La modernidad en España es una fachada. Aspiraban a ser Alemania, pero tomando decisiones como si fueran el gobierno de Somalia. Y, al final, incluso los inventos que más les sirven de propaganda acaban petando
No sé si el lector está al corriente de la razón de por qué el diario español ABC tiene un formato tan raro, único en el mundo. El motivo es tan político como lo es la mayoría del comercio en España. El formato del ABC encajaba perfectamente en el formato de las carpetas que el régimen franquista utilizaba en los ministerios –y encaja todavía ahora. De modo que los funcionarios podían hacer ver que trabajaban mientras se dedicaban a leer. En la historia del periodismo mundial existen pocos casos de “diario del régimen” que sean tan pensados y elaborados.
Esto me lo explicó hace muchos años el añorado Ramon Barnils, que inmediatamente después añadía que el “diario del régimen” ya no era el ABC sino El País. Y si hoy lo traigo a colación es por un artículo que esta especie de BOE paralelo publicó el lunes y que me pareció simplemente sensacional.
Con el título “¿El mejor momento de la historia del ferrocarril? Se necesitan 12.000 millones en obras y más de 400 nuevos trenes para ser fiable”, El País clamaba con desesperación por el mal funcionamiento de la red de trenes española –la joya de la corona hasta ahora del moderno nacionalismo español. Evidentemente, la razón del artículo es el caos ferroviario de hace unos días en Madrid. El corredor mediterráneo es un caos desde hace décadas, pero eso a El País le importa poco. Esa cosa de los diarios madrileños cosmopolitas que no saben nada más que mirarse el ombligo y explicar qué redondo y bonito que lo tienen…
Ahora se ve que, según los análisis del diario madrileño, la red española de trenes no se sostiene y necesita como mínimo y de forma urgente 7.000 millones de euros de inversión a medio plazo y 400 trenes nuevos para suplir a los muchísimos déficits que tiene. Déficits que el diario atribuye en buena parte a la liberalización –estos españoles siempre soñando con un Estado fuerte y unitario– y al diseño radial que tanto hemos criticado en los Països Catalans. ¡A buena hora!
La situación, efectivamente, empieza a ser dramática y eso que en Madrid no ven los caos de las cercanías de Valencia y Barcelona –que sus cercanías funcionan, dicen, de maravilla. Pero el caso es que ni así ya puede funcionar la cosa.
El fin de semana el descarrilamiento de un solo tren en el túnel que une las dos grandes estaciones radiales de Madrid causó un caos total y absoluto que dicen que se alargará unas semanas. Y la cosa es muy significativa. Hablamos de un túnel en Madrid que tiene escasos 7.300 metros. Pero como toda la red radial acaba pasando por allí, un problema en estos 7.300 metros origina un Cafarnaún en una red de más de 4.000 kilómetros. Mala idea. Muy mala idea hacer depender 4.000 kilómetros de un solo punto de siete kilómetros, sin alternativa ni repuesto posible. Como es una mala idea todo el diseño de la red radial, un diseño eminentemente político y nacionalista español que no responde en lo más mínimo a los criterios comerciales, económicos y sociales que el conjunto del aún Estado español necesitaría. Tan ineficaz que incluso ellos mismos lo reconocen.
La cosa incluso hace gracia vista de nuestro país, donde el caos ferroviario es el pan de cada día. En los dos servicios de cercanías y en la conexión Figueres-Alacant, que debería ser la estrella y la más rentable y se va convirtiendo en un quebradero de cabeza intolerable. ¿Saben que hace meses y meses que si no adquieres un billete del Euromed con una semana de antelación no lo encuentras? ¿Saben que se ha reducido –sí, reducido– el número de trenes que conectan Barcelona y Valencia, a pesar de la demanda fortísima que existe y que se demuestra en la imposibilidad de encontrar billetes? ¿Saben que pagamos de media sesenta euros por billete y así financiamos Renfe para que pueda llevar a la gente a Madrid por nueve euros? ¿Saben que sale más caro y cuesta más tiempo ir de Gandía a Valencia que ir de Gandia a Madrid? ¿O ir de Tortosa a Barcelona que ir de Barcelona a Madrid? Los gobiernos sucursalistas que tenemos en la plaza de Sant Jaume y en la de Manises no se preocuparán en absoluto de reclamarlo, pero hoy hay una evidencia incontestable, que es que, en el Estado que se jacta de tener la red de gran velocidad mayor de Europa, la conexión de pasajeros entre la segunda y la tercera ciudades, provisionales, del mismo ni siquiera está asegurada como servicio público. No existen ni los mínimos. Y, aun así, el invento se colapsa.
La modernidad de España es tan sólo una fachada –ahora hablo de los trenes, pero pueden aplicarlo a lo que quieran. Desde la entrada en la Unión Europea no han hecho sino aparentar que son lo que no son gastándose en delirios tanto dinero como sea necesario. Pero llega un momento en que ya no se puede disimular más. Es como lo de las fotografías, en las que todos contenemos la respiración un momento para que la barriguita no se note tanto. Puedes hacerlo unos segundos, pero no toda la vida. Y este es el resumen de eso que les ocurre ahora. Aspiraban a ser como Alemania, pero tomando decisiones como si fueran el gobierno de Somalia -para entendernos y sin ánimo de faltar a nadie. Pero para ir por el mundo no es suficiente con la picaresca, aunque el tamaño del diario encaje con la carpeta del funcionario.
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