Los catalanes tenemos una cierta tendencia al sentimentalismo un poco patético, como el del pueblo perseguido que espera un «mesías». Y en Messi (perdonad la broma) parece que simboliza algo más que un jugador. Pero discrepo. Leo Messi sólo es un jugador de fútbol (también es una persona admirable, por su humildad y por su capacidad de esfuerzo y lucha, pero estos son méritos que le agrandan porque lleva consigo un gran foco mediático). Pero ser sólo un jugador de fútbol ya es mucho, porque cualquier jugador de fútbol es hoy un producto de mercado. Y los jugadores del Barça, ahora más que nunca, son productos del mercado mundial. Si además eres considerado el mejor jugador del mundo, ya se puede entender que su valor de mercado es altísimo.
No debemos olvidar que el fútbol es un negocio. Ahora bien, tampoco debemos olvidar, tal como se ocupaba de recordar el último número de la revista Paradigmas, que la economía también tiene identidad. Y si hoy hay algún producto que refleje esta relación entre identidad y economía es, más que ningún otro, el fútbol. Por eso no es sorprendente que el Barça, especialmente si recoge éxitos deportivos, represente el sentimiento de un país. Como tampoco debería extrañarnos que Messi, Xavi e Iniesta se conviertan figuras veneradas también en función de su identificación colectiva.
En el caso de Messi, su condición de argentino es un factor difícilmente presdincible en su faceta de figura mediática. Messi se vende en el mundo como tal. Sólo hay que ver con qué camiseta aparece en las marcas que patrocina fuera de Cataluña. Pero es sobre todo en su manera de hablar, en la lengua con la que se expresa, donde Messi mantiene esta etiqueta y la preserva, porque forma parte de su caracterización como referente futbolístico en un país donde el fútbol es una religión. Messi no puede renunciar a aparecer como un jugador argentino. Y por tanto, difícilmente puede renunciar a hablar en un español con un acento argentino que parece resistir milagrosamente los años pasados fuera de su país.
Del mismo modo, un Iniesta o un Pedro se deben a sus seguidores españoles. Incluso Xavi, que se ha convertido en el referente futbolístico catalán más importante de todos los tiempos, debe combinar esta catalanidad irrenunciable con la identidad española de conveniencia. Dado que se trata de un jugador referente de la selección española. Los usos lingüísticos dependen absolutamente de estos factores. Un jugador de fútbol de este nivel, o un entrenador de Guardiola, sabe que debe responder ante un público para el que es un referente en relación con una identidad determinada.
En este sentido, la decisión de Andrés Iniesta de incorporar el catalán y el inglés, junto con el castellano, en sus mensajes de facebook y twitter debe ser valorado más allá del gesto simbólico. Es decir, Iniesta no utiliza el catalán para hacernos un favor a los catalanes, siempre tan prestos a agradecer cualquier actitud positiva hacia nuestra lengua, por pequeña que sea. Ni tampoco hay que contar que se haya convertido en catalanista. Iniesta ha dado un paso para corresponder a una identidad que, en el mercado futbolístico, empieza a tener una presencia propia, y de la que él se siente deudor como figura futbolística. Parece que la defensa desacomplejada que el Barça ha hecho de la catalanidad en los últimos años empieza a dar sus frutos. Iniesta ha entendido, pues, que debía responder de manera diferencial a los seguidores de Cataluña, sin por ello dejar de ser un referente de marca para los seguidores españoles (aunque estos le querrían en exclusividad, pero este ya es otro tema) , y por ello ha incorporado el catalán como una lengua más junto al castellano.