El bufón Tamames

No hay nada que me reviente más que las discriminaciones sociales. El edadismo es una forma de estas discriminaciones, en este caso por cuestión de edad, que afecta a mucha gente. El edadismo consiste, como todas las discriminaciones, en difundir estereotipos y prejuicios que repercuten negativamente sobre los derechos, la autoestima y el bienestar de las personas. Por norma general se aplica a la gente mayor, sobre todo, porque vivimos en una época de exaltación de la eterna juventud, que se manifiesta en la proliferación del síndrome de Peter Pan en muchos hombres, y la obsesión de muchas mujeres por mantenerse jóvenes tanto como pueden. Estas manías no tienen nada que ver con “guardar el corazón alegre” que exaltaba Bob Dylan en la hermosa canción ‘Forever Young’. Es otra cosa. Es la preocupación persistente que tienen algunos individuos por la muerte. Sin embargo, el edadismo también impacta a los jóvenes, que a menudo se sienten discriminados por los hombres y las mujeres de mediana edad que les hacen de tapón. Sea como fuere, el edadismo es un fanfarrón que debería retirarse de las moquetas, si bien no será fácil hacerlo, porque demuestra una falta total de empatía sobre nuestros semejantes. El amor al prójimo no se estila porque la solidaridad ha dejado de ser un valor fuerte entre nosotros. Al menos de forma generalizada. Por suerte, siempre existen excepciones.

Estas preocupaciones me venían a la cabeza mientras escuchaba, no muy atentamente, lo confieso, las réplicas de los portavoces de los grupos parlamentarios a Ramón Tamames, un hombre de ochenta y nueve años que, debido a su edad, ha tenido que defender sentado la moción de censura presentada por Vox contra el gobierno de Pedro Sánchez. Ésta es una moción de censura rocambolesca. Es la segunda que presenta el partido de la ultraderecha nacionalista española en esta legislatura. No ha cumplido ninguna de las características que establece la legislación española para presentarla: que sea constructiva y que presente un candidato alternativo al jefe del gobierno censurado. El programa presentado por Tamames me ha parecido extraído de un manual regeneracionista español, con los aires ruralistas propios de Joaquín Costa. Además, estaba empapado de tan reiterativo nacionalismo españolista contra la diferencia identitaria y lingüística de los ciudadanos españoles, que reflejaba la xenofobia castellana contra los catalanes, que es la salsa que pone sabor a todo. Cataluña y los soberanistas son el capazo de las h. de los “patriotas” con tricornio. Esta segunda moción de censura estaba condenada al fracaso, como la primera, ya que necesitaba los votos del PP para salir adelante. Antes del debate de la moción, la prensa ha comentado sobradamente dos características de Ramón Tamames que no deberían haber ocupado tantas páginas. Lo han hecho por edadismo, no lo duden.

La primera es una idea que congela a Tamames en el pasado. Fue militante del PCE desde 1956, pero esto no comporta necesariamente que fuera comunista entonces, porque en el PCE y en el PSUC militó mucha gente que no lo era, aunque ésta sea la característica que más lo define. Es como si quisiéramos dar algún tipo de valor a que Pilar del Castillo o Celia Villalobos, y el propio Núñez Feijóo, militaran en Bandera Roja cuando eran jóvenes. Josep Piqué era militante del PSUC, como Antoni Fernández Teixidor lo era de la Liga Comunista (LC), el hermano menor de los partidos trotskistas españoles, que después coincidió con Tamames en el CDS de Adolfo Suárez. El edadismo también se manifiesta en este tipo de recordatorios absurdos, que fijan un cliché sobre alguien y borran buena parte de su vida. El profesor Paco Fernández Buey, el alumno aventajado de Manuel Sacristán, aseguraba que Joaquín Maurín era el teórico marxista español más importante y original anterior a la Guerra Civil. Diez años en las cárceles franquistas y veintiséis años en el exilio, transformaron el pensamiento del secretario general del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) hasta situarlo en el campo del anticomunismo más granítico sin abandonar las ideas progresistas. Maurín tuvo dos vidas, como todas las personas que viven unos cuantos años. Como Tamames, sin ir más lejos.

La otra singularidad de la moción de censura presentada por Vox ha sido la presunta honorabilidad y sabiduría del candidato. Ramón Tamames ha ocupado durante años una cátedra universitaria y se hizo famoso con un libro, del que se realizaron múltiples ediciones, sobre la estructura económica de España. Haber vendido muchos libros no te convierte en un buen economista. Si así fuera, Fernando García de Cortázar y Ruiz de Aguirre (1942-2022)​, que es el nombre que gastaba este aristocrático jesuita, sería el historiador español más importante de todos los tiempos. Ha vendido miles de ejemplares de su manual de historia de España, más que ningún otro historiador, incluido Jaume Vicens Vives. Como comentaba Josep Fontana, los manuales de García de Cortázar son una auténtica cruzada contra la historiografía izquierdista y están inspirados en un nacionalismo español nada disimulado. No pueden ser referente para nadie con unas mínimas convicciones progresistas y, menos aún, catalanistas. Hace unos días leí un artículo de Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía en la UPF y exconsejero del Banco de España, en el que pedía, haciendo burla del edadismo, que se dejara de considerar a Ramón Tamames como un “referente” para los economistas: “No es un eminente economista ni un ‘maestro de maestros’ porque muchos economistas pensamos que son adjetivos inadecuados”, sino un narcisista ilustrado. López Casasnovas añadía, además, que no recordaba haber aprendido nada del manual de Tamames, y de otros muchos confeccionados sin método, más allá del interés del entretenimiento y de la amenidad de la lectura.

Ramón Tamames ha dado carta de naturaleza a la extrema derecha franquista por puro nacionalismo, que él y Vox llaman patriotismo. Los 52 diputados de Vox y un exdiputado de Ciudadanos se han quedado solos votando a favor de la moción de censura, los 88 del PP, los dos tránsfugas de UPN y el de Foro Asturias se han abstenido y el resto del Congreso (201 diputados) ha votado en contra. Se acabó la mascarada y Tamames quedó retratado como lo que es. No es un señor mayor al que hay que tratar con la típica condescendencia edadista, sino que es un catedrático pretencioso, como muchos de los que he tenido que aguantar durante mis treinta y dos años de docencia en la Universidad de Barcelona, ​​que sueñan con la gloria. La ha encontrado haciendo de bufón de los herederos de Franco.

MIRALL

El bufó Tamames