En situaciones tan dramáticas como las actuales, palabras como las del economista Kenneth Rogoff son recibidas como maná caído del cielo. Rogoff, no hace falta que lo diga, no es un independentista catalán, militante de las CUP. Es un economista prestigioso de Harvard, antiguo economista jefe del FMI y no sé cuántas cosas más. Y la entrevista se ha publicado no en la revista de Omnium Cultural sino en la madrileña de economía ‘Capital’. Y sí -ahora ya lo sabe todo el mundo y es profecía- Rogoff ha dicho que «una región como Cataluña, aislada, sería uno de los países más ricos del mundo». ¿Dijo «aislada» -» isolated»-, Rogoff? Me extrañaría. Pero ya nos entendemos. El caso es que Rogoff considera que España tiene la gran fortuna de tener grandes multinacionales y de tener Cataluña. La lástima es que el gobierno español no trate igual a las multinacionales españolas que a «su» Cataluña. Si al señor Alierta la esquilsen como a nosotros, ya hace años que tendría la sede social en Argentina o las islas Caimán!
Y, sin embargo, no hay manera de que en el imaginario colectivo mayoritario de este país llegue una evidencia tan empíricamente demostrable como esta del expolio fiscal. Puedes dar datos comparativos de las proporciones de solidaridad fiscal de otros países, puedes disponer de las balanzas fiscales oficiales, puedes poner a constatar la gran diferencia de servicios y prestaciones sociales entre las regiones españolas subvencionadas y las que pagan… Da igual. El pueblo no lo ve, o no lo quiere ver, o no lo muestran, por las graves responsabilidades colectivas que nos caerían encima y que nos obligarían a reaccionar. Como escribía Espriu: «Sarnoso, comido / de plagas, / (…) sin parar lamía / la áspera mano / que le había sujetado / desde tanto tiempo / en el barro.» Sí: hay quien está atrapado en «la gran vergüenza mansa / de los ladridos».
Ciertamente, si somos uno de los países más ricos del mundo, no es por tener pozos de petróleo, minas de oro y diamantes o de tener bajo la suela de nuestras botas el cuello de unas colonias sumisas. Aquí no hay ni materias primas, ni agua, ni grandes infraestructuras ni todo es lozanía. Aquí sólo se innova, se emprende, se exporta y, sobre todo, se trabaja. No sé si el señor Rogoff sabe todo eso. Y nosotros, de «isolated», nada de nada. En todo caso, quien nos aísla es España, que nos quiere para ella sola.
No tengo noticia de que Espriu fuera independentista, e incluso se le ha supuesto una cierta idea de España de la que formaríamos parte. Pero en el poema ‘Indesinenter’ -en Homenaje al Dr. Jordi Rubió-, que cantaba Raimon, Salvador Espriu acababa: «Habrá quien diga / en seguida, basta, / que quiera ahora / caminar de nuevo, / alzado, sin reposo, / para siempre / hombre salvado en pueblo, / contra el viento . / Salvado en pueblo, / ya el dueño de todo, / no perro servil, / sino el único señor». Lo escribió en enero de 1967, hace cerca de cuarenta y cinco años.