En la última década casi nadie ha dudado en situar a la especie Ardipithecus ramidus en nuestra genealogía. A diferencia de las especies anteriores, la colección de fósiles de A. ramidus era suficiente como para tener la seguridad de que nos encontrábamos ante un verdadero antepasado de la humanidad actual. Las investigaciones publicadas hace unos meses por la revista Science no sólo han disipado todas las dudas, sino que nos han ofrecido datos asombrosos para aproximarnos por primera vez a la anatomía, morfología, dieta y comportamiento de nuestro antepasado común con los chimpancés. El origen de los ardipitecos podría situarse en algo más de 5,5 millones de años, de acuerdo con los datos que ofrece la especie Ardipithecus kadabba, nombrada en 2001 en la revista Nature por Yohannes Haile Selassie, Gen Suwa y Timothy White; es decir, esta especie de Ardipithecus habría vivido en en el momento de la separación de las respectivas genealogías de humanos y chimpancés.
En los últimos años, la colección de Ardipithecus ramidus se ha incrementado hasta completar un total de 110 especímenes, entre los que se cuenta el esqueleto parcial, muy posiblemente de una hembra de la especie. Sus descubridores la han llamado Ardi. Su estatura no superaría los
Durante muchos años hemos imaginado a nuestro antepasado común con los simios como un primate cuadrúpedo, que podría incluso haber caminado igual que los gorilas y los chimpancés, apoyando los nudillos para desplazarse con velocidad por el suelo. Según los nuevos estudios de los ardipitecos parece que estábamos totalmente equivocados. El estudio de los ardipitecos ha demostrado que ese antepasado común tenía una locomoción muy alejada a la de los chimpancés. Los ardipitecos eran excelentes trepadores, pero a la vez podían caminar erguidos como nosotros con la dificultad de que sus extremidades superiores eran tan largas como las inferiores.
Hace varias semanas escribíamos sobre la mano primitiva de la especie del Mioceno Pieralopithecus catalaunicus. Pues bien, Ardipithecus tiene una mano muy similar a la de esta especie tan primitiva, con la muñeca muy flexible y el quinto dedo provisto de una potente musculatura. Con esta mano, los ardipitecos tendrían una enorme facilidad para trepar y quizás fuera ésta la forma más habitual para desplazarse por los bosques africanos. La anatomía de la mano de los ardipitecos, con ser muy primitiva, está más próxima a la nuestra que a la mano especializada de gorilas y chimpancés. Pero nos queda por conocer como los ardipitecos podían mantenerse erguidos y caminar con la extremidades inferiores.
* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos