Los familiares piden que se siga investigando el paradero de los presos desaparecidos
El acto fue amenizado por tres grupos de música, un aurresku y la tradicional ofrenda floral
Pamplona. «¿Cuánto camino hay que andar para encontrarse con la memoria?». Era una pregunta al aire, sin respuesta. Pero si hubiera que dar una cifra, sería 6,5. 6,5 kilómetros, el camino que recorre el monte San Cristóbal desde la base hasta la cima, hasta el Fuerte en que el estuvieron encerrados más de 2.000 presos del franquismo, en unas condiciones infrahumanas. El mismo fuerte del que 795 represaliados, impulsados por el instinto de supervivencia y persiguiendo la libertad, protagonizaron una histórica fuga, hace ya 72 años, que acabó con 585 capturados, 207 asesinados y, tan sólo, 3 fugados con éxito.
Para recordar a estos mártires, acudieron ayer, a las 12 horas, varios cientos de personas a la puerta del Fuerte de San Cristóbal, al acto organizado por Txinparta y la Asociación de Familiares de Fusilados, Asesinados y Desaparecidos en Navarra en 1936.
Allí se dieron cita algunos de los familiares de los presos involucrados en la fuga. Es el caso de Teodoro Eranán Aquera, preso número 760. Su nieta, relató que, como todos, fue condenado por apoyar a la República. Que era consciente de que estaba preparando una fuga pero que no participó en su ideación. Y que cuando oyó el grito «las puertas están abiertas», que dieron el pistoletazo a la fuga, no se lo pensó dos veces. «Mi abuelo era consciente de que poco a poco estaba muriendo en esa prisión», dijo su nieta. Su aventura duró ocho días.
Una semana en la que el miedo y la libertad le llenaron de arrojo. Comía lo que encontraba por el campo y, a falta de agua, no dudó en beber su propia orina. Marchaban camino a Francia en busca de la libertad.
Sin embargo, el octavo día fue capturado. Iba con su mejor amigo, con el que fue hecho prisionero la primera vez. Su amigo no estaba en el momento de la detención. Teodoro fue devuelto al fuerte, pero al menos le quedaba el consuelo de que su amigo había llegado Francia. Sólo que no fue así, murió poco después abatido antes de llegar a Francia. Teodoro vivió engañado el resto de su estancia en prisión.
El resto de las intervenciones iban todas en la misma línea. Demandaban al Gobierno más implicación en la investigación y exhumación de los cadáveres que siguen perdidos en el anonimato.
También hubo tiempo para la música. Amenizaron el encuentro los grupos Zero Taldea, Iruña Crew e Iparfolk. Y por supuesto, se realizó la ofrenda floral a los caídos, acompañada de un cálido aplauso a los familiares que culminó con un sentido aurresku. Los presos no se olvidan, pero todavía queda camino para encontrarse con la memoria.