Seguramente la primera referencia que tuvimos unos cuantos sobre el arzobispo (entonces obispo, el primer obispo negro de Sudáfrica) Desmond Tutu fue la canción que le dedicaron los Kortatu, una banda de rock que actualmente sería condenada a prisión por la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo por las letras de sus canciones (una de ellas, en referencia al conflicto vasco y la policía española, decía: “Ahora lo recuerdo / asesinos a sueldo / buena recompensa / por un etarra muerto”). Combinando ritmos punk, ‘reggae’ y ska, los Kortatu no le hacían exactamente un masaje a Tutu, sino que miraban su figura desde una postura crítica. Corría el año 1985 y la canción constataba que, mientras que Nelson Mandela estaba en prisión por combatir el régimen del apartheid, a Desmond Tutu se le concedía, justamente por el mismo motivo, el Nobel de la Paz (un premio ciertamente devaluado después de que le fuera concedido, en los años setenta, a una bestia como Kissinger). Más que Desmond Tutu, lo que realmente criticaba la canción era la hipocresía y las dobles medidas de europeos y estadounidenses.
No les faltaba razón, pero ni los Kortatu (ni nadie, supongo) podía suponer que Mandela sería liberado cinco años más tarde bajo el gobierno de De Klerk, que sería presidente de Suráfrica cuatro años después y que Mandela y Tutu compartirían el estatus de iconos en la lucha por las libertades y los derechos civiles. La idea de escoger entre Mandela y Tutu, que podía tener sentido a mediados de los ochenta, la perdió a principios de los noventa, lo que nos recuerda que, a menudo, las graves disyuntivas que se autoimponen los movimientos progresistas, a menudo en forma de dramáticos enfrentamientos internos, son en definitiva una cuestión de perspectiva temporal.
Tampoco habría imaginado ni Kortatu (ni nadie) que Tutu acabaría siendo un referente tanto para la izquierda aberzale post-ETA como para el independentismo catalán. Desmond Tutu fue una de las personalidades internacionales que apoyaron el referéndum del 1-O, y también ha pedido repetidamente la celebración de un referéndum acordado entre los gobiernos de Cataluña y España, además de haber exigido la liberación de los presos políticos catalanes. El govern de la Generalitat, bajo la presidencia de Artur Mas, le concedió el Premi Internacional Catalunya. Ahora que la derecha ultranacionalista del PP brama que, en Cataluña, los castellanohablantes son sometidos a un apartheid lingüístico, es oportuno recordar que Desmond Tutu se implicó en las revueltas de Soweto, en las que se protestó contra la imposición de la lengua afrikaans ( el neerlandés que se habla en Sudáfrica) en detrimento de las lenguas africanas que son oficiales en el país, como el zulú o el xhosa (Sudáfrica tiene once lenguas oficiales, y legalmente se encuentran en situación de igualdad, algo que todavía no se ha logrado en España, donde la Constitución consagra una lengua como “superior” a las demás).
Con el tiempo las cosas se ven más claras (a veces, otras se enmarañan más). Seguiremos bailando con Kortatu y con Desmond Tutu, que era muy bailarín.
ARA