Unai Aranzadi escribía en Rebelión:
“España es quizás el país con mas periodistas en guerra del mundo. No periodistas de guerra, sino periodistas en guerra. ¿Contra qué? Contra ETA piensan ellos. Contra la verdad pienso yo.
Aceptan, reproducen y especulan con saña e imaginación todas y cada una de las acusaciones vertidas por el Ministerio de Interior, saltándose la presunción, no ya de inocencia, si no de decencia profesional, pues jamás rectifican cuando se equivocan, jamás paran la cantinela del todo es ETA tras darse cuenta de que hierran con reiterada impunidad. En sus propios términos belicistas, habría que decirles, ¡ustedes disparan primero y preguntan después!… La demencia de un orden mediático perfectamente servil a la peor faceta de lo policial alcanza hoy cotas extraordinarias y rinde honor a la raquítica tradición periodística de Madrid”, y ofrece e ilustra con una serie de ejemplos sacados del periódico El Mundo, que, por cierto, da un master de periodismo a licenciados.
Sería bueno y deseable que el gobierno, los gobiernos del estado español no fueran tan criminales, tan holladores de derechos humanos como nos vienen demostrando. Sería bueno que el Parlamento del estado español castigara severamente, como ocurre en países, a los parlamentarios y funcionarios mendaces, a quienes mienten con descaro a los ciudadanos, a quienes insultan desde su peldaño y autoridad y no, como ocurre entre nosotros, hicieran bandera de su obscenidad. Sería bueno pero entonces no sería España. ¿Qué ministro o presidente se libraría de la cárcel si así fuera penado el engaño? El parlamento español se ha convertido en clan y en refugio de podredumbre y vileza.
Y ciertos medios en lacayos sumisos. Unai Aranzadi nos presenta algunos ejemplos de El Mundo. Yo, que he leído títulos de periódicos y repasado hemerotecas de antaño, me he encontrado con grades y viejas loas del Correo español a Hitler y a sus SS en
Pues bien, el juez Marlaska ha terminado encarcelado a cinco de las once personas, a las que el ministro Rubalcaba vinculaba –de ello estaba hiperseguro- con ETA que, por cierto han denunciado amenazas como la bolsa, la bañera y golpes. Muy posiblemente con la encarcelación de los otros cinco tan sólo se trata de lavar a la brava la cara sucia del ministro y la operación judicial y justificar de alguna manera otra razia de las muchachas que nos toca vivir. Hoy El Correo no se retracta de sus acusaciones vertidas, ni de las gravísimas inculpaciones contra David Pla, ni resalta en primera página su puesta en libertad tras lo que ha dicho, tampoco informa de las denuncias de malos tratos sufridas por los detenidos, por el contrario, subraya su pasado purgado e incita a la sospecha y a la persecución. Es su modo de informar: la mentira. Tenemos un ministro de Interior, un gobierno y medios que hacen de la vulneración de derechos su modo de actuación.
“Aceptan, reproducen y especulan con saña e imaginación todas y cada una de las acusaciones vertidas por el Ministerio de Interior, saltándose la presunción, no ya de inocencia, si no de decencia profesional, pues jamás rectifican cuando se equivocan, jamás paran la cantinela del todo es ETA tras darse cuenta de que hierran con reiterada impunidad”.
Son los verdeoliva, y “con el alma de charol vienen por la carretera”. El Correo es uno de ellos y no deja de ser curioso que hoy sus informaciones sean tan mendaces como en la dictadura.
Ponerles fecha de caducidad es nuestra tarea.