Intentaba hacer mofa un ciudadano de la Comunidad Foral Navarra en un artículo recogido en la web “http://www.navarraconfidencial.com/2014/01/27/somos-vascos-queramos-o-no-todos-los-navarros/”, para argumentar que “se puede decir, como poco, que los vascos son navarros (por lo menos los vascos que viven en Navarra) pero que no todos los navarros son vascos. De hecho, la inmensa mayoría seguramente no lo son. Por lo menos según ningún criterio objetivo”. Se refiere, por supuesto, a los navarros con “v” minúscula, es decir, de la provincia española de Alta Navarra.
Es curioso que el hilo argumental de todo este planteamiento “objetivo” se basa en una realidad de la administración española que tiene menos años que la televisión a color: dos Comunidades autónomas españolas postfranquistas (¿post?) por las cuales sólo los habitantes de la CAV son vascos sin ningún otro criterio y los de la CFN son los únicos navarros; ¿y los bajo navarros de Garazi o Baigorri por ejemplo? Misterio sin resolver. Qué razón tenía el estellés Manuel Irujo (vasco y nabarro él) cuando en el libro “La Guerra Civil en Euzkadi, antes del estatuto” escribía: “El estatuto vascongado será la piedra angular que garantizará la separación perpetua de Euskadi, en vascongados y navarros, o lo que sería aún peor, entre vascos y navarros”. Es decir, separar “vasco” de “navarro” o “navarro” de “vasco”, es un artificio que no terminó de germinar hasta el estatuto del 78 y sólo a medias como el propio articulista reconoce.
El mencionado artículo de la web, para ser o no ser vasco, esgrime tres argumentos que según él son los únicos “objetivos”. El primero es decimonónico: “Si ser vasco consistiera en reunir tales o cuales requisitos raciales o fuera algo que se dedujera de un análisis de sangre, el asunto quedaría resuelto”. Supongo que saca la cuestión para reírse del vapuleo permanente (etnocidio) que ha vivido este Pueblo, sobre todo en los siglos XIX y XX tras 3 guerras “civiles”, y de aquellos comentarios de un tal Arzallus, pues no presenta documento alguno del nacionalismo vasco de los últimos –al menos- 80 años, simplemente porque no lo hay. Es más, se olvida su propia historia, pues para ser español siempre se ha requerido tener “limpia de sangre y no de judíos, moros, ni de su linaje” como dejó escrito la Inquisición (siglos XII al XIX); para ello, ¡qué casualidad!, se miraban los apellidos, todos tenían que ser superespañoles, claro, pero tampoco servía cualquier apellido español. Para acceder a un cargo público, el aspirante tenía que evitar que nadie “tirase de la manta” y cuestionase su “limpieza de sangre” cristiana-vieja. Manta como la conservada como escarnio en la catedral de Tudela (ciudad musulmana, cristiana y judía durante el reino baskón), donde junto al apellido actual del converso estaba el original árabe o hebreo. Muchísimos españoles tienen apellidos tomados de sus amos cristianos, como los tienen los negros de América del norte, sin embargo éstos son conscientes de ello y los españoles no. El racismo español duró al menos mientras duró el franquismo (1975), el gran faro de occidente escribió sólo un libro: “Raza”, esa que cada 12 de octubre se celebra en el “gran día nacional” de todos los españoles.
El articulista sigue haciendo mofa con otro argumento “objetivo” para demostrar que él no es vasco, lo único por lo que escribe el artículo, lo cual no deja de esconder un profundo complejo: “Pero entonces, ¿qué es ser vasco? Hay quien dice que ser vasco es un sentimiento, a lo que el filósofo Gustavo Bueno solía contestar que a ver si él podía ser registrador de la propiedad por sentirse registrador de la propiedad”. Vamos que ser español (o francés) no es un sentimiento, ¿será entonces tan sólo un papel plastificado en rojigualda? Según esta frase, por ejemplo, esos cientos de miles de españoles desperdigados por el mundo no son españoles por no tener ya un pasaporte español. Es más, ¿todos los que tienen un pasaporte español son españoles? Los miles de chinos que viven en la piel de toro no son vistos como españoles por sus nuevos conciudadanos aunque tengan pasaporte español, les llaman, como poco, “inmigrantes”.
