Hoy 18 de abril, en numerosos países del mundo civilizado, en Euskal Herria al parecer estas facetas de la cultura no interesan, se celebra el Día Internacional de los Monumentos y Sitios instaurado por ICOMOS (International Council on Monuments and Sites) Consejo Internacional de Monumentos y Sitios en tal fecha de 1982 y aprobado por UNESCO en 1983. Una organización mundial, creada en 1965 como consecuencia de la Carta di Venezia (1964) para promover la conservación, uso y desarrollo de los monumentos, conjuntos monumentales y sitios culturales. Asimismo asociada a UNESCO es la entidad asesora del Comité del Patrimonio Mundial y mediante sus Comités Científicos Internacionales (ISCs) comparte conocimiento de los diversos aspectos del patrimonio cultural, entre otros: Arqueológico, Subacuático, Inmaterial, Arquitectura Vernácula, Fortificaciones y Patrimonio Militar, Itinerarios Culturales, Patrimonio del Siglo XX. Con esta proclamación anual se pretende sensibilizar a la sociedad sobre la diversidad del patrimonio cultural en el mundo y sobre los esfuerzos que requiere su protección y conservación, así como advertir de su vulnerabilidad.
En esta ocasión, ICOMOS aconseja dedicar la conmemoración a los paisajes rurales, interpretando que como paisaje rural puede incluirse el que crean los núcleos rurales como una expresión tangible, material generada a través de los años con todas sus peculiaridades, topografía, volumetría, silueta, textura y color dominates que le otorgan una indudable singularidad. Parece por tanto adecuado referirse a uno de los elementos más caracterizadores de los pueblos de Euskal Herria, el frontón de plaza libre. Motivo de muy especial preocupación por los continuas alteraciones, en realidad agresiones, que están sufriendo en los últimos años, especialmente en dos aspectos el pintado de verde y especialmente las cubriciones.
Remontándonos a la tradición popular afortunadamente transmitida principalmente de modo oral por personas que practicaron en ambientes rurales el juego de pelota en su juventud, era un entretenimiento que antaño realizaban los pastores en terrenos llanos una vez que con instrumentos de trabajo, hachas y azadas, realizaban los surcos que definían el recinto de juego. Es decir la creación de un lugar definido en una naturaleza, sencillo pero significativo ritual etnográfico de singular carácter espacial a los que denominaban pilota-soro y también soropil. En Itsasu (Lapurdi) este hecho, en un tiempo más reciente, queda testimoniado con un frontis aislado que se convierte en una indudable referencia monumental.
El emplazamiento de un frontón en función de la orientación solar, la orografía, el relieve del terreno y las preexistencias, un camino, un rio o la pared de una construcción sea una muralla, iglesia o edificio como frontis determinarán un vinculo condicionante en su tamaño y forma. Circunstancias que se complementan con el paisaje circundante como una enriquecedora referencia de fuga visual a la vez que originan una variadísima tipología de plazas libres caracterizadas por su irregularidad interpretada como belleza espacial. Estas sencillas construcciones, especialmente los frontones aislados, han sido tratados con gran sentido constructivo y compositivo con la elección y colocación a trabazón de los sillares de piedra habitualmente local, textura y color, en ocasiones con un remate ornamental y gran esmero como lo evidencian también las traseras de los frontis de mampostería, conscientemente de su notable presencia en el lugar que se insertan y se abren al paisaje. La simple y bella composición del frontón, sea de frontis aislado o de diedro con pared izquierda, ya sugiere que nada más hay que hacer.
El sitio para el juego de pelota bien sea de modo espontáneo popular o con criterio deportivo más reglamentado, requería de un cierto espacio que en ocasiones era el disponible entre la conjunción coherente de los edificios que configuraban el lugar, iglesia, ayuntamiento, casa cural, viviendas o bolatoki. En otras circunstancias será el emplazamiento de la pared del frontón la que en torno al alargado espacio disponible que requiere el juego con el frontis como referencia y en ocasiones en el extremo opuesto la pared del rebote el que genere una peculiar forma entorno a la cual se irán construyendo armónicamente edificaciones consolidando un singular espacio. En ambos casos se genera como un hecho de enorme relevancia urbanística el ágora vasca: la plaza frontón.
Esta persistente defensa del genuino valor de la plaza frontón coincide con el último despropósito que se pretende; cubrir el magnifico frontón de plaza de Zubieta en Nafarroa sin un motivo justificado pero adornado de un fraseo que ya resulta demagógico, culturalmente ofensivo y patrimonialmente agresivo. Testimonios de esta absurda tendencia hay abundantes y otro reciente ha sido en Asterain /Astrain un frontón de 1933 también en Nafarroa territorio que por su abundancia de frontones de plaza sufre este peligroso embate, donde según testimonio del vecindario “entra agua por todas partes”. Asimismo en Araia (Araba) su ayuntamiento pretende desfigurar el magnífico centro del pueblo con una cubrición de enorme impacto ambiental en su frontón de 1876 y el noble edificio colindante.
