«Tres jueves tiene el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de
Precisamente con motivo de esta fiesta, hace ahora cuatrocientos años, el entonces obispo de Pamplona, de origen cordobés, Antonio Venegas de Figueroa, convocó en los años 1609 y 1610 sendos concursos de poesía religiosa en castellano, latín y también en euskera, porque, como él mismo explicaba en la convocatoria: «Celebrándose en este Reino de Navarra la solemnidad de esta fiesta, no es razón que la lengua matriz del Reino quede desfavorecida». Así, en el apartado de euskera se pedía «un romance de doce coplas en Bascuence, que lleve un estribillo de tres a tres coplas. Y al que mejor lo hiciere se le darán tres baras de tafetán. Y al segundo, dos de Holanda. Al tercero tres pares de guantes blancos».
En 1609 resultaron premiados los navarros Pedro Ezkurra, Miguel Aldatz y Juan Elizalde, y en 1610, el vicario alavés Martín Portal, natural de Urizaharra.
Qué extraño se nos hace hoy en día en Pamplona escuchar por parte de una autoridad palabras como éstas del obispo cordobés. Ahora, desde el poder, lo políticamente correcto es maltratar al euskera y se hace, además, con total impunidad.
Acaban de editar el libro Etnografía histórica, al airico de la tierra de José María Jimeno Jurío, en la colección de sus obras completas. En el prólogo, el siempre genial Asisko Urmeneta habla con el historiador artajonés y le cuenta, entre otras cosas, cómo está el euskera ahora en Navarra: «Las rotulaciones, a regañadientes, y obligados por una cicatera ley que ellos mismos incumplen, rebajan nuestra lengua a fundidos en gris, o a bajísimorrelieves, siempre a menos cuerpo que la española».
Vamos de mal en peor. Si Antonio Venegas de Figueroa viviese en nuestros días ya tendría colgada la etiqueta de cura rojo y separatista y, por supuestísimo, no sería obispo.