado del término «Estado» para señalar a Francia o España, solo retrata a su emisor.

La colaboración con el imperialismo franco-español, es un acto de lesa patria, ya lo señalaba el último gobierno nabarro soberano reunido en la iglesia de Iriberri o Donapaleu, (Saint-Palais) en 1791 cuando acordó que: “La nación francesa puede llegar a darse una constitución bastante prudente o juiciosa para que Nabarra piense un día renunciar a los suyo y unirse a Francia, pero mientras ese día llega, no hará el sacrificio de su propia constitución que asegura su reposo y su libertad”. Francia tuvo que aplastar la resistencia Nabarra a formar parte de su nación y renunciar a la propia, mediante deportaciones y asesinatos masivos de los resistentes a ser franceses.

De un modo similar, la resistencia del pueblo vasconabarro a integrarse en la única nación del régimen fascista español entre 1936-1978, hizo que se constituyese un Gobierno Vasco soberano, aunque éste no duró más que 13 meses y sobre un territorio minúsculo. Perdido el territorio y desde el exilio, este Gobierno Vasco en Londres en el año 1940, mediante el Consejo Nacional Vasco presidido por Manuel de Irujo, redactó un anteproyecto de una Constitución para Euzkadi peninsular. Constitución de Londres de 1940: «Artículo 1: Euzkadi, la Nación Vasca, se constituye en Estado, bajo el régimen de República Democrática».

La historiadora Aranzazu Amezaga explicaba en qué circunstancias se escribió esta última Constitución vasconabarra: “Los militarismos triunfaban en España, Portugal, Italia, Rusia y Alemania. El Gobierno de Euskadi aconseja a los vascos abandonar Europa rumbo a América.  (…) Irujo traza un Estado Vasco siguiendo las líneas fronterizas de un reino que, en general, no fue agresivo, fiel a la consigna del Árbol Malato: se lucha por defender, no por conquistar.

En Londres, Manuel Irujo, desafiando las circunstancias terribles de su tiempo y la catástrofe de su pueblo, se dedica a escribir una Constitución para un futuro Estado Vasco. Escribió la Constitución basado en las condiciones que una vez nos hicieron Reino de Nabarra. Recurre al Fuero para la conciliación social y política, más adelantada, en su momento, que la Carta Magna inglesa, a quien muchos consideran un avance de las actuales libertades políticas europeas. Encuentra leyes concordantes a la dignidad humana. La frase que los Reyes de Nabarra escuchaban el día de su coronación debiera ser escuchada hoy por algunos de nuestros representantes: “Nos, que cada uno vale tanto como tú, y todos más que tú…«. Juramento cuya naturaleza democrática es poco frecuente en toda la Europa medieval y moderna.

Lo aquí comentado, se resume en la publicación Iparla (Oin-harriak: Fundamentos ideológicos 2019):

  • El Reino de Nabarra, sucesor del trans-Pirenaico Reino de Pamplona, constituye la organización política más acabada que el Pueblo Vasco se ha dado en libertad. El “Gobierno de hecho de Euskadi”, establecido en unos dolorosos momentos de desgarro interno impulsado por un nuevo embate -esta vez del fascismo español, clerical e internacional- contra el Pueblo Vasco, fue también para su Lehendakari una continuación del Estado Pirenaico: “yo me sitúo con el Pirineo y con aquéllos que durante 410 años combatieron a su aire y con ideas de su época en forma incesante, queriendo crear y consolidar para el Estado vasco territorio y forma, consistencia y ser» (Jose Antonio Agirre y Lekube, primer y único Lehendakari de un Estado soberano hasta el momento)
  • El Reino de Nabarra: ignorado por una pretendida “clase política vasca” formada por incapaces y colaboracionistas que presentan al Pueblo Vasco como “un Pueblo con derecho a formar una Nación” (“nacionalistas moderados”) o como “una Nación sin Estado” (“nacionalistas radicales”), sigue siendo en la actualidad el único Estado de los Vascos, que jamás hemos reconocido ni aceptado ningún otro. Él es hoy en día el único Estado de la Nación Vasca.

http://nafarzaleak.blogspot.com/2019/12/el-pueblo-y-estado.html?m=1