La situación actual de las reservas mundiales de petróleo sigue siendo una cuestión polémica que se encuentra polarizada entre los defensores del ‘Peak Oil’ o cenit del petróleo y las principales empresas petroleras que defienden sus intereses a como dé lugar. Los primeros creen que la producción de petróleo disminuirá pronto mientras que las segundos dicen que hay suficiente petróleo como para que pueda durar décadas. Sin embargo, la evidencia muestra que los defensores del ‘Peak Oil’ son los que van a tener razón.
Gran parte de los desacuerdos existentes se deben a la grandes diferencias sobre las estimaciones de las reservas de petróleo. En realidad, las petroleras y los países productores de petróleo exageran o dicen medias verdades intencionadamente para convencer a los incautos y/o interesados dirigentes que conocemos en nuestros días.
En efecto, si bien es cierto que existe una gran cantidad de petróleo que queda en el subsuelo por explotar, otra cosa es que el volumen de petróleo que pueda ser explotado comercialmente sea muy inferior. El petróleo se podría extraer a unos a precios muy altos que la economía mundial no podría pagar por mucho que quisiera. Por ello, es cierto que el petróleo que se oferte será a precios cada vez más caros pero limitados, lo que hará que disminuya pronto. En consecuencia, en muy poco tiempo, el mercado del petróleo experimentará un fuerte cambio. Pasará de ser un mercado impulsado por la demanda a un mercado impulsado por la oferta de un bien cuyo suministro es limitado.
La capacidad que se tenga para satisfacer la demanda futura de combustibles líquidos dependerá de la rápida e inmediata diversificación de la mezcla de combustibles líquidos (biocombustible), de la sustitución de las energías fósiles por las energías alternativas —fundamentalmente por las energías renovables— y de las variaciones en la demanda que se produzcan.
Estas variaciones en la demanda fundamentalmente serán debidas a los cambios en los hábitos y comportamientos (ahorro), a la mejora sustancial de los niveles de eficiencia energética y a la velocidad de adaptación al nuevo paradigma energético donde el coche eléctrico y la edificación sostenible adquieren particular importancia. El éxito de la transición hacia una economía de bajo consumo de hidrocarburos fósiles también podrá ser valorado por la reducción de costos ambientales y sociales que representa.
Por otra parte, a la hora de valorar el estado de las reservas de crudo convencional, hemos de tener en cuenta que el crudo de petróleo es un recurso finito no renovable. Ello implica, ya por definición, que el petróleo no pueda continuar satisfaciendo la demanda creciente por mucho tiempo. El agotamiento de la producción de petróleo no sólo se produce porque el petróleo es un bien no renovable sino porque también disminuye la capacidad de extracción debido a que las condiciones son más severas (grandes profundidades en alta mar) y la tecnología de extracción es muchísimo más cara.
Las recientes investigaciones desarrolladas por expertos independientes evidencian que la producción de petróleo convencional está teniendo ya una capacidad progresivamente limitada como para satisfacer una demanda de petróleo y sus derivados cada vez mayor. Como subraya la Agencia Internacional de la Energía, la mayoría de la demanda adicional deberá cubrirse con fuentes de energía no convencionales. Es la hora de impulsar a tope las energías renovables, el ahorro y la eficiencia eléctrica, el despliegue masivo del coche eléctrico y la edificación sostenible, aunque a ello se opongan los rentitas del sistema. Es ya cuestión de supervivencia.