El Gobierno de España está intentando aminorar la manifiesta hostilidad de los más importantes círculos financieros internacionales y de algunos de los más influyentes medios de comunicación anglosajones, con el concurso de agencias internacionales de relaciones públicas, contactadas a tal efecto durante los últimos meses.
Después de ponerse las órdenes del Directorio Europeo en la decisiva reunión del Ecofin del 9 de mayo en Bruselas (sesión en que la ministra de Economía francesa, Christine Legarde, conminó con lenguaje muy severo a la vicepresidenta española Elena Salgado); después de recibir sendas advertencias telefónicas de Barack Obama y del primer ministro chino Wen Jiabao; y después de sacrificar en el altar de la estabilidad del euro la numantina resistencia a un ajuste duro de la maltrecha economía, el Gobierno constató que la palabra España seguía impresa en negativo en los circuitos más influyentes del mundo. España= PIG.
PIGS (literalmente, cerdos) es un acrónimo de uso ya coloquial en las redacciones de medio mundo para referirse a las cuatro endeudadas economías de la Europa del sur (Portugal, Italia, Grecia y España). A ese rótulo despectivo se le añadía en mayo el estigma del bandazo, la improvisación y la obediencia debida.
Desbordadas las líneas defensivas de la diplomacia convencional, el Gobierno creyó oportuno recurrir a profesionales de alto nivel en las relaciones públicas, auxilio casi imprescindible en los procelosos circuitos anglosajones. No pocos gobiernos recurren a ellas en caso de apuro.
En plena tormenta financiera, el Ministerio de Economía recurrió a una agencia de relaciones públicas (las fuentes consultadas señalan el nombre de la compañía británica Brunswick, con oficinas en 16 ciudades del mundo) para reforzar los road show del secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, en Gran Bretaña y Norteamérica, en un momento muy delicado para la colocación de la deuda pública española. Campa, con buenas conexiones en Estados Unidos y un excelente conocimiento del mundo anglosajón, apuntaba la clave de la nueva estrategia en una reciente entrevista con La Vanguardia (14 de septiembre): “La economía española es mucho mejor que su imagen”.
El banquero alemán Josef Ackerman es una de las personas que habrían aconsejado vivamente al Gobierno que buscase el auxilio de las agencias internacionales de relaciones públicas. Alarmado por la evolución del país, el presidente del Deutsche Bank viajó a Madrid a principios del pasado mes de junio para entrevistarse discretamente con José Luis Rodríguez Zapatero en el palacio de la Moncloa. El tema principal de la reunión fue la salud de las cajas de ahorros, pero en un momento dado Ackerman habría exclamado: “Con todo lo que os está pasando, tenéis que reforzar las relaciones públicas”.
Las fuentes consultadas señalan que la nueva impronta se ha podido constatar en el reciente encuentro del presidente del Gobierno en Nueva York doce destacados dirigentes de las finanzas internacionales, reunión en la que Rodríguez Zapatero se presentó como el nuevo adalid europeo de la ortodoxia (adiós, Keynes). La presión sobre la deuda española ha disminuido el foco neurótico se está posando ahora sobre Irlanda y Portugal- y las señales de la prensa anglosajona comienzan a ser más benevolentes. “Se alivia el miedo a la deuda española”, titulaba a toda página el diario Financial Times el pasado 27 de agosto, a modo de aperitivo del nuevo curso.
La relativa facilidad con la que se ha tejido el pacto presupuestario (al precio de reforzar el perfil confederal del País Vasco) será de ayuda para la nueva estrategia. Y la huelga general convocada para el próximo miércoles puede ser -bien manejada- un precioso instrumento publicitario en el circuito anglosajón: los sindicatos se rebelan contra el ortodoxo Zapatero. Quizá por ello, el Gobierno ha decidido facilitar la paralización del país con la adopción de unos servicios mínimos bastante relajados. Aunque en este punto hay que consignar otra estrategia de fondo: mantener intactos los puentes con los sindicatos y evitar un cisma sociológico en el campo de la izquierda en pleno ciclo electoral.
Publicado por La Vanguardia-k argitaratua