El tercer argumento que emplea el columnista es el del idioma. Para ello tira de historia pero se contradice varias veces como por ejemplo cuando dice: “Culturalmente, hace mucho que Navarra no es vasca, o por lo menos no sólo vasca. Ya en tiempos de los burgos, producto de la inmigración, la lingua navarrorum era casi literalmente la lengua de la Navarrería”. Por tanto, el idioma de los nabarros en el reino de Nabarra era el euskera o nabarro según él mismo reconoce, más cuando al unirse los diferentes burgos de Pamplona en el siglo XV ya no quedaba otro idioma. Es además la frase doblemente contradictoria, pues afirma que: la cultura de los extranjeros francos era cultura nabarra pues vivían muchos de ellos en los burgos del reino baskón. Entonces, ¿la cultura de la comunidad china en España es cultura española? ¿Y la marroquí también? Y la rumana y la polaca y la rusa…este argumento es un sin sentido.
Sigue el poco esforzado columnista con su sopa de letras: “Resulta bastante forzado pretender que el vascuence es la lengua propia y un elemento cultural esencial de alguien que no habla ni una sola palabra de euskera. Que por cierto, como decíamos, es el caso de la inmensa mayoría de los navarros”. Hoy en día, a diferencia de cuando los vascos o baskones teníamos reino y éramos soberanos de nuestro destino, ni siquiera los habitantes de la CAV saben mayoritariamente euskera, pero eso no quita para que el euskera sea nuestro signo de identidad propio más destacable. Tampoco casi nadie juega a pelota a mano, ni levanta piedras, ni rema en traineras, ni canta jotas o recita bertsos, pero todo ellos son elementos de la cultura vasca. Pasa lo mismo con el español. Durante siglos muchos habitantes de la corona de las Españas, no hablaban español o castellano, millones de personas hablaban tan sólo su lengua materna, fuera ésta el catalán, el gallego, el quechua, el aimara, el tagalo o el euskera, ¿no era por ello el español algo propio de España? Siguiendo este argumento “objetivo”: ¿Todos aquellos que no saben hacer una paella, bailar flamenco o no les gusta los toros o el fútbol no son españoles? Nadie duda que esos signos culturales son españoles, junto a otros como la siesta o la fiesta.
En realidad aquí se esconde lo de siempre: la negación de Nabarra, del reino baskón soberano y creado por un Pueblo cuyos rasgos culturales bajo los dos imperialismos que padece es atacado a diario como en este artículo. Vasco (o baskón) y nabarro es lo mismo, como lo es galo y francés, luso y portugués. Los otros son españoles y franceses, como el columnista, nacidos en territorios ocupados por las tropas del Duque de Alba cumpliendo la orden de Fernando el Falsario, cuyo etnocidio continúa. No sé si los vascos somos como los apaches como dice el columnista, pero los españoles sí están haciendo con nosotros lo que hicieron con ellos los soldados del ejército americano.
Somos nabarros porque nuestro Pueblo nunca ha renunciado a serlo ni lo vamos a hacer. Culturalmente nuestro Pueblo es el Pueblo baskón que se dio a sí mismo el Estado de Nabarra, conquistado manu milari en diferentes etapas por los sátrapas de lo que eran entonces dos grandes imperios, «Utrinque roditur» (“se muerde de una y otra parte”). Lo único objetivo es que estamos aquí: existimos porque resistimos, contra los lobos, contra la sequía, contra la usura, contra la justicia…Perderemos los ganados, los huertos, los pinares, perderemos los intereses, los dividendos… Baina gure asaben Amalurra defendatuko dugu.