Afortunadamente en Elorrio en 2009 convocado ya el concurso para cubrir su singular emplazamiento y elegante composición de 1933 el jurado estimamos la improcedencia de las invasivas propuestas presentadas y se declaró desierto y olvidado. Las cubriciones observadas por todo el país no se insertan en su contexto, se imponen, rompen la armonía de la plaza, desproporcionan el espacio, crean un gran impacto visual, de materiales, texturas y colores y desfiguran el pueblo. La justificación de que una cubrición permite el uso del recinto del frontón en días de lluvia, aún siendo cierta, es de escaso fundamento, y menos actualmente con el cambio climático. En Iparralde con el mismo clima no se ha cubierto ninguno de plaza, sino que al contrario se restauran. Se ha convivido con esta tipología del frontón durante más de un siglo sin problema alguno y además al inconveniente de la lluvia se puede responder con otras diversas actividades de ocio y entretenimiento.
Asterain /Astrain
Elorrio
Araia
La otra reciente afección, un virus pictórico, que sufren decenas de frontones es pintarlos de verde vulgar y perversa moda creyendo que acudirá la televisión a transmitir algún partido, como ha sucedido entre otros tantos, en el frontis de Gorozin /Grocin, que supone una grave alteración de la armonía cromática de un coherente conjunto rural y especialmente de su magnifica amplia plaza. También ocultando originales frontis en ocasiones de sillares de piedra o de ladrillo rojo con un raseo y rutinario pintado verde como en Arteta de 1928, ambos en Nafarroa.
Gorozin /Grocin
Arteta
El concepto paisajístico de estas plazas y frontones se muestra en numerosos lugares entre los que destacan por su sencillez en un emplazamiento eminentemente rural el de Viloria (Nafarroa), elegido para escenas de la película Tasio, o el significado del frontis como monumental expresión ornamental en reminiscencia barroca respaldado por un frondoso arbolado posterior en Sara (Lapurdi) de 1803 y reformado en 1902.
Sara
Viloria
Asimismo ha quedado abundantemente testimoniado en la pintura, especialmente en Iparralde, con bellas y significativas obras de predominante contenido paisajístico, entre otras, Atzaldean Larrun mendia duen paisaia de Louis Benjamin Floutier (1882-1936), en Euskal Herria Museoa de Gernika, y Euskal-Herria, 1927 de Henri-Zo (1873-1933), Partie de Laxoa sous les ramparts de Fontarrabie, 1863 de Gustave Collin (1828-1911) y Partie de pelote á Urrugne, 1903 de Clémentine Hélene Dufau (1869-1937) propiedad del Euskal Museoa de Baiona así como en numerosos cuadros de Ramiro Arrue (1892-1971).
Atzaldean Larrun mendia duen paisaia
Partie de pelote á Urrugne
Habiendo recorrido en esta década casi todos los frontones de Euskal Herria, apelo a los ayuntamientos así como a las diputaciones y gobiernos de Euskadi y Nafarroa y especialmente a la sociedad principal protagonista de este legado, que sea consciente de la necesidad de reivindicar la autenticidad e integridad de sus diversos testimonios históricos, artísticos y monumentales heredados por sencillos que sean. En el caso de los frontones de plaza la defensa de su configuración primigenia como un irrenunciable patrimonio cultural en todas sus acepciones, etnográfico, urbanístico, arquitectónico y paisajístico.
Asimismo es exigible a algunos arquitectos municipales o los asesores un mayor rigor en la protección de estas plazas que no pueden quedar sometidas a caprichos políticos de alcaldías que pretenden en su breve legislatura dejar huella de su paso basadas o a propuestas mercantiles basadas en argumentos como la utilización en días de lluvia. Esta no es una novedad reciente, al contrario, el existe un cambio climático y además también son posibles otras actividades lúdicas en días lluviosos. Lo que es un espacio singular, independientemente de su catalogación, ya que posee un gran valor ambiental y paisajístico y ha permanecido durante cerca de un siglo en muchos casos no puede desfigurarse frívolamente. Euskal Herriko Arkitektoen Elkargo Ofiziala / Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, así se domina en su acepción en lengua española, en sus diversas delegaciones en los territorios hace demasiados años que al parecer ya ha desertado en la defensa del patrimonio arquitectónico precedente en todas sus modalidades, su misión actual es no molestar al poder político por intereses corporativos o personales.
No podemos mostrarnos como un pueblo bruto, inculto insensible con unas referencias que, no en exclusiva, pero si en implantación, nos identifican identitariamente, el frontón de plaza libre, es decir abierto y descubierto articulado armónicamente y arraigado históricamente con su entorno. Singularidad cultural que obliga a defender y proteger estos espacios públicos, catalogándolos e impidiendo cualquier intervención agresiva, entre ellas las cubriciones y deformaciones cromáticas. La plaza frontón podría definirse como una arquitectura vacía plena de encuentros profundamente arraigada en la conciencia popular como paradigma del espacio público vasco por antonomasia.