El dolar, el rey del Líbano

Mientras continúan las invernales manifestaciones  de protesta en el ¨balad¨o centro histórico de  Beirut, en el  barrio de Hamra, los cambistas hacen  su agosto. En esta economía totalmente dolarizada   el aumento del precio del billete verde ha  precipitado  la crisis, arrastrada  desde hace  meses  antes de la llamada ´´revolución de octubre´´.  Manifestantes y gobierno se echan en cara  la  culpa de esta hecatombe del denominado ´´milagro  libanés´´. Un milagro, que todo hay que decirlo   que consistía  en   que tanto el Estado como los  ciudadanos gastaban más de lo que ganaban. Con  depósitos de divisas tanto de libaneses, bancos  extranjeros, adinerados sirios –la burguesía siria     siempre  ha  puesto  su  fortuna a  buen  recaudo en  instituciones financieras libanesas, desde hace  décadas- había hecho posible esta inverosímil  situación que calificaría de surrealista. Los  intereses  por depósitos en libras libanesas llegaron a alcanzar  el  diecinueve, quince, doce por ciento. Cuando  trataba de explicarlo a empleados de bancos  europeos no daban crédito a mis palabras. Fue  Rafic el Hariri, asesinado primer ministro,  padre  de Saad el  Hariri quien en su primer gobierno de  1992   estabilizo el cambio del dólar a mil quinientas  libras  libanesas, que  se  ha mantenido  hasta  hace  pocas  semanas. En  los años de las  guerras  en  Beirut  el  cambio de divisas, sobre todo del dólar, tenía su  ritmo particular. Al  concluir el  mes  subía el  billete  verde que en  Oriente  Medio tiene un gran valor  psicológico de cotización. Era  una  estratagema del Banco central libanés que de acuerdo con los bancos  privados provocaba esta subida artificial  a  fin de adquirir a buen precio libras  libanesas. Con  la diferencia del valor alto de la divisa, el Estado  que casi no percibía impuestos podía seguir  pagando a sus funcionarios. Promediado el mes  descendía la cotización del  dólar  y se  recuperaba  levemente la libra libanesa siempre a la deriva de  su  forzada  devaluación. Si había semanas  mejores  para cambiar dinero había también días más   recomendables  que  otros. La  mejor hora para  cambiar –recuerdo  que  una  vez me  dijo Nemer  Daud, mi vecino cambista de la esquina  saboreando una tacita  de  café  turco-  es  entre  las  diez y media y las  doce  del mediodía. Pero  muchas  veces nadie sabe ni el día ni la hora más   convenientes y la cotización sube y baja al revés¨.  A menudo los milicianos bombardeaban y libraban   batallas campales, especialmente en el balad o  centro de  la  ciudad,  donde ahora  tienen  lugar  las  manifestaciones, para provocar vaivenes en la  cotización.

En  estas  jornadas  de  gran excitación se cerraron  en varias ocasiones los bancos, tanto por temor  de que sus clientes retirasen  sus depósitos, como para evitar incidentes callejeros con los manifestantes. Al final de mes recobraban su normalidad a fin de poder pagar a sus clientes o facilitar  la  retirada  de  su dinero  de  sus cuentas corrientes.  Se ha limitado  la cantidad  de  dólares que puede sacarse por semana, y se han bloqueado las transferencias al extranjero. Debido a su escasez el dólar se ha  convertido en un bien  anhelado por  todo el mundo. En las oficinas de cambistas, a veces minúsculas, de Hamra, ha  llegado a canjearse  a  dos mil  cuatrocientas libras  libanesas.  Como  todo esta dolarizado los precios de los artículos de  consumo , sin control estatal,  han subido por las  nubes. Dictaminan los  expertos que cuando se  adopten las medidas  programadas   hará falta una década  para que se restablezca la economía local. La  precipitada  salida  de capitales fue denunciada  por  los manifestantes  de la plaza de los  Mártires o  Balad.

Una devaluación en  cascada de la libra acarrearía consecuencias sociales espantosas. Contra viento y marea los  bancos, columna  vertebral del Líbano –  en 1966 la quiebra del banco palestino del  Intrabank  fue superada-  se  han ido manteniendo  a  flote. ¡Qué  lejos  quedan  aquellos  tiempos en  que se decía que el Líbano era  la  Suiza  del  Oriente  Medio¡.

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