La conversación que relato hoy pasó en enero de 2018, cuatro meses después del referéndum y la proclamación de la independencia. Mi interlocutor era un destacado dirigente político catalán, con quien coincidí en un estudio de televisión. Tras lamentarse diciendo que la existencia de los presos hace imposible la vida política (me llegó a decir que era ‘como si un volcán hubiera aparecido en medio de la plaza mayor’), añadió otra cosa, de una dimensión que no capté bien en un primer momento.
-No sois conscientes [él quería decir ‘los independentistas’] de que han tocado muy pocas veces desde fuera el corazón de la bestia y que cuando ha pasado esto ha tenido consecuencias terribles. Simplemente no lo pueden permitir. La bestia es el eje en torno al cual gira todo, el que sostiene el Estado.
-¿La bestia?
-Sí, el corazón profundo del régimen, las cuatrocientas familias, llámalo como quieras. Esto que en Madrid se confunde en un todo de intereses cruzados: jueces, empresas del Ibex, militares, políticos, policías, corruptos de todo tipo, directores de periódicos, opinantes a sueldo, fiscales, dueños de televisiones, el palco del Bernabéu, el rey, la monarquía y todas sus ramificaciones familiares, sexuales y de negocios: la bestia, caramba, la bestia…
-¿Y cuáles han sido, según tu, estas ocasiones?
-La bestia sólo tembló el día en que ETA hizo volar a Carrero, lo que desmontó la sucesión prevista de Franco, y el día en que el parlamento proclamó la independencia de Cataluña. En los últimos ochenta años han pasado muchas cosas pero sólo dos han hecho peligrar los cimientos profundos del régimen, el gran negocio que es el Estado; y sólo importa eso, que sea un gran negocio. La transición fue pactada y suave. Felipe modernizó la bestia porque este era su papel y para ver si así se calmaba. El terrorismo, como dijo Margallo, se podía superar e incluso la reforzaba. El 15-M ya se ve que acabará sirviendo para apuntalarla porque no la quiere matar del todo y sin matarla no hay nada que hacer. Casi todo es digerible y reconducible por una máquina tan fuerte y tan consolidada como esta que manda en el Madrid real. Pero la independencia no, eso no lo pueden reconvertir. Por eso esta lucha será a muerte. O la matáis u os matará.
Ayer recordé esta conversación -apuntada a los pocos minutos en la libreta que siempre llevo-, cuando vi la noticia publicada por Tribune de Genève (1) sobre la comisión de cien millones de dólares cobrada por Juan Carlos de manos del rey saudí. Y lo hice porque Juan Carlos, una persona que es un escándalo con dos piernas, es todavía hoy el eje en torno al cual funciona la bestia, el padrino. Cosa que no es incompatible con haber aceptado dejar al heredero la gestión de la rama política del holding Corona S.A.
La noticia, que es la confirmación de muchos rumores, es terrible para la monarquía que un día nos quisieron vender como inmaculada y perfecta. Y por eso mismo fue escondida y disminuida ayer de forma militante por buena parte de la prensa española, la misma que ha tapado escándalo tras escándalo durante décadas. Pero llega también en medio de un contexto que hace pensar en una España que se tambalea de manera notable, tan notable que ya se hace difícil de esconder.
Hablemos del contexto. Llega, en primer lugar, cuando hacía pocas horas que policías ultras habían perpetrado un asalto impune y consentido en el Parlamento español (2), amenazando físicamente a Laura Borràs y amenazando en vídeo al gobierno de Sánchez, al que le dicen: ‘Tendréis guerra’. Llega, también y en segundo lugar, después de dos nuevas bofetadas del TJUE en Madrid, una por el caso Valtònyc -que tiene más consecuencias y más importantes de lo que parecía y otra contra los bancos, fruto de otro negocio ilegal consentido por el Estado. Y llega, en tercer lugar, en medio del escándalo monumental y el descrédito que se va organizando a raíz la actuación corrupta de la Junta Electoral española. Y evidentemente, esto no hace falta ni decirlo, llega tras el acto de Perpinyà, que ha demostrado que el independentismo no está ni domesticado ni desmontado.
Así que miremos el conjunto. Si la cosa, hace dos años, era que nos mataban o morían ellos, visto con la distancia de dos años, parece que quien tiene el problema ahora mismo es el Estado español. ¿Policías fascistas atacando un parlamento donde la fuerza en ascenso ya es la extrema derecha, protegida por el rey heredero y amenazando al gobierno con que los jueces impondrán su ley, al margen de la voluntad popular? ¿Alguien se imaginaba esto en 2017?
Hoy aquel Estado español que nos vendieron en la transición como un modelo de estabilidad política y capacidad de diálogo y consenso, como un negocio sólido y firme que no se acabaría nunca, aquella máquina que se presentaba como perfectamente engrasada y que era capaz de aportar bienestar, simplemente va desapareciendo ante nosotros, se evapora cada día más deprisa. Y no sabe cómo tapar los escándalos que se le acumulan. La España de 2020 muestra siempre una cara agria y enfadada, está cada vez más tensa con ella misma y la violencia que antes se reprimía y guardaba sólo para las ocasiones especiales ahora es casi su único argumento.
Para completar el dibujo añadan además la rebelión de la España interior, que ya no puede resistir más tiempo la vorágine extractiva, el robo, de ‘Madrid’, y también el corte sentimental que ha concitado la reacción violenta al Primero de octubre, no sólo en el Principado sino en el conjunto de los Países Catalanes, en el país de los vascos, en Galicia y Asturias. Un corte que se refleja magníficamente en esta encuesta (3) que pregunta a quién elegirían en cada lugar si sólo pudieran votar o Puigdemont o Abascal. Y con todo ello, sumando todos estos elementos, pregúntense dónde están, dónde está, la España de hoy.
(En Europa hay veintidós estados independientes que fueron reconocidos a consecuencia -y después- del hundimiento de dos: la Unión Soviética y Yugoslavia. Algunos de estos veintidós estados habían proclamado sin éxito la independencia unos años antes pero sólo pudieron dar el paso definitivo después de que la maquinaria central se desplomara, colapsara, en buena parte porque intentar frenar a cualquier precio y sin mirar costes el independentismo estonio, armenio, esloveno o kossovar la llevó a un estrés insoportable, que la hizo explotar. la pregunta, lógica, cae por su propio peso: ¿es esto?)
(1) https://www.vilaweb.cat/noticies/juan-carlos-fortuna-ginebra-ave-meca/
(2) https://www.vilaweb.cat/noticies/laura-borras-assetjada-policies-jusapol-congres/
(3) https://www.vilaweb.cat/noticies/puigdemont-o-abascal-una-enquesta-mostra-qui-dels-dos-preferien-de-president-en-cada-autonomia/